Top¨®grafo de la ca¨ªda del imperio americano
La Fundaci¨®n Mapfre ofrece una retrospectiva de Lewis Baltz, maestro entre el arte conceptual y la fotograf¨ªa
Como en los abstractos minutos finales de El eclipse, de Michelangelo Antonioni, el misterio de los suburbios y de los l¨ªmites de la ciudad impregnan la obra del fot¨®grafo estadounidense Lewis Baltz. Fallecido en 2014 a los 69 a?os, a Baltz le atra¨ªan los lugares donde la ciudad pierde su nombre para convertirse en algo indefinido y amenazador. Descampados, naves industriales, almacenes, garajes, fachadas, construcciones banales y as¨¦pticas que serv¨ªan al meticuloso fot¨®grafo californiano, siempre cercano al minimal y al land art, para tomar nota de los gritos m¨¢s inaudibles del hombre.
La retrospectiva que se inaugura este jueves en la Fundaci¨®n Maphre de Madrid es la primera que se realiza en Espa?a de Baltz (Newport Beach, California, 1945-Par¨ªs, 2014) y la primera en el mundo desde su muerte. Re¨²ne hasta el 4 de junio un corpus que une el arte conceptual con la fotograf¨ªa. 400 im¨¢genes que abren las puertas de un trabajo que se desarroll¨® desde finales de los a?os 60 hasta 2013, desde el n¨ªtido y preciso blanco y negro de las primeras d¨¦cadas, siempre trabajando en series de peque?o formato y cuadr¨ªculas de 20x25cm, hasta el uso del gran formato y el color de los ¨²ltimos tiempos, en los que Baltz experiment¨® con el lenguaje que necesitaba para explorar un nuevo orden: el de los acontecimientos hist¨®ricos frente al simulacro, el de la hiperrealidad que impon¨ªa una nueva era medi¨¢tica.
Miembro del movimiento de la fotograf¨ªa topogr¨¢fica que se desarroll¨® a finales de los sesenta y principios de los setenta en Estados Unidos ¡ªcuya iconograf¨ªa qued¨® fijada en la exposici¨®n New Topographics: Photographs of a Man-altered Landscape, 1975, en la George Eastman House de Rochester, Nueva York¡ª, Baltz abandon¨® su pa¨ªs a finales de los ochenta para vivir entre Par¨ªs y Venecia hasta su muerte. ¡°Huy¨® del neoliberalismo que se hab¨ªa instalado en EE UU y desde entonces su relaci¨®n fue de amor-odio¡±, recuerda Url Stahel, comisario de la exposici¨®n. ¡°Recuerdo nuestros encuentros en el Caf¨¦ Beaubourg, junto al Pompidou, cerca de su casa. Pod¨ªa pasarme horas escuch¨¢ndole hablar del mundo, con su voz profunda y muy baja, cada vez m¨¢s baja, soltando su torrente de ideas¡±.
Mientras fumaba tres cajetillas de tabaco al d¨ªa, Baltz se hac¨ªa preguntas desde sus convicciones marxistas, ¡°las que se tienen al modo de la costa oeste, ni mao¨ªstas ni stalinistas¡±, matiza Stahel. Trabaj¨® la pulcra geometr¨ªa de las formas y con la aparente frialdad de un perito encontr¨® las respuestas en el antipaisaje forjado por la arquitectura capitalista. En sus palabras, una de las visiones m¨¢s ¡°inclementes y espantosas¡± de la sociedad sobre la naturaleza es la de observar el paisaje como ¡°una propiedad inmobiliaria¡±. Hijo de un alcoh¨®lico due?o de un negocio funerario, Baltz achacaba su mirada cr¨ªtica a haber sido testigo de la mutaci¨®n de las vistas de su infancia: ¡°Vi la transformaci¨®n horrible del condado de Orange, de donde vengo. A mi lado, la primera ola de un capitalismo bul¨ªmico barr¨ªa la tierra. Sent¨ª que hab¨ªa algo horriblemente malo en mi entorno personal¡±.
El director de cultura de Fundaci¨®n Mapfre, Pablo Jim¨¦nez Burillo, recordaba ayer c¨®mo a ojos de Baltz el sue?o americano se torna en ¡°pesadilla¡±. Una sensaci¨®n de abandono y declive que se observa en series como Track Houses (1969-1971), 25 im¨¢genes de una urbanizaci¨®n de casas unifamiliares en proceso de construcci¨®n junto a una autopista; The New Industrial Parks Near Irvine, California (1974), serie que combina edificios vistos de cerca con vistas de fabricas y naves industriales c¨²bicas; Maryland (1976), nuevamente alienantes casas unifamiliares; o Nevada (1977), la especulaci¨®n urban¨ªstica como norma. Ese paisaje intervenido por el hombre Baltz lo muestra a gran escala en otro proyecto, Park City (1978-1980), m¨¢s de cien fotograf¨ªas sobre la construcci¨®n de una ciudad dormitorio erigida sobre los terrenos contaminados de una antigua mina de plata. ¡°El principio b¨¢sico es el siguiente: por corriente que sea, todo paisaje humano tiene un significado cultural¡±, dijo el fot¨®grafo. ¡°Nuestro paisaje humano es nuestra biograf¨ªa involuntaria, refleja nuestros gustos, nuestros valores, nuestras aspiraciones, incluso nuestros miedos, de una forma visible¡±.
Babelia
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