Aretha Franklin, la reina del soul, anuncia su retirada
La cantante publicar¨¢ antes un disco con Steve Wonder
En declaraciones a una emisora de televisi¨®n en Detroit, Aretha Franklin ha asegurado que se retira en 2017. La estrella del soul, que en marzo cumplir¨¢ los 75 a?os, quiere pasar m¨¢s tiempo con sus nietos. Antes de la retirada, promete lanzar un ¨¢lbum de canciones nuevas hecho con Stevie Wonder. Puntualiza que no estamos ante una jubilaci¨®n total: podr¨ªa realizar algunos conciertos al a?o.
En los ¨²ltimos tiempos, Aretha est¨¢ fuera del ojo p¨²blico; solo se sab¨ªa de ella cuando era convocada a Washington por su admirador, Barack Obama. Sus actuaciones est¨¢n determinadas por su fobia a volar; desde los a?os ochenta, renunci¨® a presentarse fuera de Estados Unidos. Ocurre adem¨¢s que su estilo es omnipresente: pueden escucharse ecos de sus manierismos vocales en Mariah Carey, Christina Aguilera o Beyonc¨¦, por no hablar de tantas aspirantes al estrellato que se exhiben por concursos televisivos.
Muy competitiva, para Aretha es un trago amargo el dejar el campo libre a sus rivales. Que no son ¨²nicamente sus continuadoras. Su lista de enemigas ha incluido a otras voces femeninas con las que compart¨ªa compa?¨ªa discogr¨¢fica y que en un momento determinado vend¨ªan m¨¢s que ella: Barbra Streisand, Roberta Flack, Whitney Houston. Ninguna, sin embargo, tiene su legado.
Ella estableci¨® el actual patr¨®n de cantante expresiva en 1967. Hasta entonces, grabando para el sello Columbia, hab¨ªa sido una correcta vocalista de club nocturno. Fichada por Atlantic, protagoniz¨® una catarsis similar a la de Ray Charles en los a?os cincuenta: la inserci¨®n de modismos del g¨®spel en la m¨²sica profana. Cabalg¨® sobre la ola triunfante del soul con mensajes de reivindicaci¨®n femenina, orgullo racial y ratificaci¨®n personal: pudo contar con espl¨¦ndidos m¨²sicos y compositores pero sus maquetas, donde cantaba y tocaba el piano, revelan que Aretha ten¨ªa claro lo que buscaba.
Aristocracia afroamericana
No se sab¨ªa entre el p¨²blico blanco pero Aretha pertenec¨ªa a la aristocracia de los afroamericanos que hab¨ªan dejado el Sur de los Estados Unidos para radicarse en el Norte. Era hija de C. L. Franklin, un predicador de vida turbulenta al que se perdonaba todo por el pellizco, por la musicalidad de sus sermones, transmitidos a trav¨¦s de la radio y editados en disco. La casa del reverendo en Detroit era parada obligada para toda figura negra del arte o de la pol¨ªtica; la peque?a Aretha fascinaba a los visitantes, para frustraci¨®n de sus hermanas, Carolyn y Erma, futuras cantantes.
Para revistas como Jet o Ebony, Aretha es un paradigma de fortaleza ante las adversidades. En 1979, su padre se lio a tiros con unos ladrones y qued¨® malherido. Muri¨® tras cinco a?os en coma y Aretha pag¨® todas las facturas. Sus hermanas sucumbieron ante el c¨¢ncer; ella misma ha superado esa enfermedad.
Acostumbrada a un trato m¨¢s que respetuoso, la Reina del Soul se llev¨® un enorme disgusto en 2014, cuando se public¨® Respect: the life of Aretha Franklin. Firmado por David Ritz, que hab¨ªa trabajado con ella en su autobiograf¨ªa y que se frustr¨® con las limitaciones impuestas, el libro presenta un panorama descarnado de desastres conyugales, rencillas de la far¨¢ndula, problemas econ¨®micos y vicios menores.
Evidentemente, ella no lo ve as¨ª pero esas an¨¦cdotas hacen bastante por humanizarla. Frente a la pirotecnia de sus seguidoras, Aretha parec¨ªa vibrar con lo que cantaba. En sus grandes discos, su voz sonaba majestuosa, peleona, visceral. Planteaba sus exigencias emocionales y sexuales en un lenguaje ¡ªel del soul¡ª definido por machos alfa como James Brown, Otis Redding o Wilson Pickett. Hoy, Aretha es la gran superviviente de aquella edad de oro de la m¨²sica negra.
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