Del ¡°infantilismo¡± de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, al ¡°esencial¡± Ortega
Publicadas unas conversaciones in¨¦ditas de Francisco Ayala, de 1970, sobre escritores y literatura
"Ram¨®n G¨®mez de la Serna es uno de los escritores m¨¢s importantes de la literatura mundial. En el orden personal nunca pude entenderme con ¨¦l. Sent¨ªa una extra?a antipat¨ªa". ¡°El Aza?a escritor estuvo eclipsado por su car¨¢cter hosco, y por su carrera de pol¨ªtico". "La Segunda Guerra Mundial fue una verg¨¹enza nacional para Francia. Le ganaron la guerra otros, pero cre¨® el mito de la resistencia". Quien habla a pecho descubierto de grandes autores y acontecimientos de la primera mitad del siglo XX es una voz autorizada. Francisco Ayala (Granada, 1906- Madrid, 2009), novelista, ensayista, traductor, soci¨®logo, exiliado en 1939, retornado poco a poco en los sesenta, miembro de la Real Academia, premio Cervantes en 1991, premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras en 1998¡
Ayala tuvo m¨¢s de un siglo de vida portentosa de la que ahora se pueden conocer muchas an¨¦cdotas y reflexiones hondas gracias a Una conversaci¨®n literaria (Madrid, 1970), el libro que acaba de publicar la Fundaci¨®n Francisco Ayala. El volumen recoge las muchas horas de entrevista in¨¦dita que dio Ayala, a comienzos de aquel a?o, al entonces periodista cultural Miguel Fern¨¢ndez-Braso, hoy galerista y escritor.
Los motivos de que hayan transcurrido 46 a?os hasta que este libro ha emergido son varios. "Ayala hab¨ªa empezado su vuelta a Espa?a y no era lo suficientemente conocido, quiz¨¢s por eso no encontramos editor", declara a EL PA?S Fern¨¢ndez-Braso (Villanueva del Arzobispo, Ja¨¦n, 1940). "Luego pas¨® el tiempo, ¨¦l publicaba y parec¨ªa que no era necesario dar esto a la luz". Hasta que en 2015 Fern¨¢ndez-Braso don¨® una copia de la transcripci¨®n a la fundaci¨®n. "Nos dimos cuenta de que el libro ten¨ªa actualidad". As¨ª ocurre con sus comentarios sobre la pol¨ªtica, "que es el reino, no de lo ideal, sino de lo posible", dice Ayala. "Los que propugnan utop¨ªas suelen traer males mayores".
La historia de Una conversaci¨®n literaria hab¨ªa tenido su comienzo en junio de 1969, cuando Fern¨¢ndez-Braso entrevist¨® al autor de Tragicomedia de un hombre sin esp¨ªritu ¡ªel primer libro de Ayala, de 1925¡ª para el peri¨®dico Pueblo. "Yo intentaba sacar a flote a escritores que, por razones pol¨ªticas, no ten¨ªan presencia en los medios. No fue f¨¢cil, porque ¨¦l estaba considerado un rojo terrible, cuando era lo contrario, un hombre liberal y nada sectario". El propio Ayala asevera en el libro: "Mi intenci¨®n era reincorporarme a la vida espa?ola, sin que significara ning¨²n ajuste de cuentas, ni claudicaci¨®n por mi parte". De aquella entrevista para Pueblo, en la que ambos congeniaron, surgi¨® la idea de un largo desarrollo que hilvanara recuerdos y personalidades. "Quedamos varios d¨ªas en Madrid, en la casa que ¨¦l hab¨ªa comprado. Eran conversaciones relajadas, sin cuestionario previo. Ayala ten¨ªa una enorme capacidad de improvisaci¨®n, hablaba de cualquier tema gracias a su cultura secular".
La tertulia del Pombo
En esas p¨¢ginas, con lenguaje ¨¢gil, se asiste a la tertulia del Caf¨¦ Pombo, un d¨ªa en que un mendigo vomita sangre mientras un macabro G¨®mez de la Serna pide que aparezcan monosabios con arena para limpiar, como en los toros; o vemos a las juventudes hitlerianas impidiendo el paso al p¨²blico a una conferencia de Ayala en Berl¨ªn.
De las amistades con la Generaci¨®n del 27, a la que se sent¨ªa m¨¢s cercano, pasa a las cr¨ªticas de mitos como Hemingway y su Por qui¨¦n doblan las campanas: "Una novela que ve a Espa?a y a los espa?oles como un espect¨¢culo, es una espa?olada". Sobre un autor exiliado, como ¨¦l, pero que persisti¨® en contar la Guerra Civil, Ram¨®n J. Sender, no le duelen prendas al decir que su obra es "muy desigual, con aciertos, fracasos, trivialidades y torpezas incre¨ªbles". De los muchos autores que humaniza, Ortega es a quien muestra m¨¢s admiraci¨®n: "Un fil¨®sofo que representa un momento esencial en el decurso de la historia espa?ola", y un renovador de la lengua castellana.? Tambi¨¦n elogia al "experimentador Delibes". "Cada vez que se pone a escribir, se plantea un problema nuevo y lo aborda con originalidad", afirma.
Con Juan Ram¨®n Jim¨¦nez la relaci¨®n fue m¨¢s complicada. Ayala recuerda el epigrama que le dedic¨® el Nobel: "Le conozco desde chico, le ense?¨¦ yo a leer; a escribir no, porque nunca supo". A lo que el granadino respondi¨®: "Quien no asume la responsabilidad de su propia vida, y se recluye en el infantilismo, por muchas dotes po¨¦ticas que tenga, no alcanza la profundidad de la gran poes¨ªa". Sin embargo, Ayala prefiere no mostrarse muy duro en sus opiniones sobre otros porque "el juez m¨¢s severo suele ser el mismo sujeto, la propia conciencia".
Ni propaganda, ni nostalgia
De sus horas de conversaci¨®n con Ayala, Miguel Fern¨¢ndez-Braso recuerda que, pese a su apoyo a la Rep¨²blica, el autor de Los usurpadores huy¨® de los textos de propaganda. "Yo tengo un respeto tan grande a la literatura que, cuando escribo, nunca miento. Y le llamo mentir a decir lo que no pienso", declara Ayala.
Tampoco quiso cobijarse en el recuerdo de la patria perdida tras exiliarse en 1939. "Cuando sal¨ª del pa¨ªs, pens¨¦: vamos a seguir viviendo. No he tenido nostalgia. Muchos exiliados han estado lloriqueando por Espa?a". Ayala consideraba que su marcha fue beneficiosa porque "en los pa¨ªses donde vivi¨® nunca le faltaron colaboraciones, traducciones, y estaba su labor como docente", explica Fern¨¢ndez-Braso. Estaba convencido de que si se hubiese quedado en Espa?a, no habr¨ªa podido hacer nada de eso.
Babelia
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