El cuento suelta amarras
Los escritores espa?oles apuestan por el relato, pese a que vende mucho menos que la novela
Cuando en 1992 la editorial Anagrama comunic¨® al entonces desconocido escritor Eloy Tiz¨®n que aceptaba publicar sus cuentos, le advirti¨® de que no iba a ganar mucho. ¡°Los cuentos no se venden como las novelas, me dijeron. Y que los publicaban solo porque a Jorge Herralde [fundador del sello] le hab¨ªan interesado literariamente, no porque creyeran que fuera a ser rentable¡±, recuerda Tiz¨®n, que en ese momento ten¨ªa 28 a?os. Se lanz¨® una edici¨®n de 1.000 ejemplares con el t¨ªtulo Velocidad de los jardines y el primer a?o, en efecto, se vendi¨® solo poco m¨¢s de la mitad.
En aquel tiempo era rar¨ªsimo que las grandes editoriales apostaran por los cuentos de un autor al que nadie conoc¨ªa. As¨ª como en Am¨¦rica Latina o Estados Unidos el g¨¦nero ten¨ªa prestigio y lectores, en Espa?a era el hermano pobre de la novela. ¡°A m¨ª me cost¨® cuatro a?os que me publicaran el primero¡±, resume Luis Magriny¨¤, que consigui¨® estrenarse con Los a¨¦reos un a?o despu¨¦s que Tiz¨®n. Juan Bonilla, que tambi¨¦n arranc¨® en esa ¨¦poca con El que apaga la luz, recuerda la sorpresa que supuso Velocidad de los jardines: ¡°Anagrama publicaba relatos, por supuesto, pero no de primerizos. Aquello llam¨® por fin la atenci¨®n sobre el g¨¦nero y demostr¨® que no ten¨ªa por qu¨¦ quedar relegado a sellos peque?os. Nos dio esperanza¡±.
Del realismo a lo fant¨¢stico
Hay quien dice que los talleres de escritura uniformizan la manera de componer cuentos. ¡°Es rotundamente falso. Al rev¨¦s, en Espa?a han ayudado a que nacieran nuevos autores con una gran variedad de estilos y temas¡±, asegura Clara Obligado, que cre¨® el primero en este pa¨ªs hace casi 30 a?os. ¡°No damos recetas, sino t¨¦cnicas para que cada uno encuentre su propia voz¡±, corrobora Eloy Tiz¨®n, profesor en la escuela Hotel Kafka de Madrid.
El experto Fernando Valls opina que, en efecto, se aprecia una gran variedad de estilos en la nueva generaci¨®n de cuentistas espa?oles. ¡°Son muy distintos entre s¨ª y se mueven desde el realismo a lo fant¨¢stico, con todos los matices intermedios. Pero s¨ª hay algo que tienen en com¨²n: su preocupaci¨®n por la organizaci¨®n de los libros. Conciben cada t¨ªtulo como un todo, no como una mera acumulaci¨®n de cuentos. Siempre hay alguna relaci¨®n entre ellos, ya sea tem¨¢tica o estructural¡±, explica Valls.
As¨ª naci¨® la leyenda de un libro que hoy, 25 a?os despu¨¦s, se ha convertido en una obra de culto para los amantes del cuento. Tuvo dos reediciones y hace tiempo que se agot¨® en librer¨ªas, pero sigue corriendo de mano en mano. ¡°No fue un superventas, pero fue ganando fama poco a poco. Empez¨® a funcionar el boca a boca, se introdujo en las escuelas de escritores y adquiri¨® un aura especial¡±, comenta Tiz¨®n. La prueba de que contin¨²a vivo es que P¨¢ginas de Espuma, sello especializado en el g¨¦nero, acaba de reeditarlo con un pr¨®logo del propio Tiz¨®n: 3.000 ejemplares en tapa blanda y otros 999 en una edici¨®n conmemorativa en tapa dura con fotograf¨ªas del manuscrito original.
Velocidad de los jardines signific¨® ciertamente un punto de inflexi¨®n para el cuento en Espa?a. El paisaje estaba cambiando. Nombres como Eloy Tiz¨®n, Luis Magriny¨¤, Juan Bonilla, Hip¨®lito G. Navarro y Carlos Cast¨¢n empezaban a sonar no por sus novelas, sino por sus relatos. ¡°Ten¨ªamos estilos diferentes, pero nos un¨ªa una cosa: no quer¨ªamos ser Carver ni Borges ni Chejov. Busc¨¢bamos una voz propia, experimentar, romper con el costumbrismo imperante. Quiz¨¢ por eso las editoriales empezaron a hacernos caso¡±, se?ala Tiz¨®n. "?ramos artesanales, laboriosos", a?ade Magriny¨¤.
¡°Fue un momento importante, sin duda, aunque el camino lo hab¨ªan abierto ya dos grandes nombres: Cristina Fern¨¢ndez Cubas y Juan Eduardo Z¨²?iga. Ellos revitalizaron el cuento despu¨¦s de la Transici¨®n, tras el vac¨ªo que dej¨® la generaci¨®n de los 50, que tuvo grandes cuentistas como Ana Mar¨ªa Matute, Carmen Mart¨ªn Gaite, Ignacio Aldecoa¡±, apunta Fernando Valls, uno de los m¨¢s destacados estudiosos del g¨¦nero en Espa?a, autor de varias antolog¨ªas de referencia. ¡°Y ya en los comienzos del siglo XXI dos t¨ªtulos le dieron el empuj¨®n definitivo: Los girasoles ciegos (2004), de Alberto M¨¦ndez, que lleva vendidos 400.000 ejemplares, algo que muy pocas novelas alcanzan; y Los peces de la amargura (2006), de Fernando Aramburu. No hay nada en Patria, la novela que hoy ha convertido a Aramburu en un fen¨®meno literario, que no estuviera ya en aquellos relatos¡±, opina Valls.
La aparici¨®n de editoriales independientes volcadas en el cuento, como P¨¢ginas de Espuma y Menoscuarto, premios literarios espec¨ªficos como el Ribera del Duero o el Setenil y, sobre todo, la proliferaci¨®n de los talleres de escritura (que suelen usar el relato como material pedag¨®gico) han dado a¨²n m¨¢s impulso al g¨¦nero en la ¨²ltima d¨¦cada. No solo impulso, sino tambi¨¦n prestigio: Cristina Fern¨¢ndez Cubas gan¨® el a?o pasado el Premio Nacional de Narrativa y el de la Cr¨ªtica, mientras que el Nacional de las Letras recay¨® en Juan Eduardo Z¨²?iga.
?Ha perdido ya el cuento todos sus complejos en Espa?a? ¡°Tiene m¨¢s prestigio, por supuesto, no paran de salir nombres nuevos: Andr¨¦s Neuman, Pilar Ad¨®n, Marina Perezagua, Fernando Clemot. Pero sigue sin vender como la novela. Los agentes, los editores y hasta los cr¨ªticos arrugan la nariz cuando un autor aparece con relatos¡±, explica Valls. ¡°El p¨²blico de masas, ese que devora best sellers en los autobuses o el metro, no quiere cuentos. Es m¨¢s f¨¢cil instalarse en una historia durante 800 p¨¢ginas que hacer el esfuerzo de entrar cada d¨ªa en un nuevo mundo¡±, a?ade.
¡°?Es que el relato requiere un lector mucho m¨¢s formado! Es imposible que llegue a un p¨²blico masivo porque tampoco lo pretende. Si lo ¨²nico que busca un autor es dinero, entonces que escriba novelas¡±, coincide la autora argentina Clara Obligado, impulsora del primer taller de escritura que se organiz¨® en Espa?a, en 1980. Obligado ve una gran ventaja en el car¨¢cter minoritario del g¨¦nero. ¡°Al no tener tanta presi¨®n del mercado, pues no se espera que un libro de cuentos sea un superventas, ofrece m¨¢s libertad a los autores. Hay mucha m¨¢s experimentaci¨®n, m¨¢s investigaci¨®n y m¨¢s riesgo¡±, concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.