Vicente Montejano Moreno, un piloto republicano en los gulags de Stalin
Tras formarse como aviador en la URSS, fue represaliado por el r¨¦gimen sovi¨¦tico
¡°Nuestro piloto Montejano ha hecho su ¨²ltimo despegue hoy, 10 de febrero, a las 14.45, duro y resistente hasta el final, a sus 98 a?os. ?Hasta siempre, comandante!¡±. As¨ª rezaba el texto que recibimos del hijo de Vicente Montejano, Luis, m¨¦dico de profesi¨®n, el heredero de la memoria de su progenitor, piloto de la cuarta expedici¨®n de aviadores de la Segunda Rep¨²blica a Kirovabad, Azerbaiy¨¢n, a quien logr¨¦ entrevistar tiempo atr¨¢s en su domicilio. Este ¨²ltimo a?o tambi¨¦n nos dejaron el piloto Gregorio Guti¨¦rrez, Guti, y el mec¨¢nico de aviaci¨®n Antonio Vilella, ambos de la Asociaci¨®n de Aviadores de la Rep¨²blica (ADAR).
Montejano, madrile?o, creci¨® r¨¢pido, lo aprendi¨® todo con celeridad, era el mayor de ocho hermanos. Hab¨ªa perdido a su madre siendo peque?o y con apenas ocho a?os se fue a vivir con sus abuelos, propietarios de una cerer¨ªa en la que tuvo que trabajar, motivo por el cual se afiliar¨ªa a la CNT, rama de Qu¨ªmicas.
Durante la Guerra Civil, en 1937, se present¨® voluntario al Ej¨¦rcito Republicano para luchar y un a?o m¨¢s tarde, el 2 de febrero de 1938, con apenas 19 a?os, decidi¨® incorporarse a la aviaci¨®n. Efectu¨® unos ex¨¢menes para ingresar como alumno piloto en las Fuerzas A¨¦reas de la Rep¨²blica y tras superarlos fue enviado al complejo de formaci¨®n aeron¨¢utica de Murcia. Ser¨ªa seleccionado para completar su preparaci¨®n en la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Su expedici¨®n, la cuarta de Kirovabad, parti¨® de Murcia el 5 de agosto de 1938 y embarc¨® en el puerto franc¨¦s de Le Havre a bordo del Mar¨ªa Uli¨¢nova con destino Leningrado. Tras pasar por Mosc¨² llegar¨ªan a la 20? escuela militar de vuelo de Kirovabad, en el C¨¢ucaso, donde se impart¨ªan los cursos para los pilotos espa?oles. All¨ª aprendi¨® a volar, vio morir a alg¨²n compa?ero en prueba de vuelo y, milagrosamente, sobrevivi¨® a un grave incidente en el aire gracias a su ingenio.
La guerra en Espa?a termin¨®, su instrucci¨®n en la URSS tambi¨¦n, y la cuarta de Kirovabad, con m¨¢s de 180 pilotos espa?oles, qued¨® atrapada en aquellas lejanas tierras. Montejano hizo en vano todas las gestiones posibles para dejar el pa¨ªs. Las autoridades sovi¨¦ticas ofrecieron a los espa?oles integrarse en la vida laboral, siendo presionados por militares y civiles del PCE para que aceptaran. El piloto se neg¨®, al igual que otros 25 compa?eros, solicitando su repatriaci¨®n a Espa?a.
La afrenta de la no integraci¨®n en el sistema sovi¨¦tico ser¨ªa castigada severamente. En junio de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, Montejano y sus compa?eros fueron detenidos y trasladados a la c¨¢rcel de Novosibirsk, en Siberia occidental, iniciando su peregrinaci¨®n, durante 16 a?os, por el cruel sistema del gulag sovi¨¦tico. Primero fue Krasnoyarsk, en Siberia oriental, un campo de reeducaci¨®n donde, en marzo de 1942, sufri¨® un grave accidente en el aserradero en el que trabajaba en el que perdi¨® tres dedos. Posteriormente fue enviado a Kok-Usek, aleda?o a Spassk99 ¡ªen Karagand¨¢, exrep¨²blica sovi¨¦tica de Kazajist¨¢n¡ª, donde permaneci¨® hasta 1948, de donde fue trasladado junto con los dem¨¢s aviadores a Odessa. Aqu¨ª coincidir¨ªa con los prisioneros de la Divisi¨®n Azul, con los que ser¨¢n repatriados en abril de 1954 a bordo del buque Semiramis, desembarcando en Barcelona.
A su regreso a Espa?a, Montejano conocer¨ªa a su esposa, que trabajaba entonces en la secretar¨ªa de la Delegaci¨®n Nacional de Excombatientes. Residieron en Madrid, tuvieron tres hijos y reinici¨® su vida no sin dificultades y una mano mutilada. Con la llegada de la democracia y el esfuerzo de ADAR para la obtenci¨®n de las correspondientes graduaciones militares de los aviadores republicanos, en 1984 llegar¨ªa el esperado reconocimiento del grado de comandante de aviaci¨®n. Jam¨¢s olvid¨® aquel tiempo estremecedor, el mismo que su hijo, Luis, ha investigado documentalmente, con astucia y perseverancia mientras la mente de su padre, hasta sus ¨²ltimas horas de vida, volaba libre hacia el pasado.
Montserrat Llor Serra, periodista, es autora de Atrapados. Guerra Civil y represi¨®n.
Babelia
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