Mafias
¡®Peaky Blinders¡¯ narra en tres temporadas extraordinarias la historia de un clan familiar de g¨¢ngsters en Birmingham, en los a?os 20 del pasado siglo
Una de las pocas cosas evidentes en el mundo de la televisi¨®n es que casi toda la ficci¨®n que produce la BBC es un lujo. La ¨²ltima prueba es la serie Peaky Blinders cuya reposici¨®n puede verse en Movistar Series Xtra y Netflix. Tres temporadas extraordinarias de la historia de un clan familiar de g¨¢ngsters en Birmingham, en los a?os 20 del pasado siglo.
La ciudad es un personaje m¨¢s en un tiempo en que fue llamada ¡°la locomotara de la revoluci¨®n industrial¡±. Altos hornos, proletariado paup¨¦rrimo, whisky irland¨¦s a raudales, canales con barcazas para el contrabando y locales de apuestas h¨ªpicas, legales e ilegales. Desde un barrio obrero alrededor de los altos hornos asistimos a la ascensi¨®n de los Shelby, comandados por el segundo de los tres hermanos varones. Una ascensi¨®n inevitablemente violenta que corrompe cuanto toca, polic¨ªa incluida, al parecer uno de los m¨¦todos m¨¢s eficaces para alcanzar el ¨¦xito. El maquiav¨¦lico Winston Churchill y un emergente IRA son telones de fondo ocasionales.
Una pausa: en los informativos hablan de ingenier¨ªa financiera, de tarjetas black, de la ascensi¨®n y derrumbe de la trama G¨¹rtel, del oportunista relevo de la c¨²pula fiscal... incluso del comisario Villarejo.
La serie fue creada por Steven Knight a quien se debe, entre otros, el guion de Promesas del Este, largometraje en el que los bajos fondos londinenses comprueban al poder¨ªo de la mafia rusa, descendientes de los rusos blancos mafiosos que aparecen en la ¨²ltima temporada de Peaky Blinders. Naturalmente, el ascenso econ¨®mico y social de los Shelby conlleva su integraci¨®n en la alta burgues¨ªa brit¨¢nica y en su rancia aristocracia. De la humilde oficina de apuestas de Birmingham pasamos al exclusivo reducto de propietarios en el derby de Epsom (Savater a¨²n no hab¨ªa nacido) con la presencia del Rey Jorge. En los informativos hablan ahora de la sentencia del caso N¨®os. La vida contin¨²a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.