Tentativa de demolici¨®n
La argentina Betina Gonz¨¢lez firma una novela falta de nervio contra la familia como vertebradora de la sociedad
Desde el t¨ªtulo mismo, Am¨¦rica alucinada se proyecta como una inmersi¨®n en un estrato social no coincidente con una propuesta realista. Sin embargo, la prosa de Betina Gonz¨¢lez (Buenos Aires, 1972) se articula con la formalidad de un informe que enlaza tres historias de muchos meandros con un punto de partida cargado de desasosiego: Vik, un inmigrante enfermo y temeroso que, a ra¨ªz de la instalaci¨®n de c¨¢maras de vigilancia en el interior de su vivienda, descubre que una mujer se ha instalado en su casa; el discurso que Beryl, una anciana interna en un geri¨¢trico, dirige a una doctora sobre su experiencia en una comunidad ?hippy, que la llev¨® a extraviarse con el sexo libre y las drogas, en la actualidad ¡°fuera de curso desde 1969¡± y ahora promotora de un club de caza entre los viejos para matar los ciervos que proliferan a lo bravo por la comarca, tocados por una ¡°locura animal¡±; Berenice, una ni?a que se despierta en el departamento de su madre con indicios que ser¨¢n concluyentes de haber sido abandonada. A estas historias hay que a?adir la presencia m¨ªtica de una flor alucin¨®gena, llamada albaria o Flor de la Conciencia, que propicia por igual la demolici¨®n de la realidad y la enajenaci¨®n. Y, a manera de una err¨¢tica rebeli¨®n, la actuaci¨®n de los ¡°desadaptados¡±, individuos y parejas que ¡°predican la vuelta a la naturaleza, la deserci¨®n de los deberes c¨ªvicos y la vida alucinada en los bosques¡±.
As¨ª expuesta, se podr¨ªa deducir que esta novela deriva hacia la exposici¨®n de un mundo apocal¨ªptico. No es el caso, pero la suma de diferentes g¨¦neros, con algunas pesarosas disquisiciones que pasan por consejos paternales, como la explicativa disertaci¨®n del se?or M¨¹ller a la hu¨¦rfana Berenice casi al final de la novela, obligan a pensar que hay algo en estas p¨¢ginas que no termina de rescatar su valor. La combinaci¨®n para fusionar las tres historias, enlazadas mec¨¢nicamente, promete un desarrollo narrativo que constantemente se quiebra por la acumulaci¨®n de sucesos del pasado que tienen una entidad pr¨®xima al ensayo. Cosa que paraliza el curso del relato, con la sensaci¨®n de estar siempre comenzando. Y cuando la narraci¨®n reclama su funci¨®n (por ejemplo, en el encuentro f¨ªsico de Vik con la mujer oculta en su armario), los personajes se muestran muy poco propicios a revelar sus miedos, que precisamente era la causa de la tensi¨®n que los manten¨ªa alertas. Lo mismo cabe decir del final de la novela con la revelaci¨®n sentimental de la vieja Beryl y la ni?a Berenice, cuya concurrencia postula la que tal vez sea la m¨¢s grave impugnaci¨®n de Am¨¦rica alucinada: que la familia es una instituci¨®n degradante y a ella se deben los males m¨¢s arraigados en nuestra civilizaci¨®n.
No cabe descreer del noble impulso que ha guiado a Betina Gonz¨¢lez a embarcarse en un proyecto de demolici¨®n de la base en que se sustenta la sociedad. Pero le ha faltado nervio, pues si bien es m¨¢s que meritoria su capacidad para distorsionar la materia social, no consigue transmitir el trastorno que deb¨ªan suscitar ciertas frases que pone en boca de sus personajes, afectadas de una ret¨®rica m¨¢s acartonada que vibrante, como esta declaraci¨®n de la vieja Beryl: ¡°Logr¨¦ verme como lo que soy, doctora: una pasajera m¨¢s del naufragio m¨¢s terrible que haya sufrido una ¨¦poca, un pa¨ªs, una generaci¨®n completa; una sobreviviente del ruido que hacen los mil y un cerrojos del mundo al estallar demasiado tarde y demasiado fuerte¡±.
Am¨¦rica alucinada. Betina Gonz¨¢lez. Tusquets, 2016. 256 p¨¢ginas. 18 euros
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