A la porra Max Aub
Cuando era alcaldesa de Madrid Ana Botella quiso eliminar el nombre de Fernando Fern¨¢n G¨®mez de un teatro de la ciudad, se arm¨® un buen revuelo y el intento no termin¨® de cuajar.
Ahora, el nuevo Ayuntamiento, por voz de la concejala Celia Meyer, pretende cometer el mismo desprop¨®sito eliminando los de Max Aub y Fernando Arrabal de sendos teatros municipales, y aunque la alcaldesa ha prometido que eso no va a ocurrir, ya se han descabalgado precipitadamente sus letreros de las puertas de los teatros. Qu¨¦ man¨ªa por hacerse notar tienen estos representantes de los ciudadanos, unos por revanchas ideol¨®gicas, otros vaya usted a saber por qu¨¦ tipo de tonter¨ªas. No es este el lugar para comentar los cambios de programaci¨®n y tendencias que se quieren imponer en los teatros del Matadero a pesar de que hasta ahora su programaci¨®n hubiera conseguido el apoyo del p¨²blico, pero s¨ª insistir en la reivindicaci¨®n que significaba, por modesta que fuera, de la memoria de Max Aub, autor m¨¢s de una vez ignorado o censurado a lo largo de su vida. Por ejemplo, la pel¨ªcula Sierra de Teruel, que Andr¨¦ Malraux dirigi¨® en 1945, en la que Aub colabor¨® fue prohibida en Espa?a (el mes pr¨®ximo podremos verla en el espacio de la 2 Historia de nuestro cine), o Los olvidados, de Bu?uel en la que Max Aub no fue acreditado como dialoguista, o su cuento La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco, que el director mexicano Arturo Ripstein adapt¨® en 2002 al cine con el estramb¨®tico t¨ªtulo de La virgen de la lujuria¡ En YouTube puede encontrarse el texto original le¨ªdo por el propio autor con su peculiar y simp¨¢tico acento. No se lo pierdan.
Tambi¨¦n deber¨ªa escucharlo el nuevo representante de los teatros del Matadero, Mateo Fej¨®o, que dice va a "rastrear en busca de creadores inconformistas, radicales y transgresores". Pues que comience por mantener los nombres de dos de ellos, emblem¨¢ticos sin duda. ?No es Fernando Arrabal radical y transgresor? ?Qu¨¦ otra cosa son sus pel¨ªculas Viva la muerte, Ir¨¦ como un caballo loco o El cementerio de autom¨®viles? ¡°Ha sido un malentendido¡±, aclara ahora la concejala, y asegura que los teatros recuperar¨¢n sus nombres, pero el s¨ªntoma est¨¢ ah¨ª. Y es peligroso. ?Pobre Max Aub!
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