Coetzee se despega del mundo
'Los d¨ªas de Jes¨²s en la escuela', nueva novela del Nobel sudafricano, es la continuaci¨®n de La infancia de Jes¨²s. Su esquematismo no la convierte en una obra menor

En el frontispicio de su ¨²ltima novela, J. M. Coetzee inscribe, en espa?ol, la conocida cita de Don Quijote seg¨²n la cual ¡°nunca segundas partes fueron buenas¡±. La segunda parte a que se refiere es Los d¨ªas de Jes¨²s en la escuela, secuela de una novela anterior, cuyo t¨ªtulo, La infancia de Jes¨²s, resulta altamente desconcertante pues el nombre de Jes¨²s no se menciona una sola vez en el texto de ninguna de estas enigm¨¢ticas par¨¢bolas. La infancia de Jes¨²s transcurre en una sociedad ut¨®pica que responde al improbable nombre de Novilla, cuyos habitantes hablan espa?ol. En la secuela, los protagonistas, In¨¦s y Sim¨®n, padres putativos de David, un ni?o de seis a?os, se han trasladado al paraje igualmente abstracto de otra ciudad, que en esta ocasi¨®n se llama Estrella.
Don Quijote, libro con el que David aprendi¨® a leer en Novilla, vuelve a desempe?ar un papel importante en Estrella. El inter¨¦s de Coetzee por la lengua en que Cervantes escribi¨® su obra maestra constituye uno de los numerosos viajes de regreso a los or¨ªgenes que tienen lugar a lo largo de la narraci¨®n. En el caso del Quijote se trata de volver al texto fundacional de la novela moderna, entendida como matriz que encierra en s¨ª la capacidad de generar todas las historias. Hay muchos tropismos semejantes en Los d¨ªas de Jes¨²s en la escuela y el objetivo com¨²n a todos ellos es llegar a la ra¨ªz de las formas esenciales, en lo que constituye una b¨²squeda de signo inequ¨ªvocamente plat¨®nico. Adem¨¢s de las de Cervantes y Plat¨®n, sobre el texto se proyectan de distinta manera las sombras de Bach, Von Kleist, Kafka, Beckett (por la desnudez radical de la expresi¨®n) y, de manera particularmente se?alada, Dostoievski.
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La educaci¨®n formal de David tiene lugar en una Academia de Danza, donde se adiestra a los ni?os en la ciencia de los n¨²meros, entidades primordiales que ¡°est¨¢n en el cielo, donde viven con las estrellas¡±. El proceso educativo consiste en ¡°llamarlos para que desciendan, adiestrando el alma en la direcci¨®n del bien¡±. Antes de llegar al escenario de la narraci¨®n, los personajes tuvieron una vida de la que no guardan memoria, tan solo sombras de recuerdos que se han ido desvaneciendo hasta hacerles creer que la ¨²nica vida real es la que les es dado contemplar de manera tangible. Dada su edad, David tiene m¨¢s presentes que los dem¨¢s las sombras de sus recuerdos, aunque carece de palabras para expresarlos debido a que ¡°junto con el mundo que se ha perdido, se ha perdido el lenguaje capaz de evocarlo¡±.
Los d¨ªas de Jes¨²s en la escuela es una propuesta narrativa en extremo radical. No es que estemos ante un Coetzee menor que el de Esperando a los b¨¢rbaros, Vida y ¨¦poca de Michael K. o Desgracia, sino ante un autor cuya manera de entender la ficci¨®n ha experimentado un cambio dr¨¢stico, consistente en llevar a sus ¨²ltimas consecuencias el proceso de despojamiento del lenguaje, reduciendo el arte de narrar a sus elementos esenciales (el fen¨®meno empez¨® a hacerse perceptible con Elizabeth Costello en 2003). Reflexionando acerca de los a?os finales de Tolst¨®i, Coetzee escribe en Diario de un mal a?o (2007), la novela inmediatamente anterior a La infancia de Jes¨²s: ¡°Sentir un despego creciente con respecto al mundo es algo que sucede de manera natural a muchos escritores. Con la edad se vuelven m¨¢s fr¨ªos, la textura de su prosa se adelgaza, la acci¨®n y los personajes se hacen m¨¢s esquem¨¢ticos. La explicaci¨®n habitual de este s¨ªndrome es la merma del poder creativo, y sin duda est¨¢ relacionado con la p¨¦rdida de fuerza f¨ªsica y sobre todo del deseo¡±. Hay otra explicaci¨®n posible que Coetzee se apresura a se?alar: ¡°Este mismo proceso se puede interpretar de una manera muy distinta: como una liberaci¨®n, como la adquisici¨®n de una mayor claridad mental que nos permite abordar tareas de mayor envergadura¡±. No es posible describir mejor la po¨¦tica que subyace a las dos ¨²ltimas novelas de Coetzee.
El esquematismo de la narraci¨®n se concreta en di¨¢logos de corte socr¨¢tico en los que se indaga acerca de los or¨ªgenes de casi todo: el lenguaje, la vida, la naturaleza del sexo y del deseo, la g¨¦nesis biol¨®gica de los seres humanos, el pacto social, el car¨¢cter que debe tener la educaci¨®n del hombre. Coetzee aborda estas y otras cuestiones a trav¨¦s de las preguntas que formula un ni?o de seis a?os a las que los adultos responden con elemental naturalidad. La directora de la Escuela de Danza, Ana Magdalena, es una mujer cuya g¨¦lida belleza, pese a encarnar un ideal de perfecci¨®n, es incapaz de despertar el deseo carnal en quien la contempla. Coetzee la describe como ¡°una estatua de alabastro¡±. Estas son, exactamente, las cualidades de la prosa que se utiliza en la novela.
Avanzada la narraci¨®n, el argumento da un giro que parece tomado de una novela de Dostoievski. Ana Magdalena ejerce un efecto mal¨¦fico sobre un personaje atormentado que responde al nombre de Dmitri, lo cual hace que la historia se adentre por derroteros que hacen pensar en las tortuosas disquisiciones del autor de Crimen y castigo. La lectura de Los d¨ªas de Jes¨²s en la escuela es una experiencia extra?a y desoladora. El despojamiento de la prosa se traduce en un despego emocional que deja al lector sin asideros. Lo mejor, como ocurre con las obras finales de Beethoven, es dejarse arrastrar por el misterio. La recompensa es altamente gratificante tanto est¨¦tica como intelectualmente.
Los d¨ªas de Jes¨²s en la escuela. J. M. Coetzee. Traducci¨®n de Javier Calvo. Literatura Random House, 2017. 256 p¨¢ginas. 18,90 euros
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