Uri Caine nos alerta del derrumbe con Stefan Zweig
El m¨²sico dedica una pieza improvisada al autor de ¡®El mundo de ayer¡¯ en Madrid
Stefan Zweig, ese pura sangre de la literatura, escribi¨® que jam¨¢s se hab¨ªa dado tanta importancia a s¨ª mismo como para sentir la tentaci¨®n de contar la historia de su vida. Pero gracias al cielo lo hizo -y de qu¨¦ manera- en ese libro que deber¨ªa ser estudio obligatorio en los colegios, titulado El mundo de ayer (El Acantilado). Son sus memorias. Un relato limpio, cristalino, desolador de la Europa de entreguerras donde Zweig cuenta preclaro como su mundo se le derrumb¨® no una, sino dos veces, sin aparente explicaci¨®n.
Aquello le llev¨® al suicidio en Petr¨®polis (Brasil), en 1942, sin que viera atisbo de soluci¨®n para librarse de las garras del totalitarismo. El pianista Uri Caine (Filadelfia, 1956) ha querido dedicarle una pieza de larga improvisaci¨®n basada en esa lectura. Fue este martes en los teatros del Canal, dentro del Festival de Arte Sacro de Madrid. ¡°Es un libro asombroso, donde en cada momento, cuando puedes en tu interior desear lo mejor, en cambio, temes lo peor. Y ahora, en Estados Unidos, reci¨¦n llegado de Nueva York, como estoy, con Trump all¨ª, me ha resultado esencial para entender¡±, afirma el m¨²sico.
Entender que no hay que dar nada por sentado, que todo se revela fr¨¢gil, amenazado, inconsistente, vol¨¢til. Las ra¨ªces jud¨ªas de Caine, proveniente de supervivientes lituanos, se le han revuelto tras la llegada de la tropa Trump. ¡°Yo crec¨ª escuchando historias de inmigrantes, refugiados y supervivientes. Historias traum¨¢ticas para un ni?o pero que han conformado mi pa¨ªs tal c¨®mo es. Tambi¨¦n entonces sufrieron para entrar y verse aceptados. Pero finalmente pudieron labrarse un futuro. Todo ese retroceso es lo que empezamos a vivir ahora de manera incomprensible¡±.
Un hotel para m¨²sicos
Entre los recuerdos de Stefan Zweig de la decadente y deslumbrante Austria-Hungr¨ªa que el vio desplomarse, hay pasajes que dan una idea de su car¨¢cter catalizador. No s¨®lo su casa sirvi¨® de refugio a literatos eminentes como Thomas Mann, James Joyce, Paul Valery, Franz Werfel o Hugo von Hoffmasthal, tambi¨¦n para los m¨²sicos con los que trat¨® en vida. Toda una brillante generaci¨®n de creadores como Richard Strauss, Gustav Mahler, Bela Bartok, Ravel, Alban Berg o Arturo Toscanini. Algunos de ellos, como el eminente director de orquesta italiano, lograron aportarle esperanza: ¡°Con ¨¦l se pod¨ªa volver a creer en el mundo, en la humanidad¡±, escribe Zweig. Aunque no tanto como para salvarle de la muerte cuando junto a su esposa decidi¨® quitarse la vida con una c¨¢psula de cianuro lejos de Viena.
Al fin y al cabo, queda la m¨²sica. Y el libro de Zweig est¨¢ plagado de ella con recuerdos de Mahler, Richard Strauss o la nueva escuela vienesa rupturista y apocal¨ªptica, liderada por Arnold Schoenberg. ¡°Un ejemplo de quien lo vio venir y sali¨® corriendo. Aunque aquel sexto sentido y ese instinto de supervivencia llevara a muchos despu¨¦s a sentirse culpables por haber, en cierta forma, huido¡±.
Uri Caine ha dedicado discos a Mahler previamente, entre otros compositores. Su car¨¢cter mestizo de m¨²sico de jazz explorador en los territorios de la tradici¨®n tambi¨¦n le llevaron hacia Beethoven, Bach, Wagner o Scarlatti, como vimos en su ¨²ltima visita a Espa?a. ¡°Mi formaci¨®n cubre ambos frentes. Bernard Peiffer, un pianista al que considero mi mentor, me oblig¨® a entender la armon¨ªa primero. Y eso deb¨ªa hacerlo con Mozart y con Bach. Vu¨¦lvete loco con esa m¨²sica, me aconsej¨®, y de hecho, lo consigui¨®¡±.
Pero Caine no deja de darle un toque canalla y original. ¡°Le quito la pompa y la parafernalia a Wagner y lo meto en un caf¨¦ italiano. Al fin y al cabo, muri¨® en Venecia, ?no?¡±.
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