Sorpresas y estilos tard¨ªos
McEwan y Swift son dos de los novelistas brit¨¢nicos que me han dado m¨¢s satisfacci¨®n en los ¨²ltimos a?os
1. Criada
De aquel brillante e irrepetible dream team de novelistas brit¨¢nicos surgidos en los ochenta (por nacimiento: Barnes, Rushdie, McEwan, Swift, Amis e Ishiguro), los que a lo largo del tiempo me han dado m¨¢s satisfacciones como lector han sido McEwan y Swift. Estos d¨ªas ando de suerte: tras haber disfrutado con C¨¢scara de nuez (Anagrama), en la que McEwan vuelve a ofrecer uno de sus tours de force narrativos al contarnos un thriller desde el punto de vista de un (inteligent¨ªsimo) feto, he pasado otra tarde estupenda con El domingo de las madres (Anagrama), de Graham Swift, que permanecer¨¢ mucho tiempo en mi recuerdo. Su t¨ªtulo hace referencia al ya olvidado Mothering Sunday, que se celebra el cuarto domingo de Cuaresma y en el que era tradicional que los se?ores dieran permiso a sus sirvientes para que festejaran a sus madres. Lo que pasa es que Jane Fairchild, la criada hu¨¦rfana que protagoniza esta genial novela corta, no tiene a qui¨¦n festejar. Una providencial llamada telef¨®nica (estamos en 1924: justo el a?o en que acaba la serie Downton Abbey, con cuyo contexto tiene tanto que ver esta historia) le ¡°ordena¡± acudir a un placentero encuentro clandestino con el se?orito Paul Sheringam, con el que la joven mantiene una relaci¨®n secreta desde hace siete. Bien: ese d¨ªa de las madres ser¨¢ fundamental para la posterior evoluci¨®n de Jane. Un tr¨¢gico suceso (es decir, un hecho excepcional que, mezclado con la historia de amor, justifica el subt¨ªtulo ingl¨¦s de ¡®Romance¡¯) va a ocasionar un dr¨¢stico cambio en la vida de la criada. De sentirse una especie de ¡°fantasma¡± destinada a reproducir su destino (¡°no ver nada, no o¨ªr nada, mantener la boca cerrada¡±), Jane, que disfruta en sus ratos libres leyendo romances de Stevenson o Conrad que obtiene en la biblioteca de sus amos, se convierte en una ¡°observadora profesional de la vida¡± de los otros y descubre que ¡°las palabras eran como una piel invisible que envolv¨ªa al mundo y le confer¨ªan realidad¡±. De ese modo comienza una triunfante carrera como novelista. A los 98 a?os y despu¨¦s de haber escrito 19 novelas, la antigua criada habla en voz alta (pero no dice todo: la novela abunda en elipsis repletas de significado) de aquel lejano domingo en que todo cambi¨®. Contada en tercera persona y en un medido estilo libre indirecto en el que resuenan, como ritornelos (al modo de Mar¨ªas), determinados motivos, esta historia (casi) feminista de amor y superaci¨®n dotada de gran intensidad er¨®tica est¨¢ a la altura de otras obras maestras del propio Swift como El pa¨ªs del agua (1983) o ?ltimos tragos (1996).
2. Familia
Quiz¨¢s el error impl¨ªcito en el general desconcierto que provocan los dos ¨²ltimos libros de J.?M.?Coetzee estribe en considerarlos alegor¨ªas de algo que nadie se atreve a nombrar; y es que, del mismo modo que, a menudo, los ¨¢rboles impiden al caminante sentir la profundidad y extensi¨®n del bosque, la sospecha de un sentido escondido puede frustrar la necesaria empat¨ªa del lector con el texto. En Los d¨ªas de Jes¨²s en la escuela, la secuela de La infancia de Jes¨²s (2013; ambos en Random House), reaparece su trinidad protagonista: David, el ni?o; su madre, In¨¦s, y su padre adoptivo, David. Ahora, con el precoc¨ªsimo, pregunt¨®n y exasperante ni?o en edad escolar, la ¡°familia¡± se ha trasladado de Novilla a Estrella con sus escasas pertenencias, incluyendo El Quijote en que David aprendi¨® a leer. Por lo dem¨¢s, la novela responde tanto a ese ¡°estilo tard¨ªo¡± desprovisto de florituras al que se refer¨ªa Coetzee en su correspondencia con Auster (Aqu¨ª y ahora 2008-2011, Anagrama & Mondadori) como a aquel desider¨¢tum de Flaubert de escribir un libro que solo se mantuviera por la fuerza de su estilo. Mediante un lenguaje desnudo y filoso, Coetzee somete la narraci¨®n a una dram¨¢tica depuraci¨®n de la sustancia de sus elementos: los personajes no son del todo tales, aunque seguimos reconoci¨¦ndolos por lo que dicen y hacen, la an¨¦cdota se adelgaza (aunque hay un asesinato), la descripci¨®n no existe, y los di¨¢logos, verdadero meollo de la historia, recuerdan m¨¢s a los de Plat¨®n que a los de Henry James. Y, a pesar de todo, la novela no solo se sostiene, sino que se apodera del lector que consigue superar su desconcierto ante un ins¨®lito universo narrativo. Uno tiene que relativizar los nombres (los Arroyo ¡ªen alem¨¢n Bach¡ª, propietarios de la Academia en la que David aprende la danza de los n¨²meros, se llaman Juan Sebasti¨¢n y Ana Magdalena), las pistas (simb¨®licas) falsas e incluso ese Jes¨²s que nunca aparece para poder sumergirse en lo que se nos propone. Y el resultado, como en La infancia de Jes¨²s, no decepciona a quienes consideramos al autor de Desgracia (2003; el mismo a?o en que obtuvo el Nobel) uno de los grandes maestros de la novela de nuestro tiempo.
3. Patria
Con unos 170.000 ejemplares vendidos hasta la fecha, nadie duda de que Patria, de Fernando Aramburu, se ha convertido en el gran fen¨®meno editorial de los ¨²ltimos meses. M¨¢s all¨¢ de las consideraciones cr¨ªticas (mayoritariamente un¨¢nimes) y de las reticencias de la izquierda abertzale, el libro no cesa de leerse y discutirse. Marcial Pons, cuya colecci¨®n de historia sigue en vanguardia, acaba de publicar un libro crucial para el debate sobre el contexto moral y social de la violencia en Euskadi: Misivas del terror, editado por Izaskun S¨¢ez de la Fuente Aldama, analiza, a partir de las cartas de extorsi¨®n enviadas por ETA a los empresarios vascos, el entramado (incluyendo las autojustificaciones y el papel de los ¡°mediadores¡± en la financiaci¨®n del terrorismo) de prejuicios, complicidades y chantajes que formaron parte esencial de la violencia durante los a?os de plomo.
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