El cuento de Rodolfo Walsh desaparecido por la dictadura argentina
Los dos ¨²nicos lectores conocidos de ¡®Juan se iba por el r¨ªo¡¯ reconstruyen el texto a partir de su memoria para una muestra

"Juan Antonio lo llam¨® su madre. Duda era su apellido. Su mejor amigo, Ansina y su mujer, Teresa". Con estas l¨ªneas comienza Juan se iba por el r¨ªo, el ¨²ltimo cuento del escritor, periodista y militante argentino Rodolfo Walsh. Lo escribi¨® entre enero y marzo de 1977, de forma paralela a su Carta abierta a la Junta Militar en la que denunci¨® p¨²blicamente las atrocidades perpetradas por la dictadura en el primer aniversario del golpe militar. A diferencia de esa misiva, convertida en uno de los testimonios m¨¢s precisos del horror, esa obra de ficci¨®n sigue desaparecida 40 a?os despu¨¦s. La compa?era de Walsh, Lilia Ferreyra, recit¨® de memoria el inicio del cuento en un caf¨¦ de la Gran V¨ªa de Madrid en 1982. Frente a ella estaba Mart¨ªn Gras, superviviente del centro clandestino de detenci¨®n de la Escuela Superior de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA), donde fue trasladado Walsh el 25 de marzo de 1977 tras ser acribillado a balazos a plena luz del d¨ªa en una esquina de Buenos Aires. Mart¨ªn Gras la escuch¨® y en su cara se form¨® una sonrisa: "Yo le¨ª ese cuento", le dijo, "lo le¨ª all¨ª, en la ESMA.
Gras le relat¨® entonces las escenas de Juan se iba por el r¨ªo que recordaba y Ferreyra se dio cuenta de que hab¨ªa al menos otro lector de ese cuento perdido. Los militares se lo llevaron de la casa en la que se ocultaba el escritor y oficial de inteligencia de Montoneros, junto a todos sus papeles y objetos personales, horas despu¨¦s de asesinarlo.
"Con Lilia dec¨ªamos que ¨¦ramos parte del club m¨¢s exclusivo del mundo, el de los lectores del ¨²ltimo cuento de Walsh. Ahora s¨®lo quedo yo", dice a EL PA?S Gras, al recordar con tristeza la muerte de Ferreyra, ocurrida en 2015. Nadie sabe qu¨¦ destino tuvo el relato, si los militares lo conservaron o se deshicieron de ¨¦l, pero el texto cobra vida ahora gracias a la memoria de Ferreyra y Gras en la exposici¨®n reci¨¦n inaugurada Walsh en la ESMA. La muestra incluye tambi¨¦n testimonios de supervivientes de la ESMA que dan fe del traslado del militante a este centro del horror, por el que pasaron 5.000 detenidos-desaparecidos. Y se completa con una sala dedicada a los dem¨¢s papeles robados.
"La dictadura militar no s¨®lo mat¨® a Rodolfo Walsh, tambi¨¦n secuestr¨® su obra", se?al¨® Alejandra Naftal, directora ejecutiva del museo, durante la inauguraci¨®n de la muestra. "Todo lo que pas¨® despu¨¦s de secuestrado lo sabemos gracias al testimonio invalorable de los sobrevivientes", agreg¨®.
Gras estaba en el s¨®tano cuando trajeron a Walsh, ya muerto o malherido. "Hab¨ªa algo raro en el aire, mucha tensi¨®n y excitaci¨®n", rememora. Los secuestrados recibieron ¨®rdenes a los gritos de regresar al altillo del Casino de Oficiales, llamado entonces Capucha, pero ¨¦l aprovech¨® la confusi¨®n para encerrarse en el ba?o y se qued¨® all¨ª con los pantalones bajados hasta que cesaron los ruidos. Cuando empez¨® a subir por las escaleras para ir a Capucha, se choc¨® con oficiales de la Armada que bajaban hacia la enfermer¨ªa y por la parte inferior del antifaz que le cubr¨ªa el rostro acert¨® a ver algo de lo que ocurr¨ªa. "Era Rodolfo. Ten¨ªa una r¨¢faga de balas debajo del pecho", afirma. 40 a?os despu¨¦s, su cuerpo permanece en paradero desconocido y los descendientes de Walsh, presentes en la inauguraci¨®n, denuncian que nadie lo est¨¢ buscando.
El hombre que se anim¨®
Pocos d¨ªas despu¨¦s de su asesinato, Gras encontr¨® los papeles de Walsh en el s¨®tano. En silencio, devor¨® sus textos cr¨ªticos dirigidos a la c¨²pula de Montoneros, la carta abierta a la Junta Militar, la carta que escribi¨® a su hija Vicky cuando fue asesinada por los militares y ese ¨²ltimo cuento, que permanece sin publicar.
Su protagonista, Juan Antonio Duda, es "un argentino derrotado del siglo XIX" -en palabras de Ferreyra- que ha participado en numerosas batallas y las recuerda sentado en un banco frente al R¨ªo de la Plata. En el otro extremo se divisan las casitas blancas de la colonia y ¨¦l desea llegar hasta all¨ª. Un d¨ªa, el r¨ªo se seca y "Juan, sacudi¨¦ndose su melancol¨ªa, se lanza a caballo a cruzar el r¨ªo, m¨¢s all¨¢ de su incertidumbre. Cuando Juan es solo un punto en el horizonte el r¨ªo empieza a crecer, incontenible", record¨® ante el tribunal la compa?era de Walsh. Ah¨ª termina el cuento. Ferreyra lo pas¨® a m¨¢quina y al llegar al final le pregunt¨® a Walsh si Juan lograba cruzar el r¨ªo. "No lo sabemos", asegura que le contest¨®. En ese largo caf¨¦ con Gras, se dio cuenta de que el final abierto hab¨ªa sido para ella una met¨¢fora de esos meses de 1977 en los que crey¨® que Walsh pod¨ªa estar vivo: "Una esperanza, el deseo de ganarle a la muerte y al destino".
M¨¢s tarde, ante los jueces, Ferreyra le dio a Juan se iba por el r¨ªo otra interpretaci¨®n: "Lo que importaba es que Juan se anim¨®, m¨¢s all¨¢ de las circunstancias, del dolor, se anim¨® a cumplir ese deseo". Y se?al¨® que Rodolfo Walsh fue tambi¨¦n "un hombre que se anim¨®" a denunciar el terror y la miseria planificada por la dictadura "sin la esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumi¨® de dar testimonio en momentos dif¨ªciles".
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