¡®La escuelita¡¯: empat¨ªa consciente
Arranca la nueva plataforma pedag¨®gica del CA2M, dirigida por Margarida Mendes y Julia Morandeira, que apuesta por lo afectivo y las experiencias informales
¡°La experimentaci¨®n como metodolog¨ªa¡±. Ya lo anticip¨® en su statement. Tambi¨¦n en muchos de sus proyectos antes de llegar al CA2M. Manuel Segade lleva algo m¨¢s de un a?o al frente del centro de arte de la Comunidad de Madrid, pero ya le ha dado tiempo de darle una vuelta a lo que significa pensar, gestionar y dirigir una instituci¨®n como ¨¦sta. Lo hace desde varios frentes pero en especial sobre el campo pedag¨®gico, que siempre ha marcado un punto de intensidad en este espacio. Entre sus planes estaba implementar una estructura curatorial transversal al centro, as¨ª como crear una plataforma experimental, en las que formas de estudio y aprendizajes colectivos propusieran otros modos de investigaci¨®n, que a su vez reflexionaran sobre las l¨ªneas de programaci¨®n del CA2M.
Esa es la base de La escuelita: generar algo nuevo, un ambiente proactivo, cr¨ªtico. Al frente est¨¢n Margarida Mendes y Julia Morandeira, dos comisarias para las que la investigaci¨®n ha sido un elemento vertebrador en sus proyectos expositivos o educativos. Mendes vive en Lisboa y ha firmado, desde 2009, uno de los proyectos en la ciudad m¨¢s interesantes, The Barber Shop, un programa de seminarios y residencias dedicadas a la investigaci¨®n art¨ªstica y filos¨®fica. Morandeira centra muchos de sus proyectos en indagar sobre la idea de producci¨®n cultural y forma parte de varios grupos de investigaci¨®n, como Declinaci¨®n Magn¨¦tica y Pen¨ªnsula del Museo Reina Sof¨ªa.
Para La escuelita, explican, hay un libro, The Undercommons, de Fred Moten y Stephano Harney, que ha sido fundamental. Hablan de la urgencia de crear espacios de aprendizaje surgidos del deseo colectivo y que combaten el monopolio acad¨¦mico de qu¨¦ conocimientos se produce y c¨®mo se produce. ¡°Decidimos articular un espacio y un programa regido por la afinidad en vez de por una identidad fija, como un ecosistema discontinuo. O como un pulpo que toca y palpa su entorno con sus m¨²ltiples tent¨¢culos, absorbiendo y siendo transformado por experiencias hedonistas y ef¨ªmeras¡±. Su apuesta es clara: crear espacios de discusi¨®n donde germinen nuevas formas de pol¨ªtica, promover el intercambio y la contaminaci¨®n de saberes e indagar en otras formas de narrar, imaginar, nombrar, valorar, legitimar y representar. Fomentar la empat¨ªa consciente.
- P. ?Qu¨¦ falla en la pedagog¨ªa del arte para plantear un proyecto como La escuelita?
- R. La escuelita surge en cierto modo como una reacci¨®n directa contra la tendencia global de mercantilizaci¨®n que est¨¢ sufriendo la educaci¨®n reglada: el encarecimiento del sistema educativo, en el que los estudiantes se transforman en clientes, as¨ª como la progresiva esclerotizaci¨®n de contenidos y metodolog¨ªas. Pero de manera m¨¢s espec¨ªfica, la escuelita se construye desde una cr¨ªtica fuerte a la academia occidental, en la que hemos visto c¨®mo las tradiciones epistemol¨®gicas han sido evacuadas de sentido por el asalto salvaje del mercado, y en la que las materias de estudio se siguen reproduciendo a partir de conocimientos previos (auto-proclamados superiores y contenidos en campos que cada d¨ªa se revelan m¨¢s estancos). La escuelita es un programa p¨²blico y gratuito, que se conforma a trav¨¦s de premisas cr¨ªticas en vez de disciplinas fijas, que interpelan saberes y metodolog¨ªas que provienen de experiencias diferentes y dispares, pero que al ser desplazadas, mezcladas y actualizadas en el contexto, pueden convertirse en herramientas cr¨ªticas que arrojan nueva luz sobre las problem¨¢ticas que nos ocupan. La idea es experimentar y reflexionar tanto con el qu¨¦ estudiamos como con el c¨®mo; no s¨®lo se?alar cr¨ªticamente el problema, si no buscar formas de resolverlo, representarlo, encarnarlo, contarlo.
- P. El propio nombre de la escuelita tiene mucha historia. Cu¨¦ntennos.
- R. Escuelita fue un local de baile nocturno hist¨®rico que la comunidad LGTBQI latina estableci¨® en Nueva York, que cerr¨® justamente el a?o pasado por las presiones de la gentifricaci¨®n. La sociabilidad, la circulaci¨®n afectiva, as¨ª como los gestos y performances que ah¨ª se coc¨ªan, son tambi¨¦n modelos de aprendizaje que nos inspiran. Escuelita tambi¨¦n remite a las escuelitas zapatistas, que articulaban la visi¨®n maya de la educaci¨®n no s¨®lo como algo formal sino como una dimensi¨®n social de la vida, basada en la reciprocidad. Y tambi¨¦n nos interesa la palabra escuelita en su sentido diminutivo, como algo menor y peque?o en el sentido de no pretencioso, de informal; como una escuela no impositiva donde la producci¨®n es siempre sin¨®nimo de exploraci¨®n.
- P. ?C¨®mo se organiza un escuela informal?
- R. La estructura de la escuelita es caleidosc¨®pica, a trav¨¦s de una organizaci¨®n sensible conectada con los deseos y urgencias que nos rodean, como si fueran antenas. Esta primera temporada la hemos articulado a trav¨¦s de tres vectores: Resonancias, bajo la que se agruparan sesiones de experimentaci¨®n con diferentes metodolog¨ªas y materiales; Encuentros, un programa en el que varios invitados comparten su trabajo; y Lecturas compartidas, un ciclo semanal en el que se leen de manera cruzada textos de distintas proveniencias. Para esta primera temporada que hemos llamado Infraestructuras especulativas, el ciclo de lecturas es una propuesta de Jos¨¦ Manuel Bueso titulada La unidad de imaginaci¨®n forense, que hace un ensamblaje de extractos de novelas de ciencia ficci¨®n y textos de teor¨ªa pol¨ªtica para desarrollar un an¨¢lisis forense del momento actual. La escuelita estar¨¢ formada por un grupo nuclear de afiliados, que constituyen la materia gris del proyecto a la vez que le dotan de continuidad y cohesi¨®n. Pero todas las sesiones son abiertas, y queremos que se den diferentes grados de participaci¨®n e implicaci¨®n.
- P. ?Puede ser productiva la informalidad?
- R. Invocamos la informalidad como una estructura m¨¢s laxa y blanda, que permite unos intercambios m¨¢s fluidos y menos r¨ªgidos, y que no responde a imperativos de superproductividad. Ya estamos agotados en nuestras vidas diarias por las estructuras de producci¨®n en las que nos insertamos (trabajo y no-trabajo, remunerado o no) que nos exigen siempre ser m¨¢s eficientes; un agotamiento que se est¨¢ convirtiendo en cr¨®nico y se conecta con formas de depresi¨®n social. Si realmente anhelamos articular un espacio de aprendizaje, este tiene que estar atento a los tiempos de estos procesos y de los participantes implicados, ser respetuoso con ellos y funcionar de manera acorde. La informalidad apunta a abrir la posibilidad de torcer la disciplina en el lenguaje, la comunicaci¨®n, la posici¨®n y el cuerpo a la que estamos habituados en este tipo de contextos, y creemos que es un lugar rico y generativo de intercambio que no se ha de dejar aparte. Con esto no nos referimos a que sea un espacio sin reglas ni orden, ni mucho menos; significa que un invitado, en vez de darnos una conferencia de su trabajo, tenga la posibilidad de compartir su proyecto en una forma de conversaci¨®n con el grupo, en la que la gente interviene, las dudas se ponen en com¨²n y la oposici¨®n tradicional conferenciante-p¨²blico se disuelve en parte con la participaci¨®n. Pasa por visibilizar y dar importancia a esas zonas de contacto, transferencia y producci¨®n de conocimiento que se han infravalorado o despreciado tradicionalmente. Y tambi¨¦n se refiere a que La escuelita se aleja de los sistemas de puntuaci¨®n, evaluaci¨®n o acreditaci¨®n individual; que la estructura de los encuentros y sesiones ha de ser flexible y abierta para poder acompa?ar los procesos que se den en ella.
- P. ?Cu¨¢les son los temas de partida?
- R. En esta primera temporada que estamos programando de marzo a junio nos hemos propuesto explorar colectivamente c¨®mo se ha configurado nuestro imaginario y nuestra relaci¨®n con las infraestructuras. M¨¢s all¨¢ de su acepci¨®n dentro de la arquitectura o dentro de la teor¨ªa marxista, ?qu¨¦ es hoy en d¨ªa una infraestructura? ?Qu¨¦ garant¨ªas sostiene y qu¨¦ valores vehicula? La infraestructura ha sido una idea muy poderosa sobre la que ha descansado Occidente ¡ªla democracia, el funcionamiento de las instituciones, la aplicaci¨®n de la ley, el estado de bienestar y el buen funcionamiento de las cosas en general¡ª, y que precisamente ahora, tras la precarizaci¨®n sistem¨¢tica que ha tra¨ªdo la crisis y las revelaciones de c¨®mo los gobiernos nos esp¨ªan u ocultan (y destruyen) informaci¨®n valiosa, se han convertido en un caso de estudio paradigm¨¢tico para poder analizar el presente y proyectar futuros. Para ello, la especulaci¨®n, tanto como m¨¦todo como objeto, es clave: para entender c¨®mo funcionan la ficci¨®n, la abstracci¨®n y la inflaci¨®n de estos imaginarios y conceptos, as¨ª como una herramienta de la que apropiarse para intervenir, desviar e imaginar otros.
- P. Y, ?c¨®mo va a ser el trabajo con los artistas y el contexto madrile?o?
- R. De manera org¨¢nica. La escuelita ha de ser porosa, a todos los niveles, con el contexto en el que se inserta: artistas pero tambi¨¦n pensadores, escritores, arquitectos y cient¨ªficos ser¨¢n interpelados a participar, ya sea como invitados o como p¨²blico, por las cuestiones que se traten en el programa. La idea de tejer una red parte de la voluntad de compartir recursos, preocupaciones y herramientas con proyectos que nos sean afines; otra vez la afinidad es aqu¨ª un motor para construir un espacio com¨²n en el que compartir las cosas que nos acercan, compartir las experiencias de diferentes contextos. No buscamos institucionalizar una red, si no compartir recursos materiales y simb¨®licos, porque creemos que nuestro trabajo no se acaba en la instituci¨®n sino que conecta con otros procesos y pr¨¢cticas en otros lugares.
- P. Uno de los motores de trabajo es lo afectivo. ?De qu¨¦ tipo de afecto hablamos cuando hablamos de arte contempor¨¢neo?
- R. Nuestra idea de los afectos surge de varias experiencias y lecturas de los feminismos. Pensamos el afecto como la capacidad de un cuerpo ¡ªya sea humano, no-humano, mitad cuerpo u otro¡ª de actuar y ser objeto de la acci¨®n, como un fen¨®meno visceral que sacude el cuerpo hacia el movimiento y el pensamiento, que precede toda emoci¨®n consciente. El afecto es siempre visceral, ¨ªntimo y colectivo. Y sin embargo, el r¨¦gimen neoliberal en el que vivimos impone la privatizaci¨®n de las emociones, sobre todo aquellas tildadas como negativas, como el malestar, la verg¨¹enza, la angustia, el odio pero tambi¨¦n la esperanza. Esto no hace m¨¢s que perpetuar formas de violencia social, que como estamos viendo de manera dram¨¢tica en estos tiempos, son promovidas desde posiciones e intereses pol¨ªticos. Sin embargo, si entendemos que los afectos y emociones operan como una econom¨ªa tal como propone Sara Ahmed, podemos entonces intervenir en su circulaci¨®n, su intercambio y su valor. Nuestra idea desde La escuelita parte en primer lugar de ser conscientes de ello: entender que hacen y provocan la circulaci¨®n de las emociones, y ser consecuentes con ellos, aplicando una pol¨ªtica de cuidados y escucha, y no atender estas econom¨ªas y los cuerpos que atraviesan como lugares centrales en la construcci¨®n de relaciones (afectivas, pol¨ªticas, de poder y conocimiento) y como espacio informales pero de vital importancia en la transferencia y producci¨®n del saber y la experiencia.
- P. Adem¨¢s del pedag¨®gico, ?hay que inventarse nuevos modelos de gesti¨®n en otros muchos campos del arte, como el de la cr¨ªtica o el comisariado?
- R. Seguro. Modelos de gesti¨®n, articulaci¨®n, producci¨®n y comunicaci¨®n que se deriven de las necesidades de los participantes y los proyectos en vez de estructuras previas y ajenas.
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