El rostro de la derrota visita al pintor de batallas de P¨¦rez-Reverte
El autor de la novela acude a la primera representaci¨®n en los Teatros del Canal de Madrid
El fot¨®grafo famoso es un h¨¦roe cansado y ahora es pintor. Pinta batallas, decora su casa extra?a, junto a un recodo hist¨®rico del mar. El mar suena poderoso, y a veces la voz de una mujer, una azafata, explica que ese que habita ah¨ª es un hombre privado, no quiere visitas. Sin embargo de pronto entra en ese b¨²nker de pinceles un individuo que es el propio rostro de la derrota.
Se sabr¨¢ en seguida. El artista cansado es Andr¨¦s Faulques, que retrat¨® guerras en todas partes, y el hombre que llega es Ivo Marcovic, un soldado al que ¨¦l dispar¨® (con su c¨¢mara) en el asedio serbio a Vukovar, en los Balcanes; Andr¨¦s cree que Ivo hab¨ªa muerto. Est¨¢ ah¨ª, es el rostro de la derrota, que viene a visitarle.
El argumento es el de la novela El pintor de batallas, de Arturo P¨¦rez-Reverte, y la versi¨®n que resume con poder¨ªo de poema el m¨¢s melanc¨®lico de los libros del autor de La Reina del Sur es otro novelista, Antonio ?lamo. El estreno fue anoche en los teatros del Canal, en Madrid; el autor de la novela se sent¨®, con su familia, junto al autor de la versi¨®n teatral. Al final, Alamo salud¨® con los actores (Jordi Rebell¨®n, el pintor, Alberto Jim¨¦nez, el visitante). P¨¦rez-Reverte atendi¨® de pie al aplauso que le vino del escenario y del patio de butacas, abarrotado por quienes seguramente ya leyeron la novela.
El cronista ley¨® la novela y puede dar fe, como su editora, all¨ª presente, Pilar Reyes, de que la versi¨®n se ajusta como un poema a la esencia de ese libro tan especial en la larga producci¨®n novel¨ªstica de P¨¦rez-Reverte. Hasta ahora mismo no hay en sus novelas un aliento as¨ª, tan intensamente melanc¨®lico; hay espacios en los que esa melancol¨ªa, ese sentimiento de derrota y de cansancio, surgen aqu¨ª y all¨¢ (en La piel del tambor, en El tango de la Guardia Vieja), e incluso hay en zonas de su producci¨®n (sobre todo en su autobiograf¨ªa de reportero, Territorio comanche) rasgos de su personalidad privada.
Pero fue en El pintor de batallas donde el reportero m¨¢s popular y m¨¢s activo del periodismo televisivo espa?ol de las ¨²ltimas d¨¦cadas dio una muestra autocr¨ªtica del trabajo en los frentes. Y surgi¨® de esa actitud la historia de un fot¨®grafo que narraba, con su visor, las batallas y las miradas como si pasara por all¨ª, sin implicarse en el dolor de las v¨ªctimas que, para ¨¦l, eran ¡°el rostro de la derrota¡±. Era la guerra de los Balcanes, esa guerra civil que sacudi¨® el alma rota de Yugoslavia.
Y eso es lo que le va a decir el visitante a su castillo, en cuya jaula Faulques guarda su mala conciencia o su culpa. Ivo es una v¨ªctima de la guerra¡ y del disparo de la c¨¢mara. Una fotograf¨ªa de su rostro recorri¨® el mundo bajo ese t¨ªtulo, El rostro de la derrota. Pero Ivo, presentado por la prensa internacional como una de las numerosas v¨ªctimas de aquel conflicto tan cruento, no hab¨ªa muerto: sobrevivi¨®, y viene al castillo del pintor de batallas a decirle lo que la memoria atormentada del fot¨®grafo cansado de tanta guerra le dice a ¨¦ste desde entonces.
El decorado de pronto deja de ser el estudio de un pintor solitario para convertirse, sin que se vean, los escenarios del desastre balc¨¢nico; Ivo evoca batallas mezquinas, ataques violentos en los que seres humanos que fueron vecinos se convierten en enemigos sanguinarios, capaces de violaciones horrendas. Ivo es, en efecto, el rostro de la derrota, pero en ese rostro se ve ahora el fot¨®grafo. Entonces s¨®lo ve¨ªa individuos cayendo ante la metralla; ahora se le aparece el verdadero rostro de lo que para ¨¦l fue materia dentro de una pel¨ªcula.
La novela est¨¢ seguida al pie de la letra, al menos eso nos pareci¨® a algunos de los que estamos familiarizados con la obra, como su editora literaria ya citada. El asunto que se cuenta en el libro y en el escenario remite al mismo y poderoso argumento: ?puedes mirar sin estar en la lucha?, ?el clic de tu c¨¢mara, el bol¨ªgrafo con el que escribes la derrota en un cuaderno, no ha de levantarse para ocuparte de la v¨ªctima? ?Cu¨¢l es el papel del que mira? Ivo va a record¨¢rselo a Andr¨¦s, y Andr¨¦s de pronto adquiere conciencia, ante esas palabras, de que lo que pinta precisamente es el contenido oscuro de su culpa. Esa evidencia cobra sentido, al fin, cuando ennegrece el cuadro que pinta. Del color de su conciencia.
La obra inspira una rabiosa melancol¨ªa. Los que hayan le¨ªdo ya El pintor de batallas tienen aqu¨ª una posibilidad de adentrarse en ese sentimiento que ya inspir¨® cuando P¨¦rez-Reverte la public¨® en Alfaguara en 2006. Parec¨ªa entonces una autobiograf¨ªa. Ahora parece la autobiograf¨ªa del periodismo, al que de vez en cuando viene a visitar el rostro de la derrota que contamos como si no pasara ante nuestros ojos.
Babelia
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