¡°Picasso anticip¨® en d¨¦cadas la idea de da?o colateral¡±
El matrimonio de prestigiosos historiadores del arte traza el camino que llev¨® a Picasso a pintar el 'Guernica' con una exposici¨®n que el Reina Sof¨ªa inaugura el 5 de abril
El matrimonio formado por los prestigiosos historiadores del arte Anne Wagner y T. J. Clark ¡ªestadounidense ella, brit¨¢nico, ¨¦l¡ª se ha repartido la exposici¨®n Piedad y terror en Picasso. El camino a Guernica seg¨²n sus ¡°intereses¡±. Si ella se centra ¡°en el proceso de creaci¨®n del cuadro a partir del estudio de los dibujos preparatorios y las transformaciones que [el pintor] fue introduciendo en los cuerpos femeninos¡±, ¨¦l analiza ¡°la senda que condujo a Picasso a crear la gran escena tr¨¢gica de nuestra cultura¡±. Para ello, se remonta a naturalezas muertas e interiores de mediados de los veinte en los que el artista abri¨® la puerta al ¡°miedo, el horror y la monstruosidad¡±. Lo que en cierto modo Clark (Bristol, Reino Unido, 1943) hace es llevar a las tres dimensiones de una exposici¨®n las argumentaciones de su influyente libro Picasso & Truth (Princeton University Press, 2013), en el que recogi¨® en seis conferencias el viaje que llev¨® al malague?o del final del cubismo a la obra maestra inspirada por el bombardeo indiscriminado sobre la villa vizca¨ªna.
La muestra con la que el Reina Sof¨ªa conmemora el 80? aniversario del mural (del 5 de abril al 4 de septiembre) es la segunda que ambos comisar¨ªan juntos, tras estrenarse con el pintor brit¨¢nico de paisajes industriales L. S. Lowry (Tate Britain, 2013). La charla, su ¡°primera entrevista conjunta¡±, dijo ¨¦l, tuvo lugar en una cafeter¨ªa de la National Gallery de Londres, ciudad a la que en 2010, y ¡°por razones fundamentalmente familiares¡± (seis nietos de entre casi 2 y 11 a?os), se mudaron desde Berkeley, donde los dos fueron profesores de la c¨¦lebre universidad. Ella es experta en arte estadounidense de la segunda mitad del siglo XX, y ¨¦l, en el estudio de la vanguardia a la luz de sus condicionantes sociopol¨ªticos desde una ¨®ptica marxista. La conversaci¨®n atendi¨® a la l¨®gica interna de una pareja que, ¡°tras 35 a?os juntos¡±, perdi¨® hace tiempo el inter¨¦s en llevarse la contraria en p¨²blico.
Pregunta.?Una disculpa abre Picasso & Truth: ¡°Cualquiera que a?ada un libro sobre Picasso a los miles que ya existen, debe a sus lectores una explicaci¨®n¡±. As¨ª pues, ?c¨®mo justifican otra exposici¨®n sobre el artista?
T. J. CLARK.?Espero que esta muestra ayude a pensar de nuevo sobre nuestra relaci¨®n con el cuadro. O al menos con el icono. Pero no se trata de volver sobre c¨®mo consigui¨® ese estatus, ni sobre los usos y abusos a los que se le ha sometido desde entonces, sino de explicar c¨®mo lleg¨® Picasso a la realizaci¨®n de la obra. Pensar de nuevo sobre su extra?a prehistoria, de d¨®nde viene exactamente esa perplejidad. Hay un cuadro esencial, Las tres bailarinas (1925), que, prestado por la Tate, sirve de punto de partida. Es ah¨ª donde entran en su arte el miedo, el terror y la deformidad, que no hab¨ªan interesado a Picasso hasta entonces. Fue, como ¨¦l dijo, sans arri¨¨re pens¨¦e, sin raz¨®n aparente.
Clark: ¡°Las tres bailarinas¡¯, de 1925, es esencial. Con ese cuadro entran en Picasso el terror y la deformidad¡±
P.??Tiene que ver con una lenta asimilaci¨®n de los traumas de la Primera Guerra Mundial?
T. J. C.?Esa es una hip¨®tesis s¨®lida. Pero tampoco cuadra demasiado, para entonces hab¨ªan pasado a?os desde el armisticio. Creo que aquella fue su forma de reaccionar al siglo XX, que es el tiempo de los asesinatos en masa y los bombardeos sobre civiles.
ANNE WAGNER.?Es un cuadro muy interesante. Coloca tres figuras de mujer, como las tres gracias, en un apartamento burgu¨¦s en Par¨ªs, con la ventana abierta y la luz col¨¢ndose a trav¨¦s de ella. Pero las bailarinas ya no son sin¨®nimo de belleza, sino de terror. Y al ponerlas en ese interior nos quiere decir que la guerra ya no est¨¢ ah¨ª fuera, sino dentro, en las mismas entra?as de nuestra cultura, en nuestros espacios dom¨¦sticos. El Guernica no es un cuadro ¨ªntimo, sino agresivamente p¨²blico. Desde el momento en que se empiezan a producir bombardeos sobre la poblaci¨®n civil cambia el significado de reunirnos en lugares p¨²blicos, y esa alteraci¨®n de sentido es rabiosamente contempor¨¢nea. Por eso el Guernica es una imagen tan importante. Adem¨¢s de ser una gran pintura, est¨¢ tremendamente viva.
P.?En uno de los textos del catalogo sostienen que el Guernica es una pintura de estudio, un interior.
T. J. C.?No me gusta la palabra estudio. Est¨¢ situada en el espacio de una habitaci¨®n, lugar de uso, de consumo, de placer y de gozo. Creo que Picasso es un artista profundamente de interior. El cuarto es un sue?o que viene del siglo XIX, el lugar civilizatorio por excelencia. Una de las formas en las que el Guernica nos apela tan profundamente es que ataca ese lugar sagrado, ese espacio para la humanidad. Adem¨¢s, el mural no es propaganda barata, con buenos y malos. Eso se dijo contra la pintura entonces, los comunistas le reprocharon que no se viera a los villanos, que tampoco se representara la resistencia, sino solo el sufrimiento, pero creo que ¨¦l supo identificar en ese sufrimiento la esencia de la guerra moderna. As¨ª es como los humanos y los animales se comportan en una situaci¨®n de esas caracter¨ªsticas. ?No sigue siendo ese uno de los hechos fundamentales de nuestra experiencia moderna? Es una mentira que toma los m¨¢s diferentes disfraces: bombardeos estrat¨¦gicos, da?os colaterales e incluso los drones; por eso la gente vuelve al Guernica, porque a¨²n nos mienten acerca de lo que el poder es capaz de hacer con nosotros.
P.?Del estudio del proceso se deduce que no siempre estuvo convencido de pintarlo en blanco y negro. ?En qu¨¦ punto cambi¨® de idea?
A. W.?Es imposible saberlo, pero en algunos de los primeros bocetos preparatorios se emple¨® el color y un color adem¨¢s de enorme viveza.
T. J. C.?Tambi¨¦n se dice que estuvo tentado de aplicar dos peque?os toques rojos, simulando la sangre¡
A. W.?Pero muy sabiamente se arrepinti¨® de esa idea.
P.?Pese a ser uno de los cuadros m¨¢s estudiados y documentados, gracias a las fotos que tom¨® Dora Maar, a¨²n persisten los enigmas.
A. W.?Creo que sabemos bastante, aunque nunca sabremos qu¨¦ suced¨ªa en la cabeza de Picasso. Cuando miras los dibujos es asombroso comprobar la claridad de sus ideas. Los dibujos son considerablemente m¨¢s violentos, en parte porque la sangre es un motivo recurrente. La sangre est¨¢, sin embargo, ausente del mural.
T. J. C.?En la batalla propagand¨ªstica de la Guerra Civil hab¨ªa un motivo constante en ambos mandos: la madre sufriente, la mujer que sangra. Hay incluso un comentario un poco sucio de W. H. Auden en sus diarios en el que dice que no es posible viajar por Espa?a sin toparse por todas partes con madres que sangran. Es bastante execrable la observaci¨®n, pero apunta a algo real: el abuso de las mujeres como principales objetivos del horror. Las hay en el Guernica, pero no est¨¢n usadas de un modo manipulador. Es como la materializaci¨®n antes de tiempo de la idea del da?o colateral. El Guernica es un recordatorio d¨¦cadas antes de comenzar guerra de Irak. ?Da?o colateral? ?Colateral a qu¨¦?
P.??C¨®mo se han enfrentado al tratamiento del cuerpo femenino y a la un tanto problem¨¢tica idea de la mujer en Picasso?
A. W.?Hay aspectos que sin duda requieren explicaci¨®n. Me refiero por ejemplo a la representaci¨®n de algunas partes de esos cuerpos femeninos, como los pezones, que aparecen aplastados de un modo maquinal, como un s¨ªmbolo de la aniquilaci¨®n de la humanidad social. Lo que Picasso pinta es una proyecci¨®n, un invento. Nos dice m¨¢s sobre sus ideas acerca de la pintura que de la realidad de la que toma prestadas esas ideas. No hay mucha descripci¨®n de las mujeres, sino m¨¢s bien representaci¨®n de sus miedos y fobias, que, por cierto, no son exclusivas de ¨¦l solo.
Wagner: ¡°La sangre es recurrente en los dibujos. Eso hace que sean mucho m¨¢s violentos que el mural¡±
P.??Era un mis¨®gino sin remedio?
T. J. C.?Ante esa acusaci¨®n, creo que se defender¨ªa diciendo que pintaba como realmente sent¨ªa. Dijo en muchas ocasiones, tanto a hombres como a mujeres, que ¨¦l se ve¨ªa parte de una guerra de los sexos. Sus visiones de la mujer est¨¢n envueltas en fantas¨ªa y miedo, pero tambi¨¦n se adivina ternura. Ahora bien, es muy posible que sea acertado considerarlo a la luz de su biograf¨ªa como a un mis¨®gino.
P.?Uno de los empe?os de su visi¨®n de la historia del arte es esquivar el biografismo. La excesiva atenci¨®n a la vida de los creadores. ?Es posible con alguien como Picasso?
T. J. C.?Dej¨¦moslo en que no hay duda de que mantuvo relaciones complicadas con una serie de mujeres. Es dif¨ªcil reconstruir c¨®mo se desarrollaron esas relaciones. Ciertamente eran inmensamente valoradas por ambas partes. Era un personaje imposible, pero¡
A. W.??Y qui¨¦n no es un personaje imposible? Nunca llegaremos a saberlo todo sobre ¨¦l¡
T. J. C.?Sin entrar en el cotilleo. Picasso es v¨ªctima de eso.
P.??Hay sexualidad en el Guernica?
A. W.?Hay cierto sentido sexual, pero no dir¨ªa que hay erotismo.
P.??Genera el cuadro parecida fascinaci¨®n a la que provoca el ataque del 11-S o las atrocidades del ISIS?
T. J. C.?Hay un par de dibujos en la exposici¨®n de 1926 que coquetean con la fantas¨ªa de la decapitaci¨®n. Es cierto que algunos, yo no, sienten fascinaci¨®n por la extrema violencia de ciertos v¨ªdeos del ISIS. Creo que el cuadro provoca m¨¢s compasi¨®n que fascinaci¨®n.
P.??C¨®mo fue el proceso de iconizaci¨®n del cuadro?
A. W.?Bastante r¨¢pido. Ayud¨® que lo pusiesen a viajar de esa manera casi sin que la pintura se hubiera secado.
T. J. C.??Cuando uno lo piensa! Lo enrollaban y lo desenrollaban¡ En EE UU fue una gira realmente extensa.
P. Deben saber que ¨²ltimamente en Espa?a solo se habla del Guernica para cuestionar o defender el lugar en el que est¨¢.
T. J. C.?Como estadounidense y brit¨¢nico, no somos los indicados para opinar de eso.
A. W.?S¨ª podemos decir que en el Reina Sof¨ªa se atesora de manera tremendamente seria y profesional.