El pabell¨®n espa?ol: la primera casa del ¡®Guernica¡¯
Los arquitectos Josep Llu¨ªs Sert y Luis Lacasa proyectaron en 1937 el espacio en la Expo de Par¨ªs donde se exhibi¨® la obra de Picasso
El gran icono de la pintura espa?ola del siglo XX ¡ªel Guernica¡ª y uno de los mayores s¨ªmbolos de su arquitectura moderna ¡ªel edificio que expuso el lienzo por primera vez¡ª se ejecutaron en un tiempo r¨¦cord. Y con retraso. Nada raro viniendo de un pa¨ªs en guerra. La Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs ten¨ªa previsto abrir en mayo de 1937 y el d¨ªa 1 de ese mes Picasso realiz¨® el primer boceto. Termin¨® el mural el 4 de junio. Durante ese tiempo recibi¨® varias visitas de ?Josep Llu¨ªs Sert, arquitecto del ?pabell¨®n. A?os m¨¢s tarde, Sert recordar¨ªa la respuesta que le dio el pintor el d¨ªa que le pregunt¨® cu¨¢ndo tendr¨ªa listo el cuadro: ¡°?Si no me lo quitan y vienen a llev¨¢rselo, no lo acabar¨¦ nunca!¡±.
Mientras Picasso trabajaba a toda m¨¢quina en el taller de la Rue des Grands-Augustins, las obras tambi¨¦n avanzaban con retraso en la parcela asignada al Gobierno republicano en el Trocadero, a los pies de la Torre ?Eiffel. All¨ª ten¨ªa como vecino al neoimperialista pabell¨®n alem¨¢n dise?ado por Albert Speer, el arquitecto de Hitler, que a su vez compet¨ªa en altura, frente a frente, con el sovi¨¦tico de Bor¨ªs Iof¨¢n. En un acto t¨ªpico de la diplomacia de los a?os treinta, ambos proyectos fueron galardonados ex aequo con la medalla de oro. La ? expo de Par¨ªs se inaugur¨® el 25 de mayo. El pabell¨®n espa?ol lo hizo el 12 de julio. Los retoques duraron hasta final de ese mes. Pese a la calcu?lada tibieza de las potencias ?europeas, el objeto del proyecto comisariado por el fil¨®sofo Jos¨¦ Gaos no era otro que recabar el apoyo internacional en defensa de la Rep¨²blica.
Un a?o antes, con el estallido de la Guerra Civil, el gabinete de Largo Caballero hab¨ªa visto en la exposici¨®n parisiense una oportunidad de difundir la causa de la Espa?a leal. De ah¨ª el car¨¢cter eminentemente pol¨ªtico de una muestra que aunaba propaganda, vanguardia y artes populares, y que termin¨® convirti¨¦ndose en una selecci¨®n ef¨ªmera de grandes nombres. Para ello fue decisivo el nombramiento como embajador en Francia de Luis Araquist¨¢in, con Max Aub como agregado cultural. Fue Araquist¨¢in el que pens¨® como arquitecto en Josep Llu¨ªs Sert, un destacado disc¨ªpulo de Le Corbusier que llegar¨ªa a decano en Harvard. Al mismo tiempo, las morosas autoridades de Madrid hab¨ªan ofrecido el proyecto a Luis Lacasa, miembro del Partido Comunista e impulsor de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, que en julio de ese mismo a?o iba a celebrar su segundo congreso en Valencia.
La premura de tiempo llev¨® a Lacasa, m¨¢s af¨ªn al llamado regionalismo castellano que al ¡°simplismo de Le Corbusier¡±, a desechar su primera idea: construir ¡°a la espa?ola¡±, es decir, con piedra y ladrillo. La experiencia de Sert con estructuras vistas y m¨®dulos prefabricados fue decisiva para levantar, ¡°en seco¡± y a toda velocidad, un edificio de planta libre cuya primera piedra se coloc¨® el 27 de febrero.
La obra de Sert y Lacasa se convirti¨® ella misma en pieza destacada de aquella antolog¨ªa de la arquitectura, el dise?o y las artes pl¨¢sticas marcada por el Guernica, pero engrosada tambi¨¦n por obras hoy cl¨¢sicas: un mural pintado in situ por Joan Mir¨® en el rellano de la escalera ( El segador), una butaca dise?ada por Josep Torres Clav¨¦ y esculturas tan ic¨®nicas como El pueblo espa?ol tiene un camino que conduce a una estrella, de Alberto S¨¢nchez; La Montserrat, de Julio Gonz¨¢lez (Gaos la prefiri¨® a la abstracta Mujer ante el espejo , otro icono), o la fuente de mercurio de Almad¨¦n de Alexander Calder, el ¨²nico artista no espa?ol de la muestra. Y envolvi¨¦ndolo todo, los fotomurales del cartelista Josep Renau, que durante la guerra ejerci¨® como director de Bellas Artes.
El 25 de noviembre, la Exposici¨®n de Par¨ªs cerr¨® sus puertas y comenz¨® el precipitado desmontaje de la sede espa?ola. El Guernica inici¨® un viaje que no le traer¨ªa a Espa?a hasta 1981 y el mural de Mir¨® se perdi¨® para siempre. En 1992 una versi¨®n del pabell¨®n se levant¨® en La Vall d¡¯Hebron (Barcelona) y desde 2001 una copia de la escultura de Alberto S¨¢nchez ocupa la plaza del Reina Sof¨ªa. Muchos de los protagonistas de aquellos meses de 1937 murieron en el exilio.
A la izquierda, Joan Mir¨® pintando in situ su 'Pag¨¨s catal¨¢ en rebel¡¤li¨®', un mural de 5 metros conocido tambi¨¦n como 'El segador'. Desmontado el pabell¨®n en noviembre de 1937, la obra termin¨® perdi¨¦ndose para siempre. En el centor, 'La Montserrat', del barcelon¨¦s Julio Gonz¨¢lez, que utiliz¨® un lenguaje m¨¢s realista en esta escultura de una campesina catalana con un ni?o en brazos y una hoz en la mano (actualmente, en la colecci¨®n del Museo Stedelijk, de ?msterdam). A la derecha, 'El pueblo espa?ol tiene un camino que conduce a una estrella', de Alberto S¨¢nchez. La escultura ¡ªde 12,5 metros¡ª , es una proclama vanguardista frente al compromiso pol¨ªtico ligado al realismo. Hoy se encuentra en la plaza del Museo Reina Sof¨ªa.