Tesoros de la Hispanic Society: 4.000 a?os de arte e historia
El Prado acoge m¨¢s de 200 piezas del museo neoyorquino fundado en 1908 por Archer Milton Huntington
Desde dentro de su vitrina, bajo la tenue luz del Prado, Santa Marta y Santa Mar¨ªa Magdalena contemplan de soslayo los tormentos del mundo. Uno no querr¨ªa irse nunca. Quedarse para siempre a su lado y aliviar la indescifrable tristeza: esa parece ser la propuesta del maestro borgo?¨®n Juan de Juni, que esculpi¨® sus bustos en madera policromada y cera hacia 1545. Cosa de tres siglos y medio despu¨¦s, en 1908, el hispanista Archer Milton Huntington (Nueva York, 1870-Bethel, Connecticut, 1955) abr¨ªa las puertas de su museo personal, la Hispanic Society of America, en Audubon terrace, al norte de Manhattan. Pero nunca ver¨ªa a las santas incorporadas a sus tesoros de Nueva York. Las dos esculturas llevan muy poco tiempo all¨ª. Fueron adquiridas por los gestores de la HSA el a?o pasado al galerista madrile?o Coll & Cort¨¦s.
Desde la pared, el conde-duque de Olivares de Vel¨¢zquez y el retrato de la Duquesa de Alba vestida de negro de Goya, con la cara lavada tras una extraordinaria restauraci¨®n en el taller de restauraci¨®n del Prado, marcan la impronta de la aristocracia y del poder. A su lado, Murillo, El Greco, Madrazo¡
Esos lienzos y esos bustos, desarmantes, son tan solo algunas de las joyas de la exposici¨®n Tesoros de la Hispanic Society of America, que ser¨¢ inaugurada el lunes en el Museo del Prado y donde permanecer¨¢ abierta hasta el 10 de septiembre, en un extraordinario montaje esc¨¦nico de Jes¨²s Moreno y con el patrocinio de la Fundaci¨®n BBVA, que ha aportado exactamente 625.000 euros en esta nueva operaci¨®n de mecenazgo con la pinacoteca madrile?a. Miguel Falomir, reci¨¦n nombrado director del Prado, y su colega Mitchell A. Codding, director de la Hispanic Society of America, son los comisarios de esta muestra de 218 piezas que abarcan 4.000 a?os de arte e historia, la m¨¢s importante montada nunca con fondos de la HSA fuera de su sede de Audubon Terrace.
Para resumir, vulgar pero eficazmente: Archer Milton Huntington fue, primero, un ni?o bien que no quer¨ªa trabajar en la empresa de pap¨¢. M¨¢s tarde se convirti¨® en un multimillonario con apasionadas inquietudes culturales. No puede decirse que sean dos especies que proliferen, y mucho menos en aquellos tiempos. Era el hijo ¨²nico y heredero universal de Collis Potter Huntington, una de las primeras fortunas en los Estados Unidos de la segunda mitad del XIX, propietario de la compa?¨ªa de ferrocarriles Central Pacific Railroad y de los astilleros Newport News Shipbuildings. Un viaje a Europa a la edad de 12 a?os en compa?¨ªa de su madre y el descubrimiento del British Museum y el Louvre le abrieron definitivamente los ojos a lo que de verdad ¨Cdebi¨® de pensar- importa: el arte, los libros¡ la cultura.
La fortuna mejor invertida
Pero no tardar¨ªa el joven Archer en dirigir su pasi¨®n hacia la cultura hisp¨¢nica, su verdadero amor. La estudi¨® con devoci¨®n durante diez a?os antes de su primer viaje a Espa?a. Hizo, montado en un carro, la ruta del Cid entre Burgos y Valencia. Con 22 a?os visit¨® el Prado. Viaj¨® hasta la m¨¢s rec¨®ndita de las ermitas. Aprendi¨® espa?ol y hasta escrib¨ªa y recitaba versos en el idioma de Cervantes. Un personaje de cine, en suma, un millonario comprometido y elegante, una suerte de Gatsby del mundo cultural. Al morir su padre y recibir una fortuna empez¨® a comprar pinturas de Vel¨¢zquez, del Greco, de Murillo y de Madrazo, esculturas de Gil de Silo¨¦ y de Juan de Juni, bustos romanos, biblias miniadas, libros de horas medievales (extraordinario el Libro de Horas Negro de la Beata Mar¨ªa de 1458) y bibliotecas enteras (como la del marqu¨¦s de Jerez de los Caballeros), documentos de concesi¨®n de hidalgu¨ªa y privilegios reales, mapas, f¨ªbulas y vasijas celtib¨¦ricas, joyas visigodas, t¨²nicas nazar¨ªes, retablos mexicanos de la ¨¦poca colonial, cer¨¢mica de Manises y de Talavera, mapas del Nuevo Mundo, inmensos cuadros religiosos (como esa incre¨ªble acuarela sobre la Semana Santa de Lima, un incre¨ªble c¨®mic de seis metros de largo)¡ y siempre lo hac¨ªa en el mercado internacional, rara vez en Espa?a, pues no quer¨ªa esquilmar el patrimonio art¨ªstico del pa¨ªs.
Fue amigo de Sorolla (que le present¨® al rey Alfonso XIII) y de Men¨¦ndez Pelayo, conoci¨® a Gald¨®s y a Azor¨ªn, a Unamuno y a Echegaray. As¨ª que no es casualidad la presencia en la exposici¨®n del Prado de una impresionante galer¨ªa de los grandes intelectuales espa?oles del XIX y el XX, retratados fundamentalmente por Sorolla (20 sorollas) y Zuloaga. Una galer¨ªa que, dentro de la gran satisfacci¨®n exhibida por Miguel Falomir con esta la exposici¨®n de su debut (¡°no se me ocurre mejor forma de estrenarme como director¡±), le deja un peque?o poso de tristeza: ¡°Veo esa galer¨ªa de intelectuales y me duele, porque no fuimos capaces de hacerla nosotros en Espa?a, y si la hubi¨¦ramos hecho la habr¨ªamos quemado, como es habitual en este pa¨ªs¡±.
Todo ello conforma el corpus de una exposici¨®n sin precedentes que es, en palabras del director del Prado, ¡°una aproximaci¨®n integral a la cultura hisp¨¢nica como nunca se ha hecho, una especie de compendio del Prado, el Arqueol¨®gico Nacional, la Biblioteca Nacional y el Museo de Am¨¦rica¡±. La llegada de este conjunto a Madrid ha sido posible tras el cierre por reformas, hasta 2019, de la sede de la Hispanic Society of America en Nueva York. ¡°La cesi¨®n es totalmente gratuita, solo se ha gastado, claro, en transportes, embalajes, cat¨¢logo e instalaci¨®n de las obras, nuestra meta no es vender la colecci¨®n y ganar dinero con esto¡±, asegura Mitchell A. Codding, director de la HSA. ¡°Por parte del Prado no se ha pagado cantidad alguna¡±, apostilla Falomir.
Cruel paradoja: es f¨¢cil suponer que esta exposici¨®n ser¨¢ un ¨¦xito popular en las salas del Prado. Incluso ocurrir¨¢ que muchos turistas estadounidenses descubran aqu¨ª estos tesoros del arte que tienen a su disposici¨®n en Nueva York. En un museo, la Hispanic Society of America, que apenas recibe 25.000 visitantes al a?o.
FONDOS INGENTES
Lo que se despliega a ojos del visitante en las salas del Edificio Jer¨®nimos del Prado es no solo una inaudita lecci¨®n de historia del arte espa?ol, portugu¨¦s y latinoamericano, sino tambi¨¦n de historia: exactamente desde la Edad del Cobre hasta el arranque del siglo XX. Un tesoro aut¨¦ntico, como reza el propio t¨ªtulo de la exposici¨®n. Pero tan solo una millon¨¦sima parte de los ingentes fondos de la HSA: un contenedor de 18.000 obras de arte, 250.000 manuscritos y 35.000 libros, entre ellos 250 incunables. No hay en el mundo, ni siquiera en Espa?a o Latinoam¨¦rica, un conjunto semejante que d¨¦ cuenta de la historia, el arte y la cultura hisp¨¢nicas a lo largo de cuatro milenios.