La vuelta a Europa en 60 lenguas
Gaston Dorren publica en Espa?a 'Lingo', una obra amena y muy legible sobre la diversidad ling¨¹¨ªstica del continente y su ¨ªntimo v¨ªnculo con las personas
Si las concepciones comunes sobre el mundo fueran como las que se tienen sobre la lengua, la gente pensar¨ªa tranquilamente que la Tierra es plana y que el Sol gira alrededor. El ciudadano actual, incluso el culto, tiene curiosos preconceptos sobre la primac¨ªa de la lengua escrita sobre la hablada, sobre qu¨¦ es hablar mal y bien, o sobre la identidad entre lengua y comunidad pol¨ªtica. Como de costumbre, lo mejor para salir de la ignorancia es viajar, y eso es lo que permite esta gu¨ªa ling¨¹¨ªstica de Europa.
Sin salir de nuestro continente, sin necesidad de apelar a las lenguas africanas o a las ind¨ªgenas americanas, el especialista holand¨¦s Gaston Dorren describe tal diversidad de lenguas y comportamientos humanos que el resultado es un soplo de aire fresco, una sana invitaci¨®n a relajar nuestras ideas al respecto. Lingo ayuda a comprender la arbitrariedad de muchas soluciones ling¨¹¨ªsticas, pero al tiempo su ¨ªntimo v¨ªnculo con las personas. La obra cubre 60 lenguas europeas: lenguas aut¨¦nticas, no dialectos ni variantes; aunque la misma definici¨®n puede ser espinosa: como reza el t¨®pico, una lengua es un dialecto con ej¨¦rcito. No hace falta que cada una tenga un Estado propio, ni que sea la ¨²nica en su territorio (en Europa el multiling¨¹ismo es lo m¨¢s frecuente), y ni siquiera que tenga un sistema de escritura racional. Y, por supuesto, no hace falta que las rija una academia de la lengua.
El libro ayuda a comprender la arbitrariedad de muchas soluciones ling¨¹¨ªsticas, pero al tiempo su ¨ªntimo v¨ªnculo con las personas.
La mayor¨ªa vienen del tronco com¨²n indoeuropeo (que puede alejarse hasta India, de donde viene la lengua de los gitanos) y s¨®lo una del tronco afroasi¨¢tico (el malt¨¦s). Pueden tener millones de hablantes (el alem¨¢n o el espa?ol) o estar extintas (caso del d¨¢lmata); o, todav¨ªa m¨¢s asombroso, pueden haber resucitado (como el c¨®rnico, el habla de Cornualles). Pueden escribirse en alfabeto latino, en el ¨¢rabe, en cir¨ªlico, o ir cambiando de uno a otro, como ocurri¨® en Azerbaiy¨¢n. Pueden tener 20 sonidos voc¨¢licos (ingl¨¦s) o s¨®lo 5 (como nosotros), y 30 conson¨¢nticos (como el ga¨¦lico escoc¨¦s) o nuestra veintena. Las lenguas con sonidos m¨¢s abundantes tendr¨¢n que meterlos con calzador en la horma de los alfabetos existentes, a?adiendo a sus letras comitas, remates para diferenciar los sonidos (como en el turco) o bien usando combinaciones de dos letras (como el gal¨¦s). Por supuesto, la plasmaci¨®n escrita de los sonidos puede ser regular (como ocurre, aunque no lo parezca, en polaco) o altamente irregular (como en ingl¨¦s). Pueden tener siete casos (como el alem¨¢n) o ninguno; un verbo invariable o una conjugaci¨®n endemoniada. Pueden haber variado a lo largo de su historia o haber permanecido asombrosamente anclados en el tiempo (como el island¨¦s).
Las lenguas configuran en cierta medida la forma de ver el mundo f¨ªsico (el debatido caso de las distintas palabras para ¡°nieve¡± en lenguas ¨¢rticas), pero en lo que seguro que influyen es en las relaciones sociales. Y ah¨ª se puede ver la fuerza de los hablantes, que pueden decidir recuperar una lengua muerta o moribunda (in¨²til, seg¨²n criterios pr¨¢cticos), o moldear la que tienen en uso. Este fue el caso del sueco, con su modificaci¨®n de los tratamientos de respeto, o el actual debate espa?ol sobre uso del masculino gramatical para abarcar a las mujeres. Tambi¨¦n influyen las autoridades, que pueden ordenar que se cambie de alfabeto para acercarse a otras lenguas consideradas de prestigio, como pas¨® en turco. En resumen: una lengua son sus hablantes y lo que quieren y pueden hacer de ella. Pero m¨¢s all¨¢ de sus rarezas, todas sirven a las relaciones humanas y reflejan la historia: un divertido apartado recorre los apellidos que significan ¡°herrero¡±, como Ferreira, Lef¨¨vre, Smith o Kowalski.
La obra, amena y muy legible, est¨¢ dividida en cap¨ªtulos, dedicados cada uno a una lengua. No faltan las artificiales (el esperanto, curiosamente compleja para ser inventada) ni las de signos (que tienen su propia complejidad). De cada una se exponen los pr¨¦stamos que ha dado a otras, as¨ª como sus palabras exclusivas, que tal vez merecer¨ªan exportarse, como el holand¨¦s uitwaaien, ¡°pasar unos d¨ªas de descanso en un lugar ventoso, fr¨ªo y con lluvia¡±, o el h¨²ngaro ?mad¨¢rl¨¢tta: la comida que se lleva para comerla fuera de casa pero que vuelve a casa sin ser consumida.
Como ejemplo viviente de lo que narra, Lingo procede de la versi¨®n inglesa de un original neerland¨¦s (nombre oficial de la lengua holandesa). Su traducci¨®n es m¨¢s que eso, porque se ha llevado a cabo una cuidadosa adaptaci¨®n y ampliaci¨®n de datos para lectores hispanohablantes. Su responsable, Jos¨¦ C. Vales, tiene la doble condici¨®n de fil¨®logo y novelista (ganador de un reciente Premio Nadal), y ambas se notan en su sensible y cuidadosa labor.
Lenguas oficiales, nacionales y otras com¨²nmente habladas en Europa
FUENTE: Ethnologue, elaboraci¨®n propia
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Autor:?Gaston Dorren. Traducci¨®n de Jos¨¦ C. Vales.
Editorial:?Turner (2017).
Formato: versi¨®n e-book y tapa blanda (374 p¨¢ginas).
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