La hora de la transparencia literaria
Autores como Cercas, Mu?oz Molina, Kirmen Uribe, Laurent Binet o Emmanuel Carr¨¨re invitan al lector a compartir el mecanismo de creaci¨®n de sus novelas tras el fen¨®meno de la autoficci¨®n
La era de la transparencia no solo es v¨¢lida para la pol¨ªtica, la econom¨ªa, el periodismo o la acci¨®n social, tambi¨¦n la literatura transita ya por esa senda. Algunos autores lo han puesto en pr¨¢ctica mucho antes, incluso, de que los lectores lo demandaran. Es, quiz¨¢, un audaz signo para afrontar los tiempos o un reto experimental; puede que ambas cosas a la vez. De manera consciente e inconsciente pero efectiva y arriesgada son varios los que han desarrollado a estas alturas lo que podr¨ªamos calificar de transparencia literaria: mostrar al lector c¨®mo ha sido el proceso de creaci¨®n de la novela que tiene en sus manos.
Desde hace unos a?os, autores franceses como Laurent Binet o Emmanuel Carr¨¨re en sus obras HHhH, caso del primero, o Lim¨®nov y El reino, el segundo, as¨ª como Antonio Mu?oz Molina (Como la sombra que se va), Kirmen Uribe en varias novelas y, sobre todo, Javier Cercas, que reincide en su ¨²ltima obra, El monarca de las sombras, entran de lleno en esta arriesgada tendencia que viene del tronco cervantino pero que tambi¨¦n han desarrollado previamente Milan Kundera, Julio Cort¨¢zar o Sebald.
De cualquier forma, es algo que supera la ya manida fiebre por la autoficci¨®n. M¨¢s arriesgado y exigente, pero a la vez, divertido. Para el autor y el lector. Un juego de espejos desnudos donde quien entra debe retratarse a fondo. Descubrir p¨®cimas, airear secretos¡ ¡°Me gusta esa idea de la transparencia, aunque no s¨¦ hasta d¨®nde lleva. ?No se parece a ese prop¨®sito de la arquitectura modernista, de mostrar sin adornos la estructura de un edificio?¡±, se pregunta Mu?oz Molina. ¡°Creo que para Cercas y Carr¨¨re se trata de una po¨¦tica muy establecida. Para m¨ª ha sido una fase. Mientras escrib¨ªa Como la sombra que se va ten¨ªa grandes reservas. ?No es narcisismo de literato escribir sobre el escritor, hacer de la escritura parte de la historia? ?No conduce esto r¨¢pidamente al amaneramiento? No lo s¨¦. Yo hice lo que pod¨ªa hacer. Quise, sobre todo, que la historia personal tuviera una cualidad de confesi¨®n que la salvara, si era posible, del juego posmoderno¡±, se?ala el acad¨¦mico.
En el caso de Binet, el autor franc¨¦s encuentra placer en el mero riesgo. ¡°Lo disfruto porque concibo la novela como una conversaci¨®n entre autor y lector en la que entra en juego esa suspensi¨®n de lo improbable. Adem¨¢s, no me satisface el hecho de contar sencillamente una buena historia. Una buena novela debe incluir un marco de reflexi¨®n, esa metanovela¡±, afirma. Tampoco lo ve como un simple juego: ¡°Se trata de algo que se adentra en el coraz¨®n mismo del relato. Esa imbricaci¨®n compleja entre la narraci¨®n, quien lo escribe y quien lo recibe es lo que me interesa¡±.
De hecho es el lector quien construye la obra maestra, no tanto el autor, comenta Cercas recordando a Paul Val¨¦ry. ¡°Un lector riguroso, con sutileza, con lentitud, con tiempo e ingenuidad armada. S¨®lo ¨¦l puede hacer una obra maestra, dec¨ªa Val¨¦ry. Ese lector encarnizado es el lector con el que todos los escritores so?amos, y quiz¨¢, al mostrarle el propio proceso de construcci¨®n de la novela, lo que queremos es que se sumerja hasta el fondo en ella, que la haga suya por completo y nos ayude a cumplir el sue?o de todo autor de escribirla¡±. Algo parecido sosten¨ªa Joseph Conrad: ¡°La mitad del libro es cosa m¨ªa. La otra mitad, del lector¡±.
La crisis de la sinceridad
Otro elemento del entramado que ayuda a comprender la necesidad de transparencia en el campo de la creaci¨®n literaria se encuentra en la crisis global de la sinceridad. As¨ª lo defiende Anna Caball¨¦, autora entre otros trabajos de Narcisos de tinta. Ensayo sobre la literatura autobiogr¨¢fica en lengua castellana (1939-1975) o los trabajos biogr¨¢ficos Francisco Umbral. El fr¨ªo de una vida (Espasa, 2004) o Carmen Laforet. Una mujer en fuga en colaboraci¨®n con Israel Rol¨®n (RBA, 2010). "La narrativa postmoderna ha topado con una reacci¨®n inesperada: despu¨¦s de que la sinceridad cayera en el desprestigio, por considerar que no era m¨¢s que una especie de conveniencia personal. Hemos descubierto que la insinceridad nos molesta todav¨ªa m¨¢s. Tuvimos ocasi¨®n de comprobar sus da?inas consecuencias en la pol¨ªtica y en la econom¨ªa, incluso en la historia".
Esa necesidad de transparencia como propiedad de la verdad, por tanto, se ha impuesto en la sociedad occidental. ¡°Y acarrea interesantes consecuencias en el mundo narrativo. Varios autores exploran en sus obras nuevas maneras de enfrentarse a sus historias y a los hechos que se cuentan y en ellas el problema de la verdad (relaci¨®n texto-mundo real) tiene m¨¢xima relevancia. No es que se lo planteen a gran escala, lo hacen en la medida en que como narradores su funci¨®n es relevante para la credibilidad de la historia, exponiendo por ello los procesos de conocimiento que han conducido a su narraci¨®n y mostrando sus costuras¡±.
En eso coinciden los tres autores consultados, pero tambi¨¦n en otros parentescos. ¡°Los hay, pero creo que son involuntarios. Cada uno de nosotros ha llegado por su cuenta y por v¨ªas a menudo distintas. Faulkner lo llamaba el polen de ideas: soluciones semejantes en las que convergen escritores distintos, lejanos y a veces desconocidos entre s¨ª, porque esas soluciones est¨¢n, como el polen, en el aire del tiempo¡±, asegura Cercas.
Y en este tiempo impera la transparencia en medio de una absoluta reivindicaci¨®n del eclecticismo y la libertad creativa. ¡°La pregunta es¡±, lanza Cercas, ¡°?no es la ficci¨®n consustancial a la novela? ?Puede haber una novela sin ficci¨®n o es simplemente un engendro aberrante?¡±. Y la respuesta: por qu¨¦ no va a existir¡ ¡°Milan Kundera dice con raz¨®n que los novelistas s¨®lo debemos responder ante Cervantes. Y la primera regla que nos dio ¨¦l fue esta: hagan ustedes lo que les d¨¦ la gana. Es decir, la primera regla de la novela es que no tiene reglas, o, si se prefiere, que no tiene otras reglas que las que el propio novelista impone a sus novelas. Estas deben ser distintas en cada una de ellas porque si hay dos novelas que tienen exactamente las mismas reglas, una de las dos es mala¡±.
Pero el autor de Soldados de Salamina, sean cuales sean las reglas, prefiere adem¨¢s contar con la complicidad del lector: ¡°Por muchos motivos. Primero, porque el propio proceso de hacerse la novela es tan importante como la historia o historias que cuento en la novela, y me parece fundamental que el lector lo conozca. Segundo, porque del di¨¢logo entre la historia o historias que cuenta la novela y el proceso de hacerse surge o debe surgir una novela m¨¢s rica y m¨¢s profunda, como del di¨¢logo entre el pasado y el presente, entre la historia y la ficci¨®n y entre lo colectivo y lo individual que se dan en paralelo. Y tercero, porque es la forma de implicar a fondo al lector en la novela¡±.
Kirmen Uribe se rije tambi¨¦n por los par¨¢metros de la transparencia. Empez¨® a probarlo en Bilbao-Nueva York-Bilbao y lo ha continuado hasta su ¨²ltima novela, La hora de despertarnos juntos (ambas en Seix Barral). "Creo humildemente que, sobre todo, hay una raz¨®n est¨¦tica en todo esto. O, si me apuras, filos¨®fica y ¨¦tica. Detr¨¢s hay una b¨²squeda de nuevas formas de ficci¨®n, que deviene de un hartazgo de la ficci¨®n pura y de la novela convencional. Dicho con tres palabras: no nos la creemos. Han perdido verosimilitud. Y por ello, ahora mismo, los novelistas nos preguntamos por qu¨¦ no volver a lo real, por qu¨¦ no pisar tierra de nuevo, por qu¨¦ no se utilizar vidas reales para hacer, eso, ficci¨®n", afirma el autor vasco.
Para Uribe, la noci¨®n del autor ha cambiado: "Desconfiamos de la voz omnisciente, del autor que lo sabe y lo controla todo. El que nosotros incoprporamos duda, comete errores, va aprendiendo cosas a medida que la novela avanza. Est¨¢, por as¨ª decirlo, a la misma altura del lector". Ahora, la relaci¨®n autor-lector no es m¨¢s vertical, sino totalmente horizontal, a?ade. "Por ejemplo, mi ¨²ltima novela, La hora de despertarnos juntos -centrada en el ya pasado conflicto vasco-, est¨¢ escrita a tiempo real, es decir, va incorporando los hallazgos que hace el autor sobre los protagonistas y, cada vez que encuentra un documento real sobre ellos, la novela da un giro copernicano. La historia se va completando poco a poco. Al acabar, no solamente los personajes han cambiado (algo que se le exige a cualquier novela moderna) sino tambi¨¦n el autor".
Para Anna Caball¨¦, profesora titular de Literatura Espa?ola en la Universidad de Barcelona, el dilema filos¨®fico entre verdad absoluta y verdad relativa se ha trasladado a la novela, en este aspecto. ¡°Por ejemplo, la facilidad con que ha prosperado la idea de que por todas partes hay ficciones y espejismos ha reducido el nivel de seriedad con que un narrador deber¨ªa enfocar los problemas vinculados a la honestidad de su relato. Si la verdad no es m¨¢s que un espejismo ?a qu¨¦ viene preocuparse por ella? Sin duda la autoficci¨®n naci¨® de ese relativismo posmoderno que no cree m¨¢s que en el texto¡±.
?Cabe hablar pues de una po¨¦tica de la transparencia como alternativa a la autoficci¨®n? ¡°Puede representar hasta un alivio¡±, cree la experta.
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