El Cervantes sale en defensa de Max Aub con una gran exposici¨®n
Una muestra repasa la vida y la obra del autor espa?ol de origen franc¨¦s tras la pol¨¦mica por la posible retirada de su nombre de una sala de teatro del Ayuntamiento de Madrid
La convicci¨®n de Max Aub (Par¨ªs, 1903 - M¨¦xico, 1972) sobre su condici¨®n de escritor y espa?ol fue tan fuerte que super¨® todos los obst¨¢culos que encontr¨® en su vida, que fueron muchos y variados. Ni el desarraigo por los exilios sufridos sucesivamente desde ni?o (por culpa de las dos Guerras Mundiales y, entremedias y sobre todo, por la Guerra Civil espa?ola) hasta dar finalmente con sus huesos en M¨¦xico, ni la falta de lectores que le obligaron a pagar de su bolsillo la edici¨®n de buena parte de sus libros consiguieron desviarle del camino. ¡°Escribo por no olvidarme¡±, anot¨® en sus diarios en 1951. ¡°Escribo para explicar y para explicarme¡±.
Y vaya si lo hizo. De todas las maneras posibles, en verso y en prosa, en forma de novela, de obra teatral, de art¨ªculo period¨ªstico, ensayo o de guion de cine. Con experimentos de vanguardia, ficciones realistas (como los seis tomos que componen su monumental Laberinto m¨¢gico sobre la Guerra Civil), microrrelatos o alguna de las bromas m¨¢s maravillosas de la literatura espa?ola como es la biograf¨ªa del pintor inventado Josep Torres Campalans. Una obra ingente que ha sido muy dif¨ªcil de comprimir en una sola exposici¨®n, seg¨²n ha reconocido Juan Marqu¨¦s, el comisario de la muestra Retorno a Max Aub, inaugurada hoy y que se podr¨¢ ver en la sede central del Instituto Cervantes, en Madrid, hasta el pr¨®ximo 15 de mayo. ¡°No es minuciosa, pero s¨ª es completa¡±, ha admitido Marqu¨¦s.
¡°Es necesario recordar a los grandes escritores, y m¨¢s a los que han tenido destinos complicados¡±, ha aportado?Juan Manuel Bonet, director del Instituto Cervantes, sobre la necesidad de esta exposici¨®n. Todav¨ªa m¨¢s pertinente, ha a?adido, tras la reciente pol¨¦mica sobre la posibilidad de retirar el nombre de Aub de una de las naves del complejo cultural Matadero, dependiente del Ayuntamiento de Madrid (tambi¨¦n se habl¨® de retirar el nombre de Fernando Arrabal de otra sala). ¡°La exposici¨®n es un proyecto surgido en estas ¨²ltimas semanas, cuando Max Aub fue objeto de un debate manipulable y espeso, un asunto que felizmente fue subsanado¡±, ha explicado Bonet en referencia a la decisi¨®n final del Consistorio dirigido por Manuela Carmena de mantener el nombre del autor para la sala. ¡°Parece que quer¨ªan condenarle de nuevo a ser errante¡±, ha a?adido.
Un centenar de obras
En la exposici¨®n se exhiben m¨¢s de 120 obras del autor (la mayor¨ªa cedidas por la Fundaci¨®n Max Aub) que repasan, divididas de forma cronol¨®gica en cuatro partes, ese dif¨ªcil destino del que hablaba el director del Cervantes. La primera habla de sus primeros a?os: su nacimiento en 1903 en Par¨ªs y su llegada a Espa?a en 1914 huyendo de la Primera Guerra Mundial; su padre era alem¨¢n y su madre, francesa, de origen tambi¨¦n alem¨¢n y apellido eslavo, ambos de ascendencia jud¨ªa.
Afincado en Valencia por casualidad, Aub abraz¨® el pa¨ªs y el idioma como suyos (¡°Uno es de donde ha hecho el Bachillerato¡±, dijo); siempre escribi¨® en castellano. A partir de los a?os veinte compagin¨® su trabajo de viajante con su actividad literaria, de la que nacieron sus primeros escritos vanguardistas, y entr¨® en contacto con la generaci¨®n que siempre reivindic¨® como la suya, la del 27.
La segunda etapa es la que parti¨® para siempre su vida, la Guerra Civil, que le llev¨® a Par¨ªs como agregado cultural del Gobierno republicano; fue ¨¦l quien le pag¨® a Pablo Picasso el lienzo para el pabell¨®n espa?ol de la Exposici¨®n Universal de 1937, es decir, el Guernica. Hacia el final de la contienda, tambi¨¦n colabor¨® con Andr¨¦ Malraux en la escritura y el rodaje de la pel¨ªcula Sierra de Teruel, que puede verse durante la visita a la exposici¨®n. Perdida la guerra, de vuelta en Par¨ªs, una denuncia an¨®nima que lo acus¨® de comunista (algo falso, pues siempre fue socialista) dio inicio a un penoso periplo que acab¨® en 1942 en un barco que zarp¨® de Casablanca con destino a M¨¦xico, despu¨¦s de haber pasado por campos de prisioneros de Francia y Argelia (all¨ª naci¨® su poemario Diario de Djelfa).
Con su llegada a M¨¦xico arranca el tercer cap¨ªtulo vital, marcado por una espera que nunca termin¨®, a que llegara el fin de la?dictadura de Franco y de su exilio. Pese a todo, fueron las tres d¨¦cadas en las que escritor pudo trabajar en libertad, combinando actividades como guionista de cine, cr¨ªtico teatral o en la radio televisi¨®n de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico, con la publicaci¨®n de gran parte de su enorme obra, desde Las buenas intenciones o La Calle de Valverde al Josep Torres Campalans y el Juego de cartas pretendidamente dibujado por ¨¦l (naipes por una lado, son ep¨ªstolas por el otro que dan informaci¨®n fragmentada para responder a la pregunta de qui¨¦n fue un personaje llamado M¨¢ximo Ballesteros).
La muestra se cierra con los dos viajes que Aub hizo a Espa?a casi al final de su vida, con la excusa de escribir una biograf¨ªa de su amigo Luis Bu?uel, que le dejaron un sabor amargo reflejado en La gallina ciega. Reconocido como gran escritor en Francia o Alemania, se vio completamente olvidado en un pa¨ªs que siempre defendi¨® como el suyo, pero que ya no reconoc¨ªa. Un gran dolor porque ¨¦l escrib¨ªa tambi¨¦n, ¡°para permanecer en los manuales de literatura, para estar ah¨ª, para vivir cuando haya muerto¡±, reconoci¨® en una anotaci¨®n de 1954.
Ahora 45 a?os despu¨¦s de su muerte, tiene ese lugar que quer¨ªa en los manuales de literatura, as¨ª como una enorme atenci¨®n de cr¨ªticos y especialistas. Pero a¨²n merecer¨ªa ganar m¨¢s atenci¨®n por parte de los lectores, aseguran desde el Instituto Cervantes. Para eso, explica Juan Marqu¨¦s, la exposici¨®n se ha hecho pensando tambi¨¦n en aquellos que no conocen el enorme y variad¨ªsimo genio literario de Max Aub. La muestra nace, adem¨¢s, con vocaci¨®n itinerante, as¨ª que, aunque su siguiente destino todav¨ªa no est¨¢ fijado, podr¨¢ verse en el futuro en otras ciudades.
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