El abrazo de Genov¨¦s y la galer¨ªa Marlborough
El artista repasa la historia de la firma londinense, cuando se cumplen 25 a?os del desembarco de esta a Espa?a
A punto de cumplir 87 a?os, Juan Genov¨¦s recuerda la vitalidad de cuando a sus 31 se convirti¨® en el primer artista espa?ol en fichar por la poderosa galer¨ªa londinense Marlborough. Corr¨ªa 1964 y el fogoso comunista de entonces ocupaba un rinc¨®n del Pabell¨®n de Espa?a en la Bienal de Venecia junto a otros artistas. Fue su pintura, una multitud en la que se reflejaba el miedo de un pa¨ªs en mitad de la negra noche de la dictadura, la que llam¨® la atenci¨®n de los expertos internacionales. ¡°Yo era un muerto de hambre sin galerista. Frank Lloyd, copropietario de Marlborough, quien me pregunt¨® si quer¨ªa trabajar para ellos. Me dijo que llevaba a Lucien Freud, Moore, Francis Bacon¡ Ahora es una galer¨ªa muy importante. Entonces era la mejor del mundo¡±.
Rememora aquello mientras la sede espa?ola de Marlborough celebra un cuarto de siglo de la apertura de su espacio madrile?o con una exposici¨®n en dos tandas, comisariada por el cr¨ªtico Francisco Calvo Serraller, en la que se mostrar¨¢n piezas representativas de todos sus artistas espa?oles (de Alberto Coraz¨®n a Hugo Fontela o Manolo Vald¨¦s; de Antonio L¨®pez a Soledad Sevilla o Blanca Mu?oz). La galer¨ªa la fundaron en Londres Lloyd y Harry Fisher (al que despu¨¦s se unir¨ªa David Somerset). Madrid fue la tercera parada de un viaje de internacionalizaci¨®n de la marca que incluy¨® Nueva York y Tokio. A estas ciudades se unieron despu¨¦s Santiago de Chile o Barcelona.
El artista nunca ha querido abandonar Espa?a pese a las propuestas para instalarse en Londres o Estados Unidos de su galer¨ªa. Desde hace casi medio siglo vive en las afueras de Madrid con su esposa Adela Parrondo en una casa en la que tambi¨¦n tiene su estudio. All¨ª le visitan sus tres hijos artistas: Pablo, Silvia y Ana. Met¨®dico y disciplinado, cada d¨ªa pinta unas ocho horas, camina y lee mucho. De vez en cuando coge el tren y viaja a su Valencia natal para, si es posible, ir a Mestalla a ver a su equipo del alma.
Como cada d¨ªa, en un alarde de disciplina, se ha levantado a las cinco de la ma?ana para trabajar en tres proyectos que tiene en marcha. Los tres, de gran formato, est¨¢n poblados de coloridos personajes diminutos que parecen andar sin rumbo bajo un horizonte de forma geom¨¦trica y color negro que parece dar sentido a la composici¨®n. Tienen mucho que ve con las multitudes asustadas de sus primeros a?os y las de su celeb¨¦rrimo El abrazo.
Confiesa que no se acuerda de la pieza exacta que llev¨® a Venecia, pero est¨¢ seguro de que era una obra combativa. ¡°Yo entonces estaba entregado a la Resistencia. Y como soy un pintor reflejaba las calamidades en las que viv¨ªamos. Era un tiempo de mucho miedo. Yo militaba con los comunistas y cualquier tropiezo te pod¨ªa costar la vida, como les pas¨® a muchos. Como pintor, no vend¨ªa casi nada y me hab¨ªan cerrado varias exposiciones¡±.
?C¨®mo alguien tan significado contra el r¨¦gimen pudo ser elegido para representar el Pabell¨®n espa?ol en Venecia?. ¡°Porque el R¨¦gimen quer¨ªa lavar su cara ante el exterior. Luis Gonz¨¢lez Robles, entonces responsable de Bellas Artes, escogi¨® obra de unos 20 ¨® 25 artistas y las colocaron por el edificio. Tuve la suerte de que Frank Lloyd se fijara en m¨ª. Desde entonces he podido vivir muy bien de mi trabajo y hacer lo que he querido¡±.
Cuenta que en los 60 el panorama art¨ªstico espa?ol era miserable y que los pocos galeristas que hab¨ªa organizaban la obra y la vida del artista. ¡°Juana Mord¨®, por ejemplo, administraba hasta el dinero de sus representados. Te tachaban de holgaz¨¢n, derrochador, incapaz de organizar tu vida. No era as¨ª. Era un paternalismo insoportable¡±.
Bacon, comprador
Con la entrada en Marlborough, las exposiciones internacionales se sucedieron para Genov¨¦s. En su primera muestra en Londres vendi¨® todo lo expuesto y Francis Bacon compr¨® la obra m¨¢s cara. ?l sigui¨® trabajando en Espa?a, entregado a la lucha antifranquista, haciendo pintadas y murales y huyendo de los grises. ¡°Entonces era costumbre que todos los artistas de la galer¨ªa asistieran a la inauguraci¨®n de la exposici¨®n de cada uno de nosotros. Con Bacon tuve una estupenda relaci¨®n.¡±
Tambi¨¦n tuvo trato habitual con Marcel Duchamp. ¡°Era un hombre que, en contra de lo que se cree, amaba mucho la pintura. Yo entonces no sab¨ªa ingl¨¦s y ¨¦l, por su amistad con Dal¨ª, hablaba algo de catal¨¢n, de manera que nuestras conversaciones, casi siempre sobre ajedrez, eran en catal¨¢n. A Mark Rothko le trat¨® en Nueva York, a finales de los 60. ¡°Estaba en plena depresi¨®n y muri¨® dos a?os despu¨¦s de nuestro primer encuentro en la galer¨ªa ¡°.
De aquellos tiempos data El abrazo (1976), su obra m¨¢s popular. ¡°M¨¢s que eso¡±, precisa el artista. ¡°Llegaron a imprimirse 500.000 carteles y no hab¨ªa una casa de gente progresista que no tuviera una reproducci¨®n en su casa. Ahora est¨¢ en el Congreso, que es un sitio perfecto porque el cuadro es de todos los espa?oles, no es m¨ªo. Y lo entiendo tan claro, que los derechos de reproducci¨®n los ced¨ª a Amnist¨ªa Internacional¡±. Al parlamento lleg¨® del Reina Sof¨ªa en 2012, donde estaba guardado en los almacenes, pese a lo cual no se siente mal representado en el museo nacional. ¡°En la colecci¨®n permanente tienen colgado un cuadro m¨ªo y me consta que tienen varios en los almacenes que ir¨¢n saliendo. No soy de los que exige atenci¨®n por vanidad¡±.
Dej¨® la militancia tras la Transici¨®n. ¡°Entonces, el riesgo era que el aparato del partido te alienara. Ahora ese peligro est¨¢ en los tel¨¦fonos m¨®viles a los que estamos pidiendo informaci¨®n de una manera pasiva. La gente no piensa. No hay contemplaci¨®n, ni reflexi¨®n. Tremendo¡±.
Con Genov¨¦s en Marlborough, pronto hubo otros artistas espa?oles elegidos por la firma internacional. Hoy, sobre todo tras instalarse en Espa?a, son (casi) legi¨®n. ¡°Cuando coincid¨ªamos en inauguraciones de exposiciones en el extranjero yo me sent¨ªa como el artista ex¨®tico de una dictadura del tercer mundo¡±. El primero en seguirle fue Antonio L¨®pez. ¡°Luego lleg¨® el resto y los espa?oles empezamos a formar un grupo visible¡±.
La doble exposici¨®n, comisariada por Calvo Serraller, es una buena prueba de ello. Empez¨® el 6 de abril con una primera selecci¨®n que se podr¨¢ ver hasta el 20 de mayo: Alfonso Albacete, Joaqu¨ªn Bar¨®n, Alberto Coraz¨®n, Hugo Fontela, Carlos Franco, Abraham Lacalle, Francisco Leiro, Antonio L¨®pez, Lucio Mu?oz, Pelayo Ortega, Sergio Sanz, Soledad Sevilla y Manolo Vald¨¦s. Desde el 25 de mayo al 9 de septiembre estar¨¢n Juan Jos¨¦ Aquerreta, Pablo Armesto, Mart¨ªn Chirino, Rafael Cidoncha, Juan Correa, Manuel Franquelo, Juan Genov¨¦s, Luis Gordillo, Blanca Mu?oz, Juan Navarro Baldeweg y David Rodr¨ªguez Caballero.
¡°Un plan Marshall para la cultura¡±
A Juan Genov¨¦s le duele de Espa?a la desidia con la que se trata a la ense?anza del arte y la inexistencia de una Ley de Mecenazgo. ¡°No se ense?a a mirar, porque no se quiere que la gente aprenda a pensar. Consideran que Cultura es un objeto decorativo, de lujo cuando es algo tan necesario como el comer. Nadie hace nada. Hay montones de edificios p¨²blicos abandonados que podr¨ªan ser usados por los artistas, porque la mayor parte de ellos no tiene ni donde desarrollar su obra. Mi hijo [el fot¨®grafo Pablo Genov¨¦s] dec¨ªa hace poco que Espa?a necesita un Plan Marsahall para la cultura. Totalmente de acuerdo¡±.
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