Italia, el pa¨ªs de Pinocho
Fundado sobre la duda acerca de lo que es verdad y mentira, en este pa¨ªs la versi¨®n oficial siempre est¨¢ en revisi¨®n
Aldo Moro, ex primer ministro italiano, fue secuestrado y asesinado semanas despu¨¦s, el 9 de mayo de 1978. Este mi¨¦rcoles, casi 38 a?os m¨¢s tarde, comenz¨® a las 14.05 una nueva sesi¨®n de la comisi¨®n de investigaci¨®n del caso Moro en el Senado italiano. Encarg¨® la b¨²squeda de testigos y documentos e interrog¨®, en parte a puerta cerrada, a un coronel de los Carabinieri. Se fueron a las 15.35. S¨ª, es as¨ª: todav¨ªa hay en el Parlamento italiano una investigaci¨®n oficial sobre el caso. Y siguen descubriendo cosas.
El caso Moro es uno de los paradigmas de los llamados misterios de Italia, una rep¨²blica fundada sobre la duda acerca de lo que es verdad y es mentira. O lo que es lo mismo, con la versi¨®n oficial de la historia siempre en el aire y en revisi¨®n. El pasado reciente es un borrador que se reescribe continuamente, porque Italia mira casi siempre atr¨¢s, obsesionada con sus secretos, desbordada por un presente indescifrable que deber¨¢ ser le¨ªdo m¨¢s adelante, cuando haya perspectiva. La perspectiva, inventada por italianos en el Renacimiento, es el problema y la soluci¨®n. C¨®mo colocar los objetos para que den la sensaci¨®n visual adecuada, profundidad y que todo encaje.
Leonardo Sciascia, que escribi¨® un libro sobre el caso Moro y como diputado fue miembro de la primera comisi¨®n de investigaci¨®n, dec¨ªa que Italia era un pa¨ªs sin verdad, porque al final no sabes qu¨¦ creerte, no hay ning¨²n hecho incontestable. ¡°Una de las novelas m¨¢s famosas de Italia en el mundo es Pinocho, una f¨¢bula sobre la mentira que tiene una capacidad did¨¢ctica: esto hay que pararlo o acabaremos todos en el circo¡±, reflexiona Eduardo Bravo, autor de un libro reci¨¦n editado, Villa Wanda (Autsider Divisi¨®n Sesuda), un entretenido paseo por la gran telara?a de los misterios italianos. El t¨ªtulo se debe al nombre de la mansi¨®n de Licio Gelli, gran maestre de la logia mas¨®nica ilegal Propaganda 2 (P-2), uno de los s¨ªmbolos de los misterios de Italia. Aunque hay muchos, todos marcados por una ¨¦poca, la Guerra Fr¨ªa, el contexto que explica todo, junto a m¨²ltiples actores en un pa¨ªs caracterizado por la fragmentaci¨®n del poder. Decenas de partidos, servicios secretos italianos y extranjeros, logias mas¨®nicas, Mafia, Vaticano¡ Personajes como Giulio Andreotti, ¡°un malvado de Marvel, un artista de la mentira¡±, dice el escritor. Todo ello hace imposible un relato que se antoja inconfesable. De la masacre de Portella della Ginestra (1947), pasando por el atentado de la estaci¨®n de Bolonia (1980) a la guerra al Estado de Cosa Nostraen los a?os noventa.
¡°Tiene mucho que ver que quien cuenta la verdad oficial, los pol¨ªticos y los medios de comunicaci¨®n, son en parte part¨ªcipes de esa mentira. En tiempos de la P-2, la logia controlaba el Corriere della Sera, Berlusconi era primer ministro, ten¨ªa un imperio medi¨¢tico y manejaba la televisi¨®n p¨²blica¡¡±, opina Bravo. Luego, a quien le toca establecer la verdad es a los jueces, pero esa v¨ªa tambi¨¦n es muy problem¨¢tica. Entonces el trabajo queda para los historiadores, a ver si tienen m¨¢s suerte. La verdad solo aparece a veces, si aparece, a?os m¨¢s tarde, cuando nadie tiene nada que temer, ya le da igual o tiene remordimientos tard¨ªos. Los depistaggi, los despistes en las investigaciones, orquestados por el propio Estado o su parte oscura, han enmara?ado los procesos judiciales hasta lo indecible.
La ausencia de verdad tambi¨¦n es ¨²til para crear no solo una sensaci¨®n de sospecha perenne, muy perniciosa para un Estado de derecho y que aspire a que sus ciudadanos paguen sus impuestos, sino una confusi¨®n general. Hace unos a?os cundi¨® el desaliento porque en un sondeo en Bolonia los j¨®venes pensaban que el atentado de la ciudad, con 85 muertos, fue obra de las Brigadas Rojas, aunque fueron condenados terroristas neofascistas. Y tambi¨¦n es verdad que sigue sin aclararse qui¨¦n estuvo detr¨¢s.
Lo cierto es que los italianos cuentan con la mentira como con la lluvia o el tr¨¢fico. Son muy conscientes de ello. ¡°En cierto modo son m¨¢s civilizados, han aprendido que la mentira disfrazada de diplomacia, aunque no sea lo m¨¢s elevado, es lo m¨¢s pr¨¢ctico. Es mejor tener una amante y no decirlo en casa y, como pa¨ªs, es una herramienta pol¨ªtica y social. La mentira es ¨²til, engrasa situaciones¡±, dice Bravo. En Espa?a quiz¨¢ vivimos con otras mentiras, y ahora se cuestiona si todo en la Transici¨®n es como nos contaron, pero no lo afrontamos hasta que estalla un esc¨¢ndalo y entonces nadie se lo puede creer. ¡°Italia es una sociedad construida en la mentira, pero no s¨¦ hasta qu¨¦ punto es algo consensuado, muy enraizado. Si todos se saltan las normas te puedes desesperar o hacer t¨² lo mismo, la mentira es un modo de vida. Es como cuando te pones a conducir en Italia: intentas imponer tu modo c¨ªvico de hacerlo o haces como ellos y la vida es m¨¢s sencilla¡±. Si no lo aceptas, eres infeliz, o en asuntos de Estado, te pueden matar directamente.
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