Victorino, sensaci¨®n de toro
Interesant¨ªsimo festejo en el que se vivieron momentos de intensa conmoci¨®n, y Ure?a y Ferrera cortaron una oreja cada uno
No fue un corrid¨®n de toros, ni por hechuras ni por comportamiento. Todos recortaditos, sin caras aparatosas, en el tipo de la casa; ninguno destac¨® por sus excepcionales condiciones en los tres tercios de la lidia. Pero hubo inter¨¦s porque hab¨ªa toro; bravos, unos; nobles otros, parados algunos, soso y misterioso otro, bronco y violento el segundo¡ El toro de lidia, una caja de sorpresas, emocionante siempre. As¨ª, s¨ª.
Tampoco fue una corrida triunfal de principio a fin, pero se vivieron momentos de conmoci¨®n y arrebato, de esos que solo se pueden sentir cuando la tauromaquia eterna vibra por los cuatro costados.
Ambientazo en la Maestranza. Tarde espl¨¦ndida despu¨¦s de una ma?ana lluviosa; tarde soleada y ventosa tambi¨¦n. Y henchida de expectaci¨®n con el recuerdo del toro Cobradiezmos, indultado en esta plaza la feria pasada.
Ovaci¨®n de gala para la terna al acabar el pase¨ªllo que recoge Manuel Escribano e invita a sus compa?eros. Se aventura una gran tarde. Y en verdad que as¨ª fue, pues quedaron para el recuerdo destellos inolvidables.
El primer toro acude con presteza y empuja al caballo en la primera vara; duda en la segunda, pero acude finalmente y demuestra su val¨ªa. Ferrera se luce en un sentido quite a la ver¨®nica, y Escribano por chicuelinas. Banderillean los dos diestros y el toro acude al cite con prontitud, alegr¨ªa y galope. El tercio resulta vistoso. El animal se hab¨ªa esforzado tanto que se apag¨® en el ¨²ltimo tercio. Se le acab¨® la alegr¨ªa, se par¨® y solo permiti¨® un pesado arrim¨®n de su matador.
A toriles se fue Escribano para recibir al segundo, que se emplaz¨® en la puerta, ote¨® el horizonte e instantes despu¨¦s puso en serios aprietos al torero cuando embisti¨® con enorme fiereza y genio al capote. La lidia careci¨® de historia porque el victorino destac¨® por su peligro y violencia.
MART?N / FERRERA, ESCRIBANO, URE?A
Toros de Victorino Mart¨ªn, correctos de presentaci¨®n, de variado comportamiento: bravo y parado el primero; bronco el segundo; blando y noble el tercero; complicado el cuarto; de gran calidad el quinto, y soso el sexto. Todos cumplieron en los caballos.
Antonio Ferrera: pinchazo y estocada baja (ovaci¨®n); ¡ªaviso¡ª estocada (oreja).
Manuel Escribano: metisaca, pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio); estocada ¡ªaviso¡ª y tres descabellos (ovaci¨®n).
Paco Ure?a: estocada (oreja); tres pinchazos, media estocada y cuatro descabellos (silencio).
Plaza de La Maestranza. Sexta corrida de abono. 29 de abril. Casi lleno. Durante el pase¨ªllo son¨® el pasodoble Manolete con motivo del centenario del nacimiento del torero cordob¨¦s.
El tercero fue un misterio. Lo recibi¨® Ure?a con tres ver¨®nicas extraordinarias, de esas que se sienten en el alma. Acudi¨® con br¨ªo al caballo y lo pic¨® muy bien Pedro Iturralde. Dio la impresi¨®n de venirse abajo en banderillas, y lleg¨® al tercio con andares sosos y tristes. En ese tono transcurri¨® la primera parte de la faena de Ure?a, hasta que, sin saber por qu¨¦, el animal humill¨®, ampli¨® su corto recorrido y permiti¨® una tanda magn¨ªfica de derechazos que supieron a gloria; despu¨¦s, con la muleta en la zurda y a distancia del toro, dibuj¨® Ure?a dos tandas de naturales pre?ados de torer¨ªa. Lo que son las cosas¡
La lidia de cuarto fue una explosi¨®n de emociones. No permiti¨® de entrada toreo a la ver¨®nica. Derrib¨® con estr¨¦pito al caballo y cumpli¨® en la segunda. El tercio de banderillas fue espectacular y cargado de sentimiento. Invit¨® Ferrera a parear a su subalterno Jos¨¦ Manuel Calvo, hijo de Manolo Montoliu, muerto en esta plaza en 1992. El par que coloc¨® el torero valenciano derroch¨® torer¨ªa desde sus andares primeros hasta la perfecta colocaci¨®n; se luci¨® tambi¨¦n el matador, y la plaza en pie, absolutamente conmovida, irrumpi¨® en una ovaci¨®n de ¨¦poca mientras el hijo del legendario banderillero brindaba a los cielos.
Otro misterio en la muleta; en esta ocasi¨®n, por parte del matador. No era f¨¢cil el toro, nada de fofa nobleza, sino genio y fiereza a raudales. Se desarrollaba la faena sin detalles meritorios, cuando Ferrera dijo aquello de aqu¨ª estoy yo, plant¨® las zapatillas en la arena y oblig¨® a su oponente a embestir como dios manda. Y brotaron dos tandas de derechazos estupendos, largos y hondos, y otra de naturales vibrantes que sonaron en todos los rincones de la plaza. Tras una buena estocada pase¨® una oreja; como debe ser.
El quinto cumpli¨® en varas; Escribano lo pare¨® con m¨¢s voluntad ¡ªtoda la imaginable¡ª que acierto (insiste en colocar los garapullos a toro pasado), y aprovech¨® con enorme merecimiento la bondadosa embestida del animal. Acud¨ªa el toro con franqu¨ªa y lentitud al cite, y Escribano lo mulete¨® con temple, largura y hondura, y revalid¨® su conocimiento de la lidia de estos toros y un notable avance en sus formas toreras. Mejor por el lado derecho, toro y torero protagonizaron destellos de excelsa torer¨ªa. Solo el fallo con el descabello le impidi¨® pasear un merecido trofeo.
Finalizado el tercio de varas al sexto, en el que cumpli¨® el toro, Ferrera asom¨® el capote, y traz¨® dos bell¨ªsimas chicuelinas, una media y una larga en un palmo de terreno, y la plaza se lo cant¨® a lo grande. Muleta en mano, Paco Ure?a lo intento de veras, pero el corto viaje del animal no le permiti¨® redondear una tarde triunfal. Aun as¨ª, rob¨® muletazos de mando, temple y buen gusto a base de valeroso tes¨®n.
La corrida acab¨® casi a las nueve y media, pero nadie, que se sepa, se quej¨® de la dura piedra. As¨ª de emocionante puede ser esta fiesta.
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