Albert Camus regresa a Menorca para dar voz a los refugiados
Un congreso sobre la obra del autor de ¡®La peste¡¯ trata la crisis del Mediterr¨¢neo como identidad com¨²n e indaga en las ra¨ªces baleares del escritor
Para afrontar los desaf¨ªos actuales del Mediterr¨¢neo, aquel ¡°solar tr¨¢gico¡± en la definici¨®n de Albert Camus (1913-1960), ser¨ªa precisa ¡°la br¨²jula ¨¦tica¡± que guiaba la vida y la obra del escritor. As¨ª opina el novelista liban¨¦s Amin Maalouf. El autor de Le¨®n el africano,atento lector del Nobel francoargelino, dedic¨® el fin de semana a ¡°aprender¡± sobre este en el simposio Trobades Liter¨¤ries Mediterr¨¤nies Albert Camus, convocado en Sant Llu¨ªs, localidad de 7.000 habitantes y trazas francesas del interior menorqu¨ªn.
Maalouf es uno de los m¨¢s destacados participantes en el congreso, que conmemora hasta hoy el 60? aniversario de la concesi¨®n del premio de la Academia Sueca a Camus. La cita mezcla el debate sobre asuntos de nuestro tiempo en los que este habr¨ªa intervenido con gusto ¡ªla crisis de los refugiados, Le Pen, Palestina o el yihadismo¡ª con un encuentro en la cumbre de expertos (franceses, la mayor parte) en su obra. Un club exclusivo con sus acuerdos y desacuerdos, su jerarqu¨ªa y sus referentes aparentemente fuera de duda, como Agn¨¨s Spiquel.
Presidenta de la Societ¨¦ des ?tudes Camusiennes fue vitoreada el s¨¢bado tras una erudita conferencia sobre la fuerza ¡°referencial¡± de la madre (Catherine Sint¨¨s) en el imaginario de Camus. M¨¢s lejos se aventur¨® la novelista argelina Ma?ssa Bey, quien hizo un juego de palabras entre mar(mer) y madre (m¨¨re), ¡°l¨ªquidos amni¨®ticos¡± de su pensamiento.
La genealog¨ªa del escritor fue, ya desde la elecci¨®n de Sant Llu¨ªs como sede, asunto central de un congreso impulsado por Miguel ?ngel Moratinos, diplom¨¢tico y exministro de Exteriores socialista, para indagar en ¡°las contradicciones de nuestro mar com¨²n¡±. De Sant Llu¨ªs parti¨® rumbo a Argelia poco antes de 1874 la abuela Catalina Cardona, expulsada de su tierra por la pobreza y atra¨ªda por la aventura previa de muchos de sus compatriotas: entre 1830 y 1850, seg¨²n datos manejados por Josefina Salford, del Institut Menorqu¨ª d¡¯Estudis, 9.500 de ellos emigraron y reprodujeron en la franja de Argel las formas y distancias de la isla balear. En la orilla de enfrente, Cardona se cas¨® con otro miembro de una familia de menorquines expatriados que nunca regresar¨ªan a casa.
De ¡®La peste¡¯ a la ¨¦lite de los perfumes
Entre los participantes en los encuentros sobre Albert Camus (cerca de 30 ponentes y unos 200 asistentes que abarrotaban el auditorio que en Sant Llu¨ªs lleva el nombre del autor de La peste), figura uno, de nombre Antonie Maisondieu, que parec¨ªa abrumado por tanta informaci¨®n, desconocida para ¨¦l, sobre el escritor. Se trata de su nieto. Cualquiera lo dir¨ªa por la frente y la forma de su boca, aunque su vida le haya llevado por caminos muy distintos. Hijo de Catherine Camus, Maisondieu es una reputada nariz, esto es, se dedica a dise?ar perfumes para las mejores marcas de lujo francesas. "Intent¨¦ ser escritor, pero era realmente terrible", se disculpa.
¡°De mi abuelo aprend¨ª la honestidad intelectual, la simplicidad, la rebeli¨®n, la libertad que conlleva una responsabilidad y el no aceptar ninguna creencia porque s¨ª¡±, explica Maisondieu, que no conoci¨® a su abuelo y opina que su oficio mezcla ¡°la parte art¨ªstica de este¡± con el trabajo que hered¨® de la familia del padre, de profesi¨®n perfumero.
El programa de mano, cuajado de escritores, artistas, m¨²sicos, cineastas, periodistas y gestores culturales m¨¢s o menos camusianos de los dos lados, bien podr¨ªa haberse acompa?ado de un ejemplar de El primer hombre, su novela autobiogr¨¢fica inconclusa. Camus portaba el manuscrito aquel 4 de enero de 1960 en el que se mat¨® en un accidente de coche.
No vio la luz hasta 34 a?os despu¨¦s para despejar tantas dudas como sembrar de enigmas el camino de sus ex¨¦getas. En esa historia, protagonizada por el trasunto Jacques Cormery, est¨¢ casi todo: los antepasados emigrantes, la madre silenciosa y casi invisible, la miseria, ¡°el sol argelino capaz de matar los colores¡±, la muerte del padre en la I Guerra Mundial y la infancia como esa patria de la que en cierto modo todos nos sentimos refugiados.
Testimonios personales
El exilio y el n¨®stos, perpetua traves¨ªa del h¨¦roe griego de vuelta al hogar, fueron recurrentes en los encuentros. Se habl¨® de varias ?tacas; de la de Ulises, insoslayable inspiraci¨®n, y de la real, que Camus visit¨® en su periplo griego de 1955, plasmado en sus Carnets. Pero tambi¨¦n de las varias ?tacas que Camus sinti¨® como propias: Argelia, que en los cuarenta cambi¨® por Par¨ªs, y tambi¨¦n Menorca, a cuyas puertas se qued¨® en el viaje a Mallorca e Ibiza realizado en 1935 con su primera esposa, Simone Hi¨¦, a quien los estudiosos se refieren con vaga fascinaci¨®n como ¡°la morfin¨®mana¡±. Aquella excursi¨®n est¨¢ contenida en su primer libro, El rev¨¦s y el derecho, cuyo prefacio, escrito posteriormente, es otra piedra de Rosetta camusiana. ?Y qu¨¦ hizo que el escritor no diese el salto a Menorca? Imposible saberlo con certeza.
Otras ?tacas ¡°menos rom¨¢nticas¡± se colaron en la forma de los testimonios personales del esc¨¦ptico novelista iraqu¨ª residente en Nueva York Sinan Antoon, que rest¨® m¨ªstica al sue?o del Mediterr¨¢neo (¡°la diferencia entre las dos orillas es la diferencia entre el norte y el sur global, entre la vida y la muerte, entre la riqueza y la pobreza¡±) y de la escritora y activista siria Samar Yazbek, llegada desde Par¨ªs para dar voz a los ¡°cinco millones de compatriotas obligados por la guerra a partir al extranjero y los cuatro millones de desplazados interiores¡±.
Yazbek comparti¨® mesa con el novelista Manuel Vicent, quien, ante la idea del Mediterr¨¢neo como ¡°sin¨®nimo de caos¡±, hoy convertido en cementerio (unos 5.000 muertos solo en 2016, seg¨²n la ONU), defendi¨® el concepto de la alianza de civilizaciones y ech¨® mano de unos premonitorios versos de Lorca: ¡°¡el mar record¨® ?de pronto! los nombres de todos sus ahogados¡±.
Fue ayer por la ma?ana, cuando, tras el Camus rebelde y el Camus pol¨ªtico, opuesto al totalitarismo de cualquier signo, le toc¨® el turno al Camus periodista: el editorialista, el redactor jefe durante la Resistencia en Combat, origen de su enemistad con Sartre, y el reportero de investigaci¨®n de sus inicios en Argelia.
Al surgir la cuesti¨®n de la crisis de credibilidad de los medios, reson¨® una pregunta frecuente en Sant Llu¨ªs estos d¨ªas: ?y qu¨¦ har¨ªa al respecto si estuviese entre nosotros? Mar¨ªa Santos-Sainz, autora de un reciente libro sobre el tema, entresac¨® una advertencia posible de la obra de Camus, fuente inagotable de aforismos que funcionan como balizas en un Mediterr¨¢neo de dudas: ¡°Contar mal las cosas es incrementar las desgracias del mundo¡±.
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