Soliloquios de la poszarzuela
Modernizar la zarzuela es una obsesi¨®n recurrente en el teatro que lleva su nombre. Y ese af¨¢n provoca de todo menos modernidad
Modernizar la zarzuela es una obsesi¨®n recurrente en el teatro que lleva su nombre. Y ese af¨¢n provoca de todo menos modernidad. Los dos t¨ªtulos de Ger¨®nimo Gim¨¦nez elegidos para un nuevo asalto al problema, Ense?anza libre, de 1901, y La gatita blanca, de 1905, tienen momentos cantables muy inspirados y el tratamiento musical por encima de la media, caracter¨ªstico en el maestro de La Tempranica o Las bodas de Luis Alonso; m¨¢xime cuando la segunda zarzuela, La gatita blanca, cuenta con la colaboraci¨®n del gran Amadeo Vives.
Ense?anza libre & La gatita blanca, o Venga ¡°ust¨¦¡± a pasar la tarde.
M¨²sica: Ger¨®nimo Gim¨¦nez y Amadeo Vives.
Direcci¨®n musical: Manuel Coves. Direcci¨®n de escena: Enrique Viana. Escenograf¨ªa: Daniel Bianco. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro Titular del Teatro de la Zarzuela.
Reparto: Cristina Faus, Luisa Roko, Gurutze Beitia, Mar¨ªa Jos¨¦ Su¨¢rez, ?ngel Ruiz, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, Axier S¨¢nchez.
Teatro de la Zarzuela, Madrid. Del 6 al 28 de mayo.
Estas dos zarzuelas breves, y en especial la segunda, est¨¢n enfangadas en los peores anhelos de la ¨¦poca: insuflar vida, y seguramente dinero, a trav¨¦s de una deriva er¨®tica de la que la zarzuela como g¨¦nero extra¨ªa pan para hoy y hambre para ma?ana.
El resultado de esa insensata apuesta fue que hay numerosos t¨ªtulos de esos a?os en los que lo extral¨ªrico inunda la producci¨®n. Pretender darles nueva vida ahora, justamente desde el prestigio de la zarzuela, entendida como un ente absoluto, puede producir curiosos engendros.
La presente producci¨®n, subtitulada 'Venga?ust¨¦ a pasar la tarde', es una propuesta de Enrique Viana. Gracioso, l¨²cido y sabedor del terreno que pisa, se deshace de los libretos originales y conserva solo sus n¨²meros musicales, con no pocos a?adidos de otros t¨ªtulos e incluso de otros autores y momentos. Su idea es hacer un espect¨¢culo de hoy, o casi, basado en su ingenio proverbial y en el brillo de una producci¨®n de lujo que, entre otras cosas, desmonta el Teatro de la Zarzuela y lo convierte en una suerte de cabaret. Todo lo que propone Viana es interesante, pero no todo sale bien y a lo largo de las dos horas de espect¨¢culo bordea el naufragio. ?Por qu¨¦? El humor de Viana, que en otros momentos es muy eficaz, aqu¨ª termina encorsetado por la propia idea de modernizar la zarzuela; no termina de saberse si ha transgredido demasiado o, al contrario, se ha quedado atrapado en el respeto a unas zarzuelas que no se modernizan ni a tiros. ?Qu¨¦ Gim¨¦nez era un m¨²sico muy bueno? Claro. Pero tambi¨¦n estaba preso de convenciones de una Espa?a muy problem¨¢tica. Lo sical¨ªptico viaja mal, lo que erotizaba a nuestros bisabuelos nos deja m¨¢s estupefactos que con sonrisa amable; sobre todo si ese erotismo era c¨®mplice de unos anhelos sociales y culturales rid¨ªculos. Es cierto que no se debe juzgar el pasado, pero transportarlo en modalidad de espect¨¢culo¡
Dicho esto, la producci¨®n del Teatro de la Zarzuela est¨¢ defendida con una convicci¨®n digna de mejor causa. Un repertorio coral excelente en lo musical y deficiente cuando quiere hacer gracia; una puesta en escena con escenograf¨ªa de Daniel Bianco que, como est¨¢ en su casa pone el Teatro patas arriba. Una orquesta sobrada y bien llevada por Manuel Coves y una curiosa sensaci¨®n de que todo es excelente y todo se queda corto. Aunque, claro, seguro que tiene su p¨²blico, encantado de ¡°pasar la tarde¡± despu¨¦s de degustar unas tortitas con nata.
Babelia
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