El arte de hacerse perdonar
Escribir era buscar refugio en la imaginaci¨®n y crear su propio baluarte
Si como un fruto dorado de la burgues¨ªa culta has sido educada para controlar tus impulsos y someter tu conducta a las estrictas reglas de urbanidad; si has aprendido desde ni?a a comportarte en la mesa, a distinguir toda clase de vajillas, copas y cubiertos; si despu¨¦s de soportar con una sonrisa a cualquier comensal pelmazo no te olvidas de dejar el cuchillo y el tenedor juntos marcando las tres y cuarto en el plato al terminar; si ya de adolescente cruzabas por instinto correctamente las piernas al sentarte; si has logrado disimular tu natural timidez con una elegante forma de estar callada; si eras una burguesita guapa y adorable destinada al mercado nupcial de clase VIP donde solo se te exigir¨ªa ser un florero en los salones y hacer una tarta de chocolate de tu creaci¨®n como todo alarde culinario y te rebelaste; si ten¨ªas siempre la cabeza en un lugar muy lejano y so?abas con viajar hasta all¨ª con maletas de fuelle, o si tal vez ese viaje era el sue?o de ser escritora, una ni?a como esta se llamaba Carmen Posadas y lleg¨® a Espa?a desde Uruguay, con 12 a?os, hija de diplom¨¢ticos destinados en nuestro pa¨ªs.
Era la m¨¢s peque?a de cinco v¨¢stagos, el patito feo, seg¨²n dice ella. Le hubiera gustado tener los ojos verdes y ser tan guapa como sus hermanas, pero Carmen Posadas posee el arte de la mirada, ese don magn¨¦tico con que miran ciertos animales de alta belleza felina. Hay en esta mujer un vestigio de lo que Vasconcelos llama la raza c¨®smica, expresada en unos ojos oscuros que unifican todas las razas desde una profundidad del silencio precolombino.
¡°Debo todo lo que soy m¨¢s a mis defectos que a mis virtudes. Era una ni?a muy t¨ªmida. Me llamaban La mudita, porque no despegaba los labios. Si escribo ha sido por superar la timidez, de lo contrario me hubiera dedicado a jugar al bridge o al golf, como mis amigas¡±, cuenta la escritora.
Al principio parec¨ªa que ese iba a ser su camino. Despu¨¦s de moverse por los c¨ªrculos de la alta burgues¨ªa madrile?a, tenis, golf, galopadas con caballos por los verdes sotos del club Puerta de Hierro, aperitivos en Serrano entre amigos de pelo pegado y rizos en el cogote, donde se sent¨ªa condenada al primer mandamiento de agradar a los dem¨¢s, sigui¨® a su progenitor en su nuevo destino diplom¨¢tico a Inglaterra y all¨ª inici¨® sus estudios en Oxford, pero en Madrid hab¨ªa dejado un coraz¨®n vulnerado y ella renunci¨® a los libros para casarse con aquel chico guapo y financiero, Rafael Ruiz de Cueto, con una boda ex¨®tica, muy de papel satinado, que se celebr¨® en Mosc¨², donde estaba ahora destinado su padre como embajador. Fue una de las primeras bodas cat¨®licas que se oficiaron en Rusia desde la Revoluci¨®n de 1917. Se celebr¨® en la iglesia ortodoxa de las Colinas de Lenin y fue todo un acontecimiento que recogieron las principales cabeceras del mundo. Cerca de 80 invitados acudieron al enlace desde Espa?a, que aun no ten¨ªa relaciones diplom¨¢ticas con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y hubo que pedir unos pasaportes especiales a Franco para poder viajar. Carmen Posadas deposit¨® el ramo de novia en la tumba de Lenin, ante las l¨¢grimas de su madre. ¡°Hab¨ªa ministros sovi¨¦ticos y personalidades del mundo de la cultura y la pol¨ªtica. Tomaron vodka y terminaron borrachos bailando el kazachok¡±, dice la escritora. Son experiencias directas que sirven para afianzar la imaginaci¨®n y si las lees en una novela te las crees.
Bodas de esta ¨ªndole suelen desembocar en un divorcio igual de sonado. Carmen Posadas se dio cuenta muy pronto que la deriva de sus sue?os la iba alejando del mundo de su marido. Escribir era una forma de salvarse, buscar refugio en la imaginaci¨®n era crear el propio baluarte, aunque su principal enemigo segu¨ªa siendo su entorno social. Empez¨® escribiendo cuentos para ni?os. Despu¨¦s toda su carrera profesional ha estado sometida a una lucha previa para que la gente tomara en serio a una pija que jugaba a ser escritora.
Se dice que el jurado del premio Goncourt hab¨ªa fallado a favor de Paul Morand y a la hora de notificarle la noticia, al enterarse de que el premiado viv¨ªa en el hotel Ritz de Par¨ªs, le fue retirado galard¨®n. ?Un millonario, diplom¨¢tico, hombre de mundo, lleno de ¨¦xito social y encima quer¨ªa ser escritor? ?Una joven atractiva, de la buena sociedad, con talento, Premio Planeta? Para llegar a ser lo que es ahora, una escritora profesional reconocida en el reba?o literario, Carmen Posadas tuvo que hacerse perdonar algunos privilegios de clase y quemar muchos abalorios en la hoguera de las vanidades.
Lo ten¨ªa todo para ser pasto de las llamas que incendian las alas de las mariposas. Su matrimonio con Mariano Rubio, exgobernador del Banco de Espa?a, fue quiz¨¢ una de las historias m¨¢s agridulces de su vida, en la que demostr¨® estar a la altura. Talento, timidez, entereza y algunas pastillas antioxidantes para mantener a raya la edad en honor a la belleza. Esa es la lucha en la que Carmen Posadas se ha forjado.
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