¡°Hay que trabajar para reconciliar el capitalismo y la democracia¡±
El historiador Mark Mazower reflexiona sobre la complacencia con los totalitarismos a prop¨®sito de la reedici¨®n de su libro 'La Europa negra'
Dec¨ªa el fil¨®sofo Benedetto Croce, figura del liberalismo italiano, que el ascenso del fascismo en la Europa de entreguerras era un par¨¦ntesis de la historia italiana y la democracia era la condici¨®n natural del pa¨ªs. Como ¨¦l, el consenso liberal de la ¨¦poca cre¨ªa que el movimiento de parte del Viejo Continente hacia la extrema derecha en los a?os veinte y treinta no era m¨¢s que una eclosi¨®n de locura colectiva. La democracia, se pensaba, era invencible, un sistema casi perfecto que la gente escog¨ªa ateni¨¦ndose a la raz¨®n. Pero no fue as¨ª y el caos desemboc¨® en la II Guerra Mundial. Ese turbulento periodo es objeto de an¨¢lisis del historiador Mark Mazower en La Europa negra, que Barlin Libros, nueva editorial especializada en ensayo, acaba de reeditar por su vigencia, y en el que reflexiona sobre la facilidad con la que se han consentido e infravalorado los signos de totalitarismo en el pasado.
Quince a?os despu¨¦s de ser publicado por primera vez, el autor aprecia algunas similitudes de aquellos tiempos con la actualidad. ¡°?Vuelve el fascismo? Quiz¨¢s resulte exagerado. No creo que nada vuelva. Pero las cosas est¨¢n cambiando: hay un movimiento hacia la derecha perturbador. Llamarlo fascismo o no es lo de menos. Es un auge del racismo que se legitima en un sentimiento antiimigraci¨®n y antimusulm¨¢n que recuerda al antisemitismo de los a?os treinta¡±, afirma Mazower (Londres, 59 a?os) en una entrevista telef¨®nica. ¡°Hay ahora un intento por crear un poder ejecutivo fuerte, como vemos en EE UU. En Europa hay movimientos de extrema derecha en ascenso. Un caso sorprendente es el de Grecia. Si alguien me hubiese dicho hace unos a?os que un partido nazi [Amanecer Dorado] iba a ser la tercera fuerza del pa¨ªs, pensar¨ªa que estaba loco. Que eso no pod¨ªa suceder¡±.
Es dif¨ªcil comparar la Alemania de Hitler con la Europa actual. Nadie se ha autoproclamado dictador, ni reclama todo el poder para un partido ¨²nico. Pero el auge de la extrema derecha en Francia y otros pa¨ªses, el Brexit, la deriva autoritaria en Hungr¨ªa y Polonia y la victoria de Donald Trump, han pasado factura a la imagen de la democracia en Occidente. En el mundo acad¨¦mico se ha abierto el debate sobre cu¨¢ndo una democracia deja de serlo. ¡°De alguna forma hoy hay sentimientos parecidos a los de la Europa de entreguerras¡±, aclara Mazower, cuyo libro analiza parte de la historia europea del siglo XX, desde la I Guerra Mundial hasta la creaci¨®n de la UE y las guerras en los Balcanes.
La conclusi¨®n, seg¨²n explica en el libro, es que ¡°la democracia conviene ahora a los europeos en parte porque est¨¢ asociada con el triunfo del capitalismo y en parte porque implica un compromiso o una intrusi¨®n en sus vidas menor que en cualquiera de las alternativas¡±. Mazower alerta de que no hay que dar por garantizada la democracia y pone de ejemplo los a?os veinte, cuando este sistema era el dominante, pero acab¨® agonizando en la d¨¦cada siguiente m¨¢s r¨¢pido de lo que se pudiera pensar.
¡°El libro identifica un problema central: que capitalismo y democracia no est¨¢n necesariamente hechos el uno para el otro¡±, opina. ¡°Tenemos que trabajar para una reconciliaci¨®n entre el capitalismo y la democracia. No se pueden levantar una serie de instituciones democr¨¢ticas y asumir que los ciudadanos van a apoyarlas de forma indefinida, sobre todo si crece el paro. A partir de los a?os cuarenta, los dem¨®cratas tuvieron que pensar en una nueva forma de democracia y fue exitosa porque cre¨® ese mensaje de solidaridad. Se cre¨® el Estado del bienestar y, bien la socialdemocracia en la izquierda o la democracia cristiana en la derecha, se comparti¨® ese mensaje¡±.
Cuando Mazower escrib¨ªa este libro, publicado por primera vez en ingl¨¦s en 1998 y en espa?ol en 2001, algo cambi¨®. ¡°Con el fascismo y el comunismo muertos, la gente asumi¨® que la democracia pod¨ªa cuidar de s¨ª misma. Pero en los ¨²ltimos siete a?os, cuando la econom¨ªa empez¨® a ir mal en Europa, la gente empez¨® a ver que vivimos en un sistema que crea desigualdades y una gran riqueza para unos pocos. Millones de j¨®venes perdieron su trabajo en Europa y nadie pensaba que esto era un problema alarmante. La estabilidad de la divisa parec¨ªa m¨¢s importante¡±. Perder de vista ese mensaje solidario ha sido, a su juicio, el gran error de las ¨¦lites europeas.
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