Toreros de raza

Cuando se enfrentan un toro serio y un torero de raza no hay cartel flojo en una feria. Era este de esos de poco tir¨®n hasta que sali¨® el toro que, por sus astifinas defensas, se gan¨® el respeto del p¨²blico y, despu¨¦s, por su seriedad de comportamiento y aspereza, maximiz¨® el sentido del riesgo. El c¨ªrculo de la emoci¨®n se cierra cuando aparece un torero dispuesto a jugarse la vida, consciente de que esa tarde puede ser el todo o la nada de todos los sue?os que acumulados.

La corrida de Lagunajanda no fue buena porque le falt¨® calidad, movilidad y encastada nobleza; pero no fue tonta al estilo moderno. Toros de imponentes cabezas, mansurrones en los caballos y de comportamiento bronco y complicado en el ¨²ltimo tercio; toros exigentes con los toreros y con la atenci¨®n de los espectadores. Toros duros que no permit¨ªan dudas, toros para toreros machos de verdad, gente valerosa, dispuesta a anclar las zapatillas en la arena y esperar que la moneda cayera de cara.

Con un muletazo cambiado de rodillas inici¨® Fortes la faena al segundo de la tarde, un toro fiero, combativo e incierto, casi las mismas condiciones que mostr¨® el torero en su labor. Siempre bien colocado y cruzado, dibuj¨® Fortes dos tandas de naturales ce?id¨ªsimos, de esos en los que los pitones calientan los muslos. Muletazos no para la alegr¨ªa festiva, sino para el sufrimiento, de los que ponen el coraz¨®n en el pu?o, en la seguridad de que el muchacho se est¨¢ colocando en la cuerda floja de la vida. Tres bernardinas valent¨ªsimas pusieron el broche a una actuaci¨®n que la plaza sigui¨® con enorme atenci¨®n. Y eso que no fue una faena vistosa, pero s¨ª honda y cargada de argumentos. No hubo oreja, y la mereci¨®. Quiz¨¢, algunos, equivocadamente, no blandieron el pa?uelo porque creyeron que eso no era toreo. Y all¨ª hab¨ªa un torero de raza. Nada m¨¢s y nada menos.

La misma senda tom¨® Rom¨¢n. No culmin¨® faena ante el tercero, sufri¨® una faena voltereta y lo mat¨® mal, pero tiene valor y ganas para regalar. Aprovech¨® la codicia del toro para lucirse con dos tandas de redondos y unos naturales que no alcanzaron el cl¨ªmax requerido. Qued¨® constancia, no obstante, de que un torero a tener en cuenta.

El resto de la corrida no sirvi¨®. Ni el lote de Del ?lamo, que qued¨® in¨¦dito ante un inv¨¢lido y otro desinflado; ni el quinto, soso, con el que Fortes se mostr¨® esforzado y pesado, ni el sexto, que se par¨® antes de tiempo.

Hazem al Masri El Sirio volvi¨® a saludar en Las Ventas tras un arriesgado par de banderillas. Como dec¨ªa un vecino: ¡°Siria tiene un torero¡±.