El disgusto de Lorca: sin plaza en la Residencia de Estudiantes
Una correspondencia in¨¦dita y estudiada por Roger Tinnell del poeta con el m¨²sico Adolfo Salazar desvela el empe?o del poeta por ingresar un a?o m¨¢s en el centro con sus amigos


En ese oasis madrile?o que es la colina de los chopos a¨²n se puede sentir la presencia de Federico Garc¨ªa Lorca. La Residencia de Estudiantes conserva las mismas fachadas en la calle Pinar, los mismos espacios traseros que emulan un campus de prestigio con toque anglosaj¨®n e incluso el jard¨ªn con acequia donde Juan Ram¨®n Jim¨¦nez plant¨® sus adelfas. Era el paisaje que le ayud¨® a abrir los ojos en su juventud, junto a sus compa?eros de farras inventivas, cuando como orgullosos integrantes de los putrefactos, ese surrealismo germinal espa?ol, se abr¨ªan a la vanguardia y todos los caminos del arte. Pero hubo unos meses en que el poeta se qued¨® fuera. Por tardar en hacer la inscripci¨®n.
Es lo que desvelan las euf¨®ricas, cari?osas y desinhibidas cartas que se cruz¨® en esa ¨¦poca con su amigo m¨²sico y cr¨ªtico, Adolfo Salazar. Un correo in¨¦dito que el music¨®logo y experto en la generaci¨®n de la Edad de Plata, Roger Tinnell, ha analizado en el archivo de la Residencia. Ha sido despu¨¦s de que llegara el legado de Salazar desde M¨¦xico ¡ªdonde este se exili¨® hasta su muerte en 1959¡ª a Madrid. ¡°Fueron grandes amigos. Le ayud¨® cuando era muy joven y contribuy¨® a lanzar su carrera. Desde que lo conoci¨® en 1919 se volvieron muy c¨®mplices¡±, afirma Tinnell.
Por el tono, queda claro. A trav¨¦s de sus l¨ªneas comentan el arte, la vida y las preferencias entre los hombres envueltas en los c¨®digos gais de la ¨¦poca, aunque abiertamente. ¡°No tuvieron ninguna relaci¨®n amorosa, pero s¨ª una franca amistad donde cab¨ªan, claro, las confidencias¡±.
Entre ellas, la rabia que le dio quedarse en 1922 sin plaza en Madrid. ¡°En la carta sugiere que no quiere ir a otra pensi¨®n porque le asustan, dice, los ambientes Baroja y Gald¨®s¡±. Tambi¨¦n le camela para que hable con Alberto Jim¨¦nez Fraud, el director del centro: ¡°?Ir¨¦ a Madrid? Gestiona t¨² algo¡. pero muy delicadamente y sin decir que yo te lo he dicho. ?Qu¨¦ fastidio!¡. y qu¨¦ ni?o soy. Me figuraba que ir a la Residencia era cosa de decir voy y ya est¨¢¡±. Lorca lo suplica porque dice ahogarse en Granada y que necesita ir para darse un ba?o de amistad.
¡°?Ir¨¦ a Madrid? Gestiona t¨² algo¡. pero muy delicadamente y sin decir que yo te lo he dicho. ?Qu¨¦ fastidio!¡.", se queja Lorca en una de las cartas
No pod¨ªa soportar la idea de quedar sin el fuselaje que le proporcionaban Dal¨ª, Bu?uel, Pep¨ªn Bello¡ Meses ausente de esa sala de conferencias por las que pasaron madame Curie, Albert Einstein, Igor Stravinski¡ Sin las vitaminas de sus correligionarios po¨¦ticos y artistas, sin la posibilidad de respirar teatro, sin esas sesiones de espiritismo, g¨¹ija e hipnosis en las que le encantaba hacerse el muerto.
Tambi¨¦n en las cartas resuena un presentimiento de tragedia, tan transparente en su obra. ¡°Pocos han sido tan conscientes de la posibilidad de martirio como lo fue ¨¦l¡±, asegura Tinnell. De hecho, en una de las cartas, escribe: ¡°Mientras yo viva creo firmemente (como crees t¨²) que he venido a la tierra para ser Perseo, para ser H¨¦rcules, para ser Narciso, para ser Cristo¡±.
Como m¨ªnimo, tama?a confesi¨®n, congela la sangre. Es el Lorca visionario de la muerte, el poeta de las pertinentes profec¨ªas, el autor de versos como: "As¨ª hablaba yo cuando Saturno detuvo los trenes/ Y la bruma y el Sue?o y la Muerte me estaban buscando/ Me estaban buscando... (Poema doble del lago Eden). Un Lorca ¨ªntimo que demuestra la confianza y la amistad que le une a Salazar. No extra?a, comenta Tinnell, ¡°el m¨²sico ten¨ªa predicamento en la poes¨ªa espa?ola de la ¨¦poca y hab¨ªa escrito un art¨ªculo en El sol en 1919 titulado: Un nuevo poeta. Federico G. Lorca, que ayuda en gran medida a catapultarlo¡±.
Compart¨ªan adem¨¢s amistad con Falla, mencionado en las cartas, as¨ª como con otros m¨²sicos como el guitarrista Regino Sainz de la Maza o el compositor Roberto Gerhard. Junto a Salazar, Lorca comparte otra de sus facetas esenciales: la m¨²sica. ¡°Quiso dedicarse a ello en un tiempo. Pero no lo ve¨ªan bien en su familia, quer¨ªan que estudiara Derecho¡±. Algo que hizo, por cumplir expediente, sin pena ni gloria. Consciente de que no hab¨ªa venido a este mundo para batirse por intereses ajenos en los tribunales. Sino a fijar el rumbo de la poes¨ªa y el teatro futuros. Mientras pudo.
¡°En su casa, sobre todo su madre, andaban preocupados por lo que Federico hac¨ªa en Madrid y por ciertas amistades¡±, asegura Tinnell. Los c¨ªrculos m¨¢gicos tienen eso, que asustan a los mortales si se cubren de cierta excentricidad y misterio. Y de eso, tanto a Lorca como a Bu?uel o Dal¨ª, no les falt¨® nunca. El hijo de un terrateniente de la Vega de Granada que lanzaba verdades como pu?ales a la cara de un pa¨ªs incendiado, el macarra de Calanda (Teruel) que quer¨ªa ser boxeador y acab¨® revolucionando el cine mundial y el escu¨¢lido artista de Figueres, con pinta de mohicano, conformaron, desde esa bendita logia de amistades de la Residencia un caudal de diamantes para la cultura universal del siglo XX.
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