Sancho Panza y las redes
El ¨²ltimo premio Alfaguara, de Ray Loriga, es una alegor¨ªa de una sociedad sin sombras que no se agota en una tesis ideol¨®gica
Con algunos escritores que han tenido la fortuna de convertirse en fen¨®menos sociol¨®gicos uno siempre tiene la tentaci¨®n de hacer un balance que no s¨®lo habla del autor, sino del pa¨ªs que lo eleva. Desde Lo peor de todo (1992), su primera novela, Ray Loriga (Madrid, 1967) fue el fetiche literario en el que toda una generaci¨®n de espa?oles quer¨ªa reconocerse: Loriga era ¡°moderno¡±, era tambi¨¦n ¡°aut¨¦ntico¡±, posando encima de una Harley Davidson, y escrib¨ªa, por fin, ¡°como los de fuera¡± (cite cada uno a los que quiera). Una escritura tendente al aforismo, con protagonistas desarraigados y nihilistas (la cara rom¨¢ntica del cosmopolitismo), lirismo siempre pertinente y un o¨ªdo poderoso eran los ingredientes para desatascar el excesivo peso de la tradici¨®n realista o de una vanguardia local de frases kilom¨¦tricas. Loriga daba una imagen de un pa¨ªs emancipado de ra¨ªces antag¨®nicas, de sus odios, patetismo y, en cierto sentido, paletismo. Ni que decir tiene que la obra posterior de Loriga ha constituido un esfuerzo por huir de una fama que era a la vez un malentendido un tanto superficial. A veces, como el propio pa¨ªs, ha vuelto a reconocerse en su historia, sin miedo de hacer el rid¨ªculo, como en el guion para la pel¨ªcula Teresa, el cuerpo de Cristo, o ha explorado en una lectura sutil del remanente picaresco, como en Tr¨ªfero (2000) o Za Za, emperador de Ibiza (2014).
Rendici¨®n, ¨²ltimo premio Alfaguara de novela, es una distop¨ªa. Una pareja es evacuada de su ¡°comarca¡± durante una guerra que ya parece durar toda la vida. Los acompa?a un ni?o hu¨¦rfano y mudo. Su destino es la ciudad transparente, un recinto amurallado de cristal, con paredes de cristal, sin olores ni malos pensamientos: un control social de mil ojos. La transparencia hace p¨²blico cualquier gesto ¨ªntimo y garantiza una nueva forma de felicidad donde las ridiculeces privadas desaparecen. Todo se nos permite menos ser pesimistas, todo se nos perdona si lo compartimos, no hay soledad ni enfermedades, tampoco jefes, y la cerveza es gratis.
Loriga juega con nuestras expectativas de recepci¨®n de un g¨¦nero que tiende a la solemnidad y a la defensa del mito del individuo que se resiste a ser masa
Pero que nadie se asuste. No vamos a leer Un mundo feliz ni la misma novela posapocal¨ªptica que ya conocemos. Loriga juega con nuestras expectativas de recepci¨®n de un g¨¦nero que tiende a la solemnidad y a la defensa del mito del individuo que se resiste a ser masa, de la nostalgia del h¨¦roe, pero las orilla con humor. Este humor opera en dos ¨¢mbitos. Primero, transformando el ritmo de la escritura habitual en Loriga, esa acci¨®n narrada por una recurrencia afor¨ªstica: el humor se cuela en las frases del narrador, en la peculiaridad de su voz, su lucidez de idiota, y la desarma. Quiz¨¢ el mayor hallazgo de Rendici¨®n sea la construcci¨®n de un narrador de la estirpe de aquellos subalternos de Kafka o Walser, ayudantes, segundones, fracasados voluntarios, con la ¨²nica arma de un sentido com¨²n para el que se ha perdido el contexto. Pero sus modelos cercanos quiz¨¢ haya que buscarlos, parad¨®jicamente, en dos complejos personajes de la picaresca: el Simplicissimus de Grimmelshausen, cuya aceptaci¨®n de la tonter¨ªa de un mundo en guerra se convierte en un acto de lucidez (tambi¨¦n ser¨ªa el modelo del soldado Svejk) y, por supuesto, Sancho Panza, que incluye en s¨ª mismo su armaz¨®n de sabidur¨ªa popular (cuando lo popular ya se ha perdido) y la permeabilidad a la locura ficcional de su compa?ero de viajes. ?sta es la segunda forma de humor o, mejor dicho, su cara tr¨¢gica y subversiva, que para el narrador de Rendici¨®n consiste en pretender que las cosas sigan como antes de la evacuaci¨®n, del cambio del mundo.
Rendici¨®n es una alegor¨ªa de una sociedad sin sombras ni secretos, donde ¡°de tanto verlo todo ya no quiere uno prestarle atenci¨®n a nada¡±, una ¨¦poca sin misterio ni autenticidad, que amortigua la experiencia y la convierte en simulacro, donde el nombre propio es una ficci¨®n in¨²til. En fin, como puede el lector imaginarse, Loriga est¨¢ utilizando las herramientas de la ficci¨®n para hablarnos de nuestro presente: Rendici¨®n es una alegor¨ªa de las redes sociales. Tr¨¢gica, repetimos, pero no cascarrabias. Tambi¨¦n es una cuidada reflexi¨®n sobre la muerte de las relaciones familiares y la paternidad. Loriga ha conseguido algo dif¨ªcil: hacer un libro sencillo, f¨¢cil (y transparente), cuyas lecturas no se agotan en una tesis ideol¨®gica (ni en una rese?a).
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Autor: Ray Loriga.
Editorial: Alfaguara (2017).
Formato: versi¨®n Kindle y tapa blanda (216 p¨¢ginas).
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