Pop electr¨®nico para las horas m¨¢gicas del festival
The xx impregnaron de melod¨ªa la medianoche del Primavera Sound

Dijeron ¡°Say something loving¡±, primeras frase de la canci¨®n del mimo t¨ªtulo, y el griter¨ªo se elev¨® por encima de las cabezas de la multitud que aguardaba ante uno de los dos escenarios hermanos y gigantescos del Primavera Sound. Comenzaba la actuaci¨®n de The xx, el tr¨ªo brit¨¢nico que oficiaba como uno de los cabezas de cartel de la segunda jornada del festival. Pop electr¨®nico; es decir, melod¨ªa de microchip, con un tono de nostalgia que evoca el resbalar de las gotas por un cristal. Precisamente fue?Crystalised la segunda pieza en sonar y Romy Madley comenz¨® a balancear su cabeza poniendo en leve flotaci¨®n su melena negra, un pend¨®n del grupo, sobriamente est¨¦tico. Por delante les esperaban cerca de hora y media de actuaci¨®n, la primera grande de la noche, cuando el festival entra en su tramo m¨¢gico y cada cual busca encararlo de la mejor manera. Siempre acunados por la m¨²sica en directo, que en caso de The xx se presta a las fabulaciones rom¨¢nticas.
Antes, cuando la noche s¨®lo insinuaba su llegada una vez ocultado el sol, el brillo, brillo de sol negro, le correspondi¨® al brit¨¢nico Sampha, cantante, compositor, instrumentista y nuevo talento de la m¨²sica negra. Su actuaci¨®n en uno de los escenarios nobles, que no mastod¨®nticos, concit¨® a una multitud tama?o bolsillo, y por el seguimiento de sus letras se pudo asegurar que la mayor¨ªa del personal era extranjero, ya que Sampha apenas es conocido en Espa?a. Su actuaci¨®n fue delicada, basculando entre las baladas y las piezas m¨¢s r¨ªtmicas, aunque mayormente conteniendo los temas, un poco, aunque mucho menos, como Solange la v¨ªspera. Los ejemplos m¨¢s claros de esta forma de hacer fueron canciones como?Happens, una composici¨®n sensual que parece nunca acaba de arrancar porque es que es as¨ª, o la postrera?Like the piano, interpretada por Sampha en solitario con su teclado. De hecho no hab¨ªa muchos m¨¢s instrumentos, ya que se acompa?¨® de un tr¨ªo mayormente de percusiones ¨Cac¨²sticas y digitales-, sin concurso de guitarras ni de bajo, ya que las bases r¨ªtmicas estaban programadas. El p¨²blico vivi¨® la actuaci¨®n del ingl¨¦s marcando cadencias de acentuada sensualidad. M¨²sica negra. No hace falta decir mucho m¨¢s.
Con el sol a¨²n resisti¨¦ndose a marchar, tambi¨¦n hubo algo de negritud, solo pinceladas, con Whitney, un grupo de pop blanco que se distingue por la suavidad de sus melod¨ªas y la voz casi en falsete de su cantante y bater¨ªa Julien Ehrlich. Su forma de hacer emparente su pop con toques country, guitarras cristalinas y un regusto soul que se muestra con arreglos de trompeta, metales en disco. Lo que resulta atractivo de esta banda, que actu¨® en Mordor, la explanada tama?o XXXXL, es que sus canciones tienen un paso lento, una suerte de molicie sonora cuya mayor expresi¨®n alcanzan con?No Woman, el tema con el que cerraron su concierto. Entonces se dej¨® ver el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, recorriendo el recinto con uno de los directores del festival, Alberto Guijarro, y ambos rodeados por esos se?ores con auriculares que miran raro a todo el mundo. Precisamente al president le hubiese encantado el primer concierto de la tarde, protagonizado por dos alcarre?os afincados en Barcelona ¨Clos hermanos Cubero- y un vasco ¨CKepa Junkera- haciendo fusi¨®n folk entre la m¨²sica popular de ambas tierras. Y encima invitaron a Manu Sabater y su gralla. Nada m¨¢s catal¨¢n: mezcla y tradici¨®n. ?No fund¨® el Bar?a un guiri?
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