¡°?De qu¨¦ sirve el amor cuando te est¨¢s ahogando?¡±
La escritora mexicana Fernanda Melchor acaba de publicar ¡®Temporada de Huracanes¡¯, una novela como una fosa com¨²n: excavas y duele y excavas. Y vuelve a doler
En las firmas de libros hay lectores que se contentan con un aut¨®grafo. Otros piden una frase al autor: "Pon que es para Juanita, con cari?o". A veces entregan su ejemplar muy serios, sin mediar palabra, y se van como llegaron. A Fernanda Melchor, en cambio, le dan un abrazo. ¡°Muchos se conectan con este tipo de infancia¡±, dice, hablando de los personajes de sus novelas. ¡°Se conectan con este tipo de humillaci¨®n, desesperanza, soledad. Porque finalmente es de lo que hablo, de corazones rotos, sin posibilidad de encontrar algo. Sin saber qu¨¦ es lo que quieren¡±.
- Dec¨ªa en una entrevista que esta novela es como una fosa, el lector va escarbando, escarbando. Pero da la sensaci¨®n de que el lector est¨¢ en el fondo de la fosa y cada p¨¢gina es una palada de tierra.
- No lo hab¨ªa pensado, pero podr¨ªa ser. Desde el inicio pens¨¦ que ten¨ªa que ser un libro s¨²per oscuro. Que aunque abrevara de lo tropical, que fuera oscuro y muy intenso. Y en parte la forma, el narrador, tiene esa intenci¨®n.
Desesperanza. Las almas congeladas, la gangrena de esp¨ªritu, el da todo igual, lo que dol¨ªa que dej¨® de doler por la costumbre de tantos d¨ªas.
Las 224 p¨¢ginas de Temporada de Huracanes (Ramdon House, 2017) son lacerantes, un soplete ardiendo, un fresco de la ¡°indigencia emocional¡± que, a juicio de la autora, embarra la vida moderna en M¨¦xico. Empieza con un cuerpo tirado en un canal, un cad¨¢ver flotante, ¡°el rostro podrido de un muerto entre los juncos y las bolsas de pl¨¢stico que el viento empujaba desde la carretera, la m¨¢scara prieta que bull¨ªa en una miriada de culebras negras, y sonre¨ªa¡±.
Fernanda Melchor (Veracruz, 1982) aprovecha esa imagen para iluminar las miserias de los personajes de su novela. Est¨¢, por ejemplo, Luismi, un pobre diablo adicto a los tranquilizantes que malvive entre cuartuchos de hotel y un jacal de madera que construy¨® en el terreno familiar. Su padrastro, un tipo desahuciado, cojo de una pierna, cuya ¨²nica aspiraci¨®n es beber cerveza templada en una cantina polvorienta a 500 metros de casa. Brando, uno de los amigos de Luismi, incapaz de aceptar su homosexualidad, dispuesto a matar con tal de ocultar sus deslices. Y entre ellos, en sus poros, bajo sus zapatillas, en sus pulmones, bailotea el aire irrespirable de La Matosa, la Comala de la autora, un pueblo de mala muerte en la zona ca?era de Veracruz.
- En una entrevista dec¨ªa que experiment¨® la marginalidad en tu adolescencia. En este libro existen ecosistemas crudos, que casi trascienden a lo marginal. Te dejan desesperanzado¡
- ?Por qu¨¦, porque esas cosas existen?
- Porque existen, porque las cuenta y no es morboso, sino triste y desesperante. Y tambi¨¦n reconfortante porque ves que la gente, los chavos, pese a todo sobreviven.
- S¨ª¡ Uno trata de hablar de la verdad de su infancia, de su juventud. Y si bien nunca me prostitu¨ª, si tal vez nunca viv¨ª en la calle, s¨ª llegu¨¦ a sentir una especie de indigencia emocional muy fuerte. Escribir esas historias es una forma de entender eso que fui, tratar de hallar una verdad, que los lectores puedan tambi¨¦n hallarla.
Fernanda Melchor compart¨ªa sus reflexiones una tarde de principios de junio en Puebla. Estaba nublado y la lluvia no tard¨® en aparecer. La autora dec¨ªa que no le gusta hablar de sus libros -el que quiera que los lea, se explican solos-, aunque hubo comentarios que saltaron de la conversaci¨®n, cobrando vida, como los r¨ªos de agua que limpiaron por unas horas las banquetas de la ciudad, llev¨¢ndose todo, papeles, pl¨¢sticos, colillas, mondas de fruta, todo. Y Melchor, vestida con jeans, playera y una camisa a cuadros, parec¨ªa no darse cuenta. Hablaba como si lloviera, la suciedad saliendo.
- Quer¨ªa volver a algo que ha dicho, indigencia emocional, ?a qu¨¦ se refiere?
- Aqu¨ª, gran parte de los males vienen de la incapacidad de las personas para desarrollar empat¨ªa. Prima mucho eso de "lo hago porque me conviene ahorita y lo dem¨¢s no me importa". De ah¨ª viene el clientelismo tambi¨¦n, lo que me conviene en este momento. Es cultural y tambi¨¦n viene de una carencia de dignidad desde la infancia.
Los fantasmas sobreviven
La autora dice que un d¨ªa se pregunt¨® qu¨¦ palabra no exist¨ªa en su libro. O, mejor dicho, qu¨¦ concepto. Todo fue cosa de un amigo suyo, el novelista tamaulipeco Mart¨ªn Solares, que en su ¨²ltimo libro decidi¨® que no usar¨ªa la palabra ¡°justicia¡±. Solares sostiene que no hay justicia en Tamaulipas, escenario de la novela, y que por tanto esa palabra no podr¨ªa aparecer en sus p¨¢ginas. Melchor lo pens¨®, ?qu¨¦ es lo que no existe en mi libro?
- ?Qu¨¦ es?
- Amor. No existe el amor. Saqu¨¦ todas las veces que dec¨ªa amor, que no eran muchas, eran como tres. Si te fijas, en Temporada de Huracanes, la gente no se enamora, se encula y se enverga. Pero no se enamora. Saqu¨¦ todas las combinaciones de a-m-o-r, hasta ¡°amortajado¡±.
Todos est¨¢n buscando llenar un vac¨ªo terrible, pero no lo consiguen. Aunque ellos creen que sienten amor, en el fondo es solo desesperaci¨®n. Porque, ?de qu¨¦ te sirve el amor cuando te est¨¢s ahogando?
Fernanda Melchor defiende que Temporada¡ es un texto ¡°m¨¢s esperanzador¡± que su ¨®pera prima, Falsa Liebre (Almad¨ªa, 2014). Y lo dice por el final, por como acaban una y otra. En Falsa Liebre, el protagonista es Andrik, un ni?o que entra a la adolescencia como juguete sexual del que m¨¢s pague. Abandonado por su madre, maltratado por su t¨ªa, el ¨²nico amor que ha conocido es el de un primo hermano que lo toma de amante al poco de conocerle.
- Los personajes de sus novelas acaban jodidos. Solo los fantasmas sobreviven
- S¨ª, tienes raz¨®n, ?en ese sentido es un poco rulfiano! Siempre pens¨¦ que Rulfo era realista, la gente dice, ¡®no, fant¨¢stico¡¯, pero no, porque los fantasmas son una presencia real. De la misma manera real que la brujer¨ªa existe en La Matosa y el diablo se aparece, y tambi¨¦n hay narcos y calor. Son [los personajes, los fantasmas] un elemento m¨¢s de la naturaleza.
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