Tres cuentos fant¨¢sticos de Neil Gaiman
Babelia ofrece tres relatos de la antolog¨ªa 'Humo y espejos', del creador de la serie de tebeos 'The Sandman', publicada en 1999 y reeditada ahora por Salamandra
El barrendero de sue?os
Este relato comenz¨® con una estatua de Lisa Snellings que representa a un hombre inclinado sobre una escoba. Saltaba a la vista que era un conserje o algo similar. Me pregunt¨¦ qu¨¦ clase de conserje, y de ah¨ª surgi¨® esta historia.
Cuando todos los sue?os se acaban, cuando ya est¨¢s despierto y dejas el mundo de gloria y locura por la prosaica rutina diaria de la luz diurna, a trav¨¦s de las ruinas de tus caprichos abandonados camina el barrendero de sue?os.
?Qui¨¦n sabe qu¨¦ era cuando estaba vivo? ?Qui¨¦n sabe si en realidad estuvo vivo alguna vez? Desde luego, ¨¦l no responder¨¢ a tus preguntas. El barrendero habla poco, con voz ronca y gris, y cuando habla es casi siempre del tiempo y las perspectivas, las victorias y las derrotas de ciertos equipos deportivos. Desprecia a todo el que no es ¨¦l.
Acude a ti justo cuando despiertas, y barre reinos y castillos, y ¨¢ngeles y b¨²hos, monta?as y mares. Barre la lujuria y el amor y a los amantes, los sabios que no son mariposas, las flores de carne, la carrera del ciervo y el hundimiento del Lusitania. Barre todo lo que dejaste atr¨¢s en tus sue?os, la vida que te pusiste, los ojos a trav¨¦s de los que miraste, el examen que no pudiste encontrar. Uno a uno, los barre todos: la mujer que te hundi¨® en la cara sus dientes afilados; las monjas de los bosques; el brazo muerto que asom¨® en el agua tibia del ba?o; los gusanos escarlata que reptaban por tu pecho cuando te abriste la camisa.
Todo lo barre, todo lo que dejaste atr¨¢s al despertar. Y luego lo quema, para dejar el escenario listo para tus sue?os de ma?ana.
Tr¨¢talo bien, si lo ves. S¨¦ educado. No le hagas preguntas. Aplaude las victorias de sus equipos, lamenta con ¨¦l sus derrotas, opina como ¨¦l sobre el tiempo. Ofr¨¦cele el respeto que cree merecer.
Porque hay personas a las que el barrendero de sue?os, con sus cigarrillos liados y su drag¨®n tatuado, ya no visita.
T¨² las has visto: con la boca temblorosa y la mirada fija, farfullan, gimotean, lloriquean. Algunos recorren las calles vestidos con harapos, con sus pertenencias bajo los brazos. Otros est¨¢n encerrados en la oscuridad, en lugares donde ya no son un peligro para s¨ª mismos ni para otros. No est¨¢n locos, o m¨¢s bien la p¨¦rdida de la cordura es el menor de sus problemas. Es algo peor que la locura. Te lo dir¨¢n si se lo permites: son quienes viven, d¨ªa tras d¨ªa, entre las ruinas de sus sue?os.
Y si el barrendero de sue?os te abandona, jam¨¢s volver¨¢.
Virus
Este relato lo escrib¨ª para Digital Dreams, de David Barrett, una antolog¨ªa de ficci¨®n sobre ordenadores. Ya no suelo jugar a videojuegos. Cuando lo hac¨ªa, advert¨ª que a menudo invad¨ªan ¨¢reas de mi mente. Cuando me acostaba ve¨ªa tras los p¨¢rpados bloques que ca¨ªan o bien hombrecillos que co? rr¨ªan y saltaban. Casi siempre perd¨ªa, incluso cuando jugaba mentalmente. Este cuento sali¨® de ah¨ª.
Ten¨ªa un juego de ordenador, me lo pasaron,
me lo pas¨® un amigo que jugaba,
me dijo: ?Es genial, tienes que jugar?,
y jugu¨¦ y era genial.
Lo copi¨¦ del disquete que me dio
para que se lo pasara a todo el mundo. Quer¨ªa que
????????? ? todos jugaran.
Todos deber¨ªan divertirse as¨ª.
Lo sub¨ª a internet, a los foros,
pero principalmente se lo envi¨¦ a todos mis amigos.
(Contacto personal. As¨ª me lo dieron a m¨ª.)
Mis amigos eran como yo: a algunos les daban mie-
??????????? do los virus,
alguien te pasaba un disquete con un juego y a la
??????????? semana siguiente o el viernes 13
te reformateaba el disco duro o te corromp¨ªa la me-
??????????? moria.
Pero con ¨¦ste no pas¨®. Era seguro al cien por cien.
Hasta los amigos que odiaban los ordenadores em-
??????????? pezaron a jugar:
a medida que mejoras, m¨¢s dif¨ªcil se vuelve el juego;
lo mismo nunca ganas, pero puedes llegar a ser muy
??????????? bueno.
Yo soy muy bueno.
Claro que paso mucho tiempo jugando.
Igual que mis amigos. Y sus amigos.
Y la gente con la que te encuentras; la ves
andando por las viejas carreteras,
o haciendo cola, lejos de sus ordenadores,
lejos de las salas de juegos que surgieron de la noche
??????????? a la ma?ana,
pero mientras tanto juegan en sus cabezas,
combinando formas,
dando vueltas a los contornos, poniendo colores
?????????? junto a colores,
girando se?ales hacia nuevas pantallas,
escuchando la m¨²sica.
S¨ª, la gente piensa en ello, pero, sobre todo, juega.
Mi record est¨¢ en dieciocho horas seguidas.
40.012 puntos, 3 fanfarrias.
Juega aunque est¨¦s llorando, con dolor de mu?eca,
?????????? con hambre, al cabo de un rato
todo desaparece.
Todo excepto el juego, claro.
En mi mente ya no hay sitio; no hay sitio para otras
????????? cosas.
Copiamos el juego, se lo pasamos a nuestros amigos.
Trasciende el lenguaje, ocupa nuestro tiempo,
a veces pienso que ¨²ltimamente se me olvidan las
????????? cosas.
?Qu¨¦ pas¨® con la televisi¨®n? Antes hab¨ªa televisi¨®n.
?Qu¨¦ pasar¨¢ cuando me quede sin latas de comida?
?D¨®nde se ha metido todo el mundo? Y entonces
?????????? me doy cuenta
de que si soy muy r¨¢pido puedo poner un cuadrado
?????????? negro junto a una l¨ªnea roja,
duplicarlos y rotarlos para que ambos desaparezcan,
dejando libre el bloque izquierdo
para que se alce una burbuja blanca...
(Para que ambos desaparezcan.)
Y cuando la electricidad se corte para siempre, en-
??????? tonces
jugar¨¦ en mi mente hasta que me muera.
Nicol¨¢s era...
Todos los a?os por Navidad recibo felicitaciones de artistas. Las pintan ellos mismos, o las dibujan. Son muy hermosas, monumentos a la creatividad y la inspiraci¨®n.
Todos los a?os por Navidad me siento insignificante, avergonzado y sin talento.
As¨ª que un a?o escrib¨ª esto, lo escrib¨ª con antelaci¨®n para las fiestas. Dave McKean lo copi¨® con una caligraf¨ªa elegante y se lo envi¨¦ a todo el que se me pas¨® por la cabeza. Mi felicitaci¨®n.
Consta justo de cien palabras en ingl¨¦s (ciento dos, con? tando el t¨ªtulo) y se public¨® por primera vez en Drabble II, una colecci¨®n de relatos de cien palabras. Siempre tengo la intenci¨®n de escribir otra historia como felicitaci¨®n navide??a, pero nunca me acuerdo antes del 15 de diciembre, as¨ª que lo dejo para el a?o siguiente.
...m¨¢s viejo que el pecado, y su barba no pod¨ªa ser m¨¢s blanca. Quer¨ªa morirse.
Los enanos nativos de las cavernas ¨¢rticas no hablaban su idioma, pero conversaban gorjeando en su propia lengua y realizaban rituales incomprensibles, cuando no estaban trabajando en las f¨¢bricas.
Una vez al a?o lo met¨ªan a rastras en la Noche Eterna, a pesar de sus sollozos y sus protestas. Durante el viaje se acercar¨ªa a cada uno de los ni?os del mundo para dejar junto a su cama uno de los regalos invisibles de los enanos. Los ni?os dorm¨ªan, congelados en el tiempo.
Envidiaba a Prometeo y a Loki, a S¨ªsifo y a Judas. Su castigo era el m¨¢s severo.
Jo.
Jo.
Jo.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.