El llanto desgarrado de ¡®Madama Butterfly¡¯ cruzar¨¢ Espa?a

El drama japon¨¦s de Cio-Cio San (o Madama Butterfly) regresa, 110 a?os despu¨¦s de su estreno en el Teatro Real de Madrid, a las mismas tablas. Ya lo ha hecho, desde aquel 20 de noviembre de 1907 (antes, en agosto de aquel a?o, pas¨® por Barcelona), en m¨¢s de 70 ocasiones, pero esta ser¨¢ especial. Porque el lamento tr¨¢gico de aquella geisha adolescente, que se enfrenta a su familia y cultura por el amor de un oficial de marina estadounidense que termina abandon¨¢ndola, cruzar¨¢ esta vez ¡ªel viernes 30, para inaugurar la 3? Semana de la ?pera ¡ª las plazas y jardines de ¡°m¨¢s de 250 municipios de Espa?a¡± que retransmitir¨¢n en directo la ¨®pera de Giacomo Puccini, como ha anunciado este viernes el director general de la instituci¨®n, Ignacio Garc¨ªa-Belenguer.

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Junto a las tres pantallas que el Real ¡ªcon patrocinadores y la colaboraci¨®n del Ayuntamiento de Madrid¡ª instalar¨¢ en la Plaza de Oriente, habr¨¢ otras muchas en lugares, a veces, insospechados. ¡°Murcia va a instalar dos pantallas en las playas del Mar Menor. Habr¨¢ otra en el faro de Castro Urdiales, en la plaza de toros de Mejorada del Campo, en el antiguo casino de Huesca¡­¡±, ha enumerado Garc¨ªa-Belenguer, que ha anunciado que la obra tambi¨¦n se podr¨¢ seguir en La 2 de TVE (22.00 horas). El japonismo propio de la obra tambi¨¦n inundar¨¢ el Museo Thyssen-Bornemisza, que inaugur¨® este jueves (hasta el 27 de agosto) una exposici¨®n sobre la fiebre orientalista que recorri¨® Occidente en el cambio de siglo gracias a esta ¨®pera ¨Ccuyo estreno absoluto fue en La Scala de Mil¨¢n en febrero de 1904- y a acontecimientos como la Feria Universal de Par¨ªs (1889). ¡°Nos centramos en el estreno en Madrid en 1907. Veremos los figurines que se hicieron para la obra, la escenograf¨ªa, los decorados, las estampas japonesas en las que se inspiraron¡­¡±, ha explicado sobre Madama Butterfly y la atracci¨®n por Jap¨®n el director gerente del museo, Evelio Acevedo.

Este Madama Butterfly, conducido por el director de orquesta italiano Marco Armiliato, recupera la puesta en escena del dramaturgo Mario Gas?en la que el p¨²blico asiste al rodaje de un pel¨ªcula en blanco y negro de los a?os 30 cuyo guion es la propia ¨®pera, que ya fue interpretada en 2002 y 2007. ¡°Desde el siglo XVIII se instala algo que se llama la Chinoiserie, una visi¨®n occidental de un Oriente no menospreciado pero si visto como un jarroncito de porcelana. Esto en manos de Puccini se transforma en otra cosa¡±, ha reflexionado Gas sobre el compositor italiano, que se ha convertido en un cl¨¢sico ¡°porque ha superado la barrera del tiempo y nosotros seguimos emocion¨¢ndonos¡±. La soprano albanesa Ermonela Jaho conduce a trav¨¦s de sus pulmones esa emoci¨®n desgarradora de una quincea?era que mira el mar, esperando cr¨¦dula el regreso del amado que ya todo el mundo sabe con otra. ¡°Yo soy muy pasional, siempre pienso que debo controlarme pero me prende la emoci¨®n¡±, ha asegurado Jaho, que ha explicado la dificultad de conjugar los contrastes y matices de las pasiones desbordadas de Puccini con la t¨¦cnica vocal.

¡°Puccini es siempre tremendamente dif¨ªcil de hacer, lo primero porque tenemos que controlarnos. Las emociones que damos al p¨²blico nos afectan tambi¨¦n¡±, ha a?adido Armiliato, para quien esos sentimientos sobre el escenario ¡°son vibraciones que se sienten en el aire que solo ocurren en algunos momentos, desgraciadamente¡±. ¡°En bambalinas, cuando espero el final de la ¨®pera, en el que tengo que gritar las ultimas frases, es dificil¨ªsimo no tener un nudo en la garganta¡±, revela el int¨¦rprete del oficial B. F. Pinkerton, Jorge de Le¨®n, que regresa a Jap¨®n en el ¨²ltimo acto para desencadenar el dram¨¢tico final. ¡°Mi personaje es el antip¨¢tico, el personaje negro de la ¨®pera¡±, afirma. ¡°En la obra hay una cr¨ªtica velada al imperialismo norteamericano que todav¨ªa seguimos sufriendo¡±, reflexiona Gas, que pese a ello defiende ciertos sentimientos verdaderos en el marino norteamericano: ¡°Ser¨ªa muy f¨¢cil hacer de Pinkerton un pendenciero, pero es un hombre que va a hacer un ritual de juego y se queda prendado. Y lo s¨¦ porque la m¨²sica lo dice as¨ª. La m¨²sica no miente¡±.