Alt-J: ¡°El mito del rock ha cambiado¡±
Cabezas de cartel este viernes en el Mad Cool, son una de las bandas brit¨¢nicas m¨¢s exitosas del milenio pero pocos los reconocer¨ªan si se los cruzan en la calle
Tras anunciar que viene para una entrevista, el periodista es conducido a un comedor situado en el s¨®tano del elegante restaurante italiano, reci¨¦n abierto junto a Oxford Street. A los pocos minutos llega la amable encargada:
-Entonces, quiere usted trabajar con nosotros.
-?Yo? No, no, muchas gracias. Estoy bien.
-Ah, disculpe, me hab¨ªan dicho que ven¨ªa usted para una entrevista.
El periodista aclara que se trata de una entrevista con una banda de rock. Al rato, despu¨¦s de una serie de conversaciones entre el personal, el periodista es acompa?ado hasta el piso de arriba, donde una empleada de la discogr¨¢fica le confirma que est¨¢ en el lugar adecuado.
La an¨¦cdota sirve para comprender el fen¨®meno Alt-J. En el piso de arriba se encuentra la que su hoja de promoci¨®n describe como ¡°una de las bandas brit¨¢nicas m¨¢s exitosas del milenio¡±. Han vendido dos millones de discos y sus canciones han sido escuchadas en streaming m¨¢s de mil millones de veces. Han ganado el Mercury Prize, uno de los premios m¨¢s prestigiosos de la m¨²sica brit¨¢nica. Han llenado el O2 londinense y el Madison Square Garden y este viernes son cabezas de cartel del festival Mad Cool, en Madrid. Pero llevan toda la ma?ana en este restaurante del centro de Londres y nadie parece haberse percatado de su presencia.
¡°No somos lo suficientemente guapos¡±, bromea Gus Unger-Hamilton, bajista de la banda, bigote, gafas de pasta y corte de pelo imposible. ¡°Tenemos la suerte de que nuestra banda es famosa y nosotros no. No buscamos la fama personal. Si buscas eso, pones tu cara en la portada de los discos, sales en tus v¨ªdeos, contratas un estilista y buscas una novia famosa. No dir¨ªa que no a una novia famosa, si sucediera, aunque una vez rechac¨¦ a una. Tengo una novia con la que soy extremadamente feliz¡±.
Alt-J ha cumplido el sue?o indie del ¨¦xito sin fama. Incluso su m¨²sica, que conecta emocionalmente con millones de personas, se resiste a cualquier intento de etiquetado. Lo demuestra su tercer ¨¢lbum, Relaxer, un viaje del folk a la electr¨®nica, pasando por el punk sexual (Hit me like that snare) y otras paradas intermedias. Todo ello en ocho canciones.
¡°A¨²n no hemos descubierto qui¨¦nes somos como grupo¡±, explica Joe Newman, guitarra, voz y letrista. ¡°Seguimos escribiendo para llenar ese vac¨ªo. No pensamos en el ¨¦xito de los anteriores discos. Nuestra m¨²sica siempre ha sido inusual y eso le gusta a nuestros fans. En ese sentido somos libres para hacer lo que queremos, no tenemos que cumplir las expectativas de los fans m¨¢s que en t¨¦rminos de calidad¡±.
Empezaron a tocar en una habitaci¨®n de una residencia universitaria en Leeds, ciudad del norte de Inglaterra donde estudiaban. Constru¨ªan canciones sin intenci¨®n de defenderlas sobre un escenario. ¡°Todav¨ªa nos gusta hacerlo as¨ª¡±, explica Unger-Hamilton. ¡°Para hacer este disco buscamos una habitaci¨®n, y nadie pod¨ªa creerse que no necesit¨¢ramos micros ni amplificadores. Cuando est¨¢bamos en Leeds, no toc¨¢bamos mucho, no sal¨ªamos con las otras bandas, no est¨¢bamos en la escena musical. ?ramos como ni?os que no iban al colegio sino que se educaban en casa. Un poco raros, pero listos de una manera diferente¡±.
Tuvieron que ganar el Mercury Prize para darse cuenta de que hab¨ªan dejado de ser una banda universitaria. Fue en 2012, con su ¨¢lbum de debut, An awesome wave. ¡°Est¨¢bamos tan absortos en lo que hac¨ªamos, que no nos d¨¢bamos cuenta de lo r¨¢pido que estaba yendo¡±, asegura Thom Green, bater¨ªa.
El ¨¦xito no fue f¨¢cil de digerir. Gwil Sainsbury, uno de los cuatro miembros originales, convencido de que la vida en la carretera no era ara ¨¦l, abandon¨® la banda antes del segundo largo. Alt-J sigui¨® como tr¨ªo y su segundo disco, This is all yours (2014), volvi¨® a triunfar. Sin planearlo, estaban girando por todo el mundo y volando en aviones privados.
En un pa¨ªs que ha convertido las correr¨ªas de sus m¨²sicos en carne de prensa rosa, Alt-J adquirieron inevitablemente fama de aburridos. Puede que sea un signo de los tiempos. Puede que, en un mundo hiperconectado y transmitido en directo, Pete Doherty y los Gallagher ya no cuelen. Quiz¨¢ los millennials no tragan con la fantas¨ªa del rock and roll way of life. Quiz¨¢ quieren que sus bandas representen sus propias ansiedades e inquietudes, sean estas las que sean.
¡°El mito del rock ha cambiado¡±, concluye Newman. ¡°Es m¨¢s dif¨ªcil mantener la mitolog¨ªa en un mundo en el que todo puede ser grabado. Escuchas grandes historias de Led Zeppelin porque no hay pruebas. El fin de la privacidad es el fin de la leyenda¡±.
Babelia
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