Segundo encierro de San Ferm¨ªn: Peligrosa y emocionante carrera de los toros de Jos¨¦ Escolar
Por tercer a?o consecutivo, un toro de esta ganader¨ªa se da la vuelta en la Cuesta de Santo Domingo
No hay dos sin tres; por tercer a?o consecutivo en los Sanfermines 2017, un toro de la ganader¨ªa de Jos¨¦ Escolar se detuvo en seco en el primer paso de cebra de la Cuesta de Santo Domingo, a pocos metros de la salida, y decidi¨® que ah¨ª acababa su carrera. Lo tuvo claro. Dio media vuelta y enfil¨® el camino a los corrales, esta vez en el de los cabestros escobas, que salieron de su escondite asombrados y asustados ante un visitante tan inesperado. No fue f¨¢cil convencer al animal de que siguiera la estela de sus hermanos; desorientado y perdido, decidi¨® finalmente pegarse a sus nuevos amigos y dejarse llevar hacia la plaza.
Para entonces, ya hab¨ªan transcurrido m¨¢s dos minutos desde el comienzo de la carrera. De hecho, cuando el grueso de la manada gozaba ya de la tranquilidad de los corrales, el sexto a¨²n trataba de subir con evidente desgana los primeros tramos del trayecto entre el desconcierto, el desconocimiento y el susto evidente de la mayor¨ªa de los corredores quienes, entre tantos nervios y con la tensi¨®n a flor de piel, no tuvieron tiempo de contar el n¨²mero de toros que pasan delante de sus ojos.
Cuatro minutos y tres segundos marcaba el cron¨®metro cuando el toro rezagado lleg¨® al ruedo; all¨ª fue recibido con todos los honores, con un pasillo de cientos de corredores, que lo esperaban con los brazos abiertos para poder respirar finalmente con la tranquilidad del deber cumplido y los toros en los corrales.
Atr¨¢s hab¨ªa quedado una carrera muy peligrosa y emocionant¨ªsima, ¡ªel primer parte m¨¦dico hablaba solo de dos heridos por asta de toro¡ª protagonizada, primero, por cinco toros c¨¢rdenos, lanzados a toda velocidad por un recorrido plagado de mozos, como suele suceder en fin de semana.
Esos cinco toros tomaron la cabeza de carrera desde que se abri¨® la puerta de los corrales y barrieron de corredores la parte central de la calzada y las aceras. As¨ª se sucedieron atropellos y ca¨ªdas hasta la llegada a la plaza del Ayuntamiento, donde un mozo fue arrollado, arrastrado y pisoteado espectacularmente por la manada.
Mientras el toro rezagado dudaba sobre el camino a tomar y buscaba sin suerte a sus hermanos perdidos, la calle Estafeta, convertida en una bulla de Semana Santa sevillana, se tornaba en un escenario de toros en tropel, preciosa carreras, costalazos varios y la evidente constataci¨®n de que los toros corren m¨¢s que los mozos por muy j¨®venes y preparados que estos lleguen a Pamplona.
Notaron los animales el esfuerzo y redujeron su marcha en el tramo de Telef¨®nica ("?alguien sabe a d¨®nde nos llevan?"), hasta alcanzar el t¨²nel de entrada a la plaza, y los toros respiraron al entrar en lo que pensaban que era la dehesa de sus amores.
"No cierren que nos falta uno", y ese uno a¨²n estaba en la Cuesta de Santo Domingo, perdido entre el asfalto, los tablones de madera y los bueyes, a los que acababa de conocer y no le ofrec¨ªan la m¨¢s m¨ªnima confianza.
Al final, corri¨® adelante ¡ªlleg¨® a la conclusi¨®n de que no le quedaba m¨¢s remedio¡ª, aguant¨® el tipo con la mirada baja, permiti¨® el lucimiento de humanos con variedad de atuendos y lleg¨® a la plaza en olor de multitud. Y esa s¨ª que fue una aut¨¦ntica sorpresa para este toro perdido y felizmente hallado.
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