?ric Sadin: ¡°El libre albedr¨ªo se desploma a causa de la inteligencia artificial¡±
El fil¨®sofo franc¨¦s sostiene que el ser humano tal y como lo entendemos desde la Ilustraci¨®n corre el riesgo de desaparecer. ?La causa? La tecnolog¨ªa decide cada vez m¨¢s por nosotros
Escritor y fil¨®sofo opuesto al devenir digital del mundo, ?ric Sadin (Par¨ªs, 1973) firma con La humanidad aumentada un alegato contra las interferencias de la tecnolog¨ªa en el poder de decisi¨®n humano y contra la mercantilizaci¨®n de las distintas vertientes de nuestra existencia que esconde el auge imparable del big data. Su ¨²ltimo ensayo en franc¨¦s, La siliconizaci¨®n del mundo, donde ahonda en las consecuencias m¨¢s p¨¦rfidas de este modelo emergente de sociedad, ser¨¢ traducido al castellano en 2018.
PREGUNTA. Su libro termina con Tetsuo, ese personaje de manga japon¨¦s con mente humana y cuerpo tecnol¨®gico. ?Ya llegamos a ese punto?
RESPUESTA. Hemos superado la era de la digitalizaci¨®n para entrar en la de la medici¨®n de la vida. Los sensores se introducen en nuestro d¨ªa a d¨ªa a trav¨¦s de relojes inteligentes y casas conectadas. Han aparecido aplicaciones que acumulan datos a una escala gigante, explotados por sistemas de inteligencia artificial cada vez m¨¢s sofisticados. Eso les permite responder a nuestras necesidades y sugerirnos productos y servicios de manera incesante. Detr¨¢s de esas aplicaciones hay una voluntad de mercantilizar todas las esferas de la vida. Se trata de un acompa?amiento algor¨ªtmico de nuestra existencia que puede parecer benevolente aunque en realidad tiene finalidad comercial y esconde intereses privados.
P. Pero sugerir no es obligar. ?Qu¨¦ margen de decisi¨®n le queda a la voluntad humana?
R. Puede que una recomendaci¨®n en Amazon o un anuncio en una web tengan una efectividad limitada, pero existen otros mecanismos m¨¢s coercitivos. Por ejemplo, los sistemas integrados en el mundo laboral o en la cadencia de producci¨®n de un art¨ªculo. Nuestro libre albedr¨ªo se desploma a causa de la hipereficacia de la inteligencia artificial.
P. La tecnolog¨ªa lleva d¨¦cadas interfiriendo en la actividad humana. ?Qu¨¦ es lo que cambia ahora?
R. Cambia la voluntad de conquistar nuestro comportamiento. El poder de penetraci¨®n es mucho mayor. Esos sistemas son capaces de interpretar situaciones y tomar decisiones sin que el ser humano tenga que intervenir. Se trata de una ruptura hist¨®rica. Espero, como parece insinuar usted, que la fuerza de decisi¨®n humana siga primando. Pero tambi¨¦n observo una conquista integral de nuestra vida por parte de las tecnol¨®gicas. Estamos superando un umbral de liberalismo para entrar en lo que yo llamo tecnoliberalismo, que ya no acepta que ning¨²n rinc¨®n de la existencia humana quede al margen de su control.
Hemos entrado en el tecnoliberalismo, que no acepta que ning¨²n rinc¨®n de la existencia humana quede al margen de su control
P. En el libro sit¨²a los or¨ªgenes de este fen¨®meno en el siglo XIX. ?En qu¨¦ momento se acelera este proceso?
R. El punto de inflexi¨®n son los atentados del 11-S. La primera potencia econ¨®mica y militar empieza a seguir la pista de los individuos a partir de datos cruzados: comunicaciones telef¨®nicas, tarjetas de cr¨¦dito, datos diseminados por Internet¡ A partir de 2011, el desarrollo de los sensores y la inteligencia artificial posibilita la retroactividad. Es decir, la capacidad de orientar una decisi¨®n, de manera automatizada, a partir de datos sobre el comportamiento que un usuario ha demostrado tener en el pasado. Estamos dejando atr¨¢s la ¡°era del acceso¡±, sobre la que discurri¨® Jeremy Rifkin, para entrar en otra fase distinta. Esa mercantilizaci¨®n ya se adentra en campos como la medicina o la educaci¨®n¡
P. ?Por qu¨¦ nadie ha frenado ese desarrollo?
R. Ha emergido una doxa. Se ha generalizado la idea de que ese modelo de sociedad constituye un horizonte inevitable. Para legitimarlo se utiliza un liberalismo pac¨ªfico, de apariencia luminosa, vehiculado por empresas din¨¢micas y modernas, todas ellas instaladas en la Costa Oeste y lideradas por dirigentes que simulan ser el colmo del humanismo. En realidad, todo eso es una f¨¢bula.
P. ?Qu¨¦ pol¨ªticos proponen soluciones acertadas?
R. Ning¨²n pol¨ªtico quiere meterse en el asunto. Por ejemplo, Emmanuel Macron es uno de los mejores embajadores de esta ideolog¨ªa, un propagandista como lo fueron Barack Obama, Hillary Clinton y el resto de l¨ªderes social-liberales. Beno?t Hamon, candidato a las presidenciales del Partido Socialista franc¨¦s, plante¨® algunos de estos temas en su campa?a, como la robotizaci¨®n o la renta b¨¢sica universal para sus v¨ªctimas, pero no respondi¨® de forma satisfactoria al problema. En realidad, las tecnol¨®gicas est¨¢n plenamente a favor de esa renta b¨¢sica, porque solucionar¨ªa de golpe el problema de la automatizaci¨®n. Dar un sueldo a los trabajadores perjudicados por ese proceso les permitir¨ªa calmar a la jaur¨ªa. Lo que m¨¢s odian las tecnol¨®gicas es el conflicto. F¨ªjese en lo que pas¨® con las gafas de Google: en cuanto apareci¨® cierta desconfianza entre los usuarios, dieron inmediatamente un paso atr¨¢s.
P. ?No ve nada bueno en las nuevas tecnolog¨ªas?
R. No digo que no tengan ventajas. Est¨¢ muy bien poder leer The New York Times al despertarse, comprar un billete de avi¨®n en dos minutos o comunicarse gratuitamente con tus amigos en Jap¨®n. Pero tambi¨¦n observo que se empieza a superar el l¨ªmite de la integridad humana. Yo no quiero vivir con sensores bajo mi cama. Para m¨ª, el sue?o humano no se puede comercializar. No hay que rechazarlo todo en bloque, pero tal vez s¨ª difundir discursos opuestos a los de los think tanks liberales. Deber¨ªa existir un debate social sobre esta cuesti¨®n que, por ahora, brilla por su ausencia.
P. Michel Foucault ya predijo ¡°la muerte del hombre¡±. Lo que usted dice es que nos acercamos a ella.
R. S¨ª. Nos dirigimos hacia la muerte de la figura humana seg¨²n el modelo de la Ilustraci¨®n, que antes fue el del Renacimiento. Es decir, un ser humano dotado de la capacidad de definirse libremente a s¨ª mismo y de actuar con responsabilidad, que es la noci¨®n sobre la que se erige todo nuestro r¨¦gimen jur¨ªdico. Si delegamos cada vez m¨¢s decisiones individuales y colectivas ante esos sistemas tecnol¨®gicos, perderemos nuestro libre albedr¨ªo y nuestra capacidad pol¨ªtica. Yo abogo por reintroducir lo sensible, la contradicci¨®n, la imperfecci¨®n, el miedo al contacto con otro y al conflicto, cuando este sea necesario.
P. Acab¨® el libro hace cuatro a?os. ?Qu¨¦ ha cambiado desde entonces?
R. Entonces hablaba de una ambivalencia de la tecnolog¨ªa que ya hemos dejado atr¨¢s. Hemos entrado en una fase de desarrollo exponencial. Hace cuatro a?os ten¨ªa m¨¢s esperanza, mientras que ahora me queda menos. A no ser que pasemos a la acci¨®n y nos opongamos a esta deriva.
¡®La humanidad aumentada. La administraci¨®n digital del mundo¡¯. ?ric Sadin. Traducci¨®n de Javier Blanco y Cecilia Paccazochi. Caja Negra, 2017. 160 p¨¢ginas. 16 euros.
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