Pamplona, una plaza de verbena
L¨®pez Sim¨®n y Gin¨¦s Mar¨ªn salieron injustificadamente a hombros ante una corrida con clase y nobleza de Victoriano del R¨ªo
La salida a hombros por la puerta grande de L¨®pez Sim¨®n y Gin¨¦s Mar¨ªn es la gota que colma el vaso. Decididamente, Pamplona es una plaza de verbena; ser¨¢ de primera categor¨ªa, pero est¨¢ muy lejos de la m¨ªnima exigencia que debe presidir un festejo en coso de tal prestigio. Sale el toro bien presentado, se paga bien a los toreros, pero la actitud festivalera del p¨²blico y la generosidad escandalosa de la presidencia es tan sorprendente como decepcionante.
Un toro de triunfo gordo fue el segundo, -que no fue picado como toda la corrida-, que mantuvo una nobleza encastada en el ¨²ltimo tercio, con chispa y vibraci¨®n en la embestida, pero no fueron razones suficientes para que L¨®pez Sim¨®n se entretuviera en torear de verdad. Se limit¨® a dar pases, muchos pases insulsos y vac¨ªos, y toda la faena fue muy irregular y con muy escaso fundamento. A la hora de matar sufri¨® un espantoso volteret¨®n del que sali¨® milagrosamente ileso. Consciente, quiz¨¢, de su deficiente actuaci¨®n, se tir¨® a matar o morir, encima del morrillo, sali¨® violentamente trastabillado y, una vez en el suelo, el toro lo empal¨®, lo levant¨® y lo lanz¨® contra la arena. L¨®gicamente, cort¨® otra oreja.
Del R¨ªo/Castella, L. Sim¨®n, Mar¨ªn
Cuatro toros de Victoriano del R¨ªo y dos -cuarto y sexto- de Toros de Cort¨¦s, bien presentados, blandos, -no existi¨® en la pr¨¢ctica el tercio de varas-, muy nobles y con calidad los tres primeros; deslucido el cuarto, soso el quinto y descastado el sexto.
Sebasti¨¢n Castella: estocada trasera y baja (oreja); _aviso_ dos pinchazos, _segundo aviso_ media estocada y cuatro descabellos (silencio).
L¨®pez Sim¨®n: estocada (oreja); bajonazo (oreja). Sali¨® a hombros por la puerta grande.
Gin¨¦s Mar¨ªn: tres pinchazos y estocada (vuelta); estocada (dos orejas). Sali¨® a hombros por la puerta grande.
Plaza de Pamplona. Sexta corrida de feria. 12 de julio. Lleno.
De tristona embestida y soso comportamiento fue el quinto, lo que justific¨®, a la postre, la labor insulsa y nada destacada de L¨®pez Sim¨®n, que trata de salir con dificultades del bache en el que se ha visto inmerso desde los inicios de temporada. En esta ocasi¨®n, no se tir¨® sobre el morrillo en la suerte suprema y prefiri¨® un bajonazo, lo que no impidi¨® que saliera por la puerta grande. Un premio para quedarse boquiabierto por err¨®neo e injustificado.
Lo m¨¢s emotivo de la labor de Castella al primero de la tarde fue el brindis. Despacio, se dirigi¨® el torero al centro del ruedo; all¨ª, asentado en la arena, levant¨® al cielo la montera y se santigu¨® despu¨¦s entre el silencio respetuoso de la plaza. El destinatario qued¨® en la intimidad del torero y lo ¨²nico que se pudo degustar fue la solemnidad del acto.
Lo que vino despu¨¦s ya fue muy distinto. El toro, de casi seis a?os, serio y con cuajo, blando en el caballo, lleg¨® a la muleta con bondad, nobleza, humillaci¨®n y recorrido; no destac¨® por casta, pero s¨ª por su comportamiento de buena gente. Y Castella se limit¨® a darle pases, correctos, s¨ª, pero fr¨ªos, de esos que no dicen nada. Tore¨® como quien conduce por una autov¨ªa, aburrido, con aire cansino y sin pasi¨®n. En otras palabras, fue la suya una faena aseada, cuando el toro ped¨ªa algo muy distinto. Mat¨® mal, pero pase¨® la primera oreja, para confirmar, una vez m¨¢s, que esta plaza es una verbena popular.
Un rictus sonriente Castella esboz¨® al brindar el cuarto al p¨²blico, ante el que se le vio m¨¢s entregado y dispuesto a pesar de que, hasta el momento, era el toro m¨¢s brusco y ¨¢spero de la tarde. Descarado de pitones y de enorme presencia, muy deslucido, no permiti¨® confianza ni mostr¨® nobleza alguna; empe?ado, tal vez, en cortar la segunda oreja, el torero se pas¨® de faena, son¨® un aviso antes de montar la espada, el segundo despu¨¦s de dos pinchazos, y solo la fortuna le libr¨® del deshonor en el ¨²ltimo instante. Su labor no fue un ejemplo de inteligencia torera, precisamente.
Muleteaba Gin¨¦s Mar¨ªn con la mano derecha a su primero -un modelo de calidad excelsa en la embestida-, se cambi¨® el enga?o de mano y dise?¨®, dibuj¨® y bord¨® un sobrenatural largu¨ªsimo, eterno, casi un circular, hond¨ªsimo y desbordante de hermosura; y lo abroch¨® con un pase de pecho de pit¨®n a rabo. Lo mejor de la feria, sin ninguna duda. El ¨²nico problemilla es que el joven torero no fue capaz de armar faena de triunfo ni de estar a la altura del grand¨ªsimo toro, noble y con clase para dar y regalar. Hubo muletazos de post¨ªn, pero ni una sola tanda redonda, y toda la faena no fue m¨¢s que un aperitivo de buen toreo. Adem¨¢s, lo mat¨® muy mal, y a¨²n as¨ª dio la vuelta al ruedo.
Descastado fue el sexto, y Mar¨ªn se cans¨® de dar pases de variada factura, pocos buenos, pero mucha fue la entrega del torero; mat¨® bien y le concedieron nada menos que las dos orejas. Pues mire usted¡
La corrida de hoy:
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, para Antonio Ferrera, Alejandro Talavante y Gin¨¦s Mar¨ªn, sustituto del herido Roca Rey.
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