¡®Sublevaciones¡¯: del deseo a la rebeli¨®n
Una muestra en Buenos Aires reflexiona sobre los elementos comunes de levantamientos populares en todo el mundo
Un brazo en alto. Pu?os cerrados. Un cuerpo que se arquea para arrojar una piedra a la polic¨ªa. Otro que se agacha detr¨¢s de una barricada. Una mirada desafiante frente a los antidisturbios. Bocas que gritan al un¨ªsono. Estos gestos inequ¨ªvocos de insurrecciones, repetidos durante d¨¦cadas en todo el planeta, han sido inmortalizados en los m¨¢s variados formatos. El fil¨®sofo e historiador de arte franc¨¦s George Didi-Huberman invita a reflexionar en Buenos Aires sobre las fuerzas que originan los alzamientos populares y las huellas que dejan en las ciudades y sus habitantes a lo largo de las 290 obras seleccionadas para la muestra Sublevaciones.
El espectador es recibido en el Centro de Arte Contempor¨¢neo de la Untref (Universidad Tres de Febrero) por fragmentos entrecruzados de pel¨ªculas cl¨¢sicas de Roberto Rossellini, Sergu¨¦i Eisenstein y Jean Vigo en un v¨ªdeo de la artista griega Maria Kourkouta. Las im¨¢genes se superponen para desvelar las marcas de las rebeliones y entretejer las pasadas con las futuras. "?Qu¨¦ es sublevarse?", pregunta Didi-Huberman en uno de los muros de la exposici¨®n. Y acto seguido compara esa acci¨®n humana desestabilizadora con las grandes fuerzas de la naturaleza: "Es entonces cuando se desencadenan los elementos (de la historia)". Una estampa de Jean Veber de 1904 representa la gran ola del pueblo engullendo al poder y un dibujo a tinta del novelista V¨ªctor Hugo evoca las aguas agitadas por una tempestad.
Gilles Caron retrat¨® a dos j¨®venes cat¨®licos que arrojaban piedras contra un lejano cord¨®n policial. La leyenda aclara que la fotograf¨ªa fue tomada en la ciudad norirlandesa de Derry de los a?os 60, pero su contexto desdibujado permite universalizar la escena y colocarla en otra infinidad de ciudades en esa d¨¦cada contestataria. Durante su paso por Argentina, a fines de junio, Didi-Hauberman aclar¨® que es una exposici¨®n con una mirada internacional, por m¨¢s que "cada ciudad crea que es la capital de la sublevaci¨®n". Buenos Aires no acus¨® el golpe y a d¨ªa de hoy se mantiene en la pelea por el t¨ªtulo mundial con manifestaciones diarias en sus calles.?
El fil¨®sofo destac¨® que el punto de partida del proyecto fueron los grabados de Goya, ya que considera que a partir de ¨¦l, "la imaginaci¨®n cobr¨® una funci¨®n pol¨ªtica" y "la imagen adquiere una funci¨®n cr¨ªtica". Pero la muestra no sigue un orden cronol¨®gico, sino que establece asociaciones a partir de cinco ejes tem¨¢ticos: los elementos, que incluye todo lo que se libera de la ley de la gravedad; los gestos, es decir, la forma en que protesta cada uno de los cuerpos; las palabras, ya sean escritas, gritadas o cantadas; los conflictos, en los que el yo se vuelve colectivo; y los deseos, por definici¨®n indestructibles.
La potencia de una madre
Diana Wechsler, subdirectora del Muntref, define la muestra como "un ensayo visual abierto" que muta en cada ciudad por la que pasa. Nacida en Par¨ªs, pas¨® tambi¨¦n por Barcelona y tras su paso por Buenos Aires seguir¨¢ hacia Brasil y M¨¦xico. Wechsler fue la responsable de seleccionar medio centenar de obras locales, entre las que ocupa un lugar destacado la fotograf¨ªa Madre e Hija de Plaza de Mayo, tomada por Adriana Lestido en 1982 y convertida en uno de los s¨ªmbolos de la lucha de esas valientes mujeres por encontrar a sus hijos desaparecidos por la dictadura. "Las mujeres y los ni?os, junto a los viejos, son las personas que tienen menos poder en la sociedad, pero tienen la potencia", se?al¨® Didi-Huberman. "Cuando una madre defiende a su hijo sin armas es m¨¢s potente que todos los ej¨¦rcitos del mundo", subray¨®.
Le¨®n Ferrari, Juan Carlos Romero, Horacio Zabala, Sara Facio, Cl¨¦ment Moreau y Annemarie Heinrich forman parte tambi¨¦n de los artistas locales seleccionados para completar la muestra. A lo largo de todo el recorrido predomina lo visual, pero algunos ruidos insistentes, como los pu?etazos contra la mesa que hacen derramarse poco a poco un vaso de leche en un v¨ªdeo de Jack Goldstein o c¨®mo se desga?ita el protagonista de Gritar hasta el agotamiento, de J?chen Gerz, le a?aden fuerza.
Cuando los brazos se levantan y las bocas exclaman, el levantamiento toma las calles y estalla el conflicto. "Algunos solo ven puro caos. Otro ven surgir las formas mismas de un deseo de ser libre", escribi¨® Didi-Huberman para la exposici¨®n. El comisario prohibi¨® sacar fotos con o sin flash a cualquier obra y los guardias de seguridad vigilan en todo momento de que nadie incumpla la orden. Sin embargo, con los sentidos empapados de actos de rebeld¨ªa, es dif¨ªcil para los espectadores obedecer.
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