El Judas franc¨¦s
La asombrosa carrera de Antoine, el primer cantautor europeo en onda Dylan
Hace 50 a?os, desapareci¨® el primer Bob Dylan surgido en la Europa continental. Hablo, naturalmente, del franc¨¦s Antoine. Cierto, hab¨ªa int¨¦rpretes del repertorio dylaniano en todos los pa¨ªses europeos. Pero Antoine era the real thing. Ten¨ªa un pasado de vagabundeo, tan exagerado como el de Dylan, y daba el tipo: vaqueros remendados, camisa de flores, larga melena.
Eso fue lo que dispar¨® todas las alarmas en la adormilada Francia del general De Gaulle. Resultaba inconcebible que un alumno de Centrale Paris, la reputada escuela de ingenieros, llevara aquella pelambrera. Se desarroll¨® la teor¨ªa de que Antoine usaba peluca.
Olviden Mayo del 68, que fue cosa de estudiantes pelicortos. La revoluci¨®n est¨¦tica comenz¨® en 1966, cuando se public¨® ¡°Les ¨¦lucubrations d¡¯Antoine¡±. Un tema irresistible que combinaba ocurrencias pueriles con exigencias tales como que la p¨ªldora anticonceptiva se despachara en los supermercados.
Lo extraordinario es que Antoine se gan¨® la antipat¨ªa de todo el negocio musical, de la chanson al yey¨¦. ¡°Les ¨¦lucubrations¡¡± suger¨ªa que Johnny Hallyday fuera exhibido en una jaula del Circo Medrano. Herido en su orgullo, Johnny respondi¨® con ¡°Cabellos largos, ideas cortas¡±, donde sermoneaba que los cambios vendr¨ªan de los hombres de acci¨®n, no de los bocazas a la moda.
No hubo piedad para con Antoine. Sali¨® ¡°Falso beatnik¡±, de Regis Berly; Ronnie Bird, melenudo oficial del yey¨¦, le reprendi¨® con ¡°Chante¡±. Se lanz¨® incluso un trasunto par¨®dico, ?duard, cuyo postizo le llegaba hasta las rodillas. Tal odio se trasladaba a los directos de Antoine, que sol¨ªan terminar en broncas.
Y s¨ª, todo esto lo viv¨ªamos en Espa?a con pasi¨®n: lo que ocurr¨ªa en la Francia musical ten¨ªa tanto eco como lo que ven¨ªa desde el Reino Unido. Por eso, impact¨® tanto la deserci¨®n de Antoine. Su reinado como presencia abrasiva dur¨® apenas un a?o. Para 1968, ya estaba integrado en las variet¨¦s. Se le pudo ver en el Festival de Sanremo, haciendo pachanga. Hasta sus instrumentistas, los prometedores Probl¨¨mes, se reciclaron en grupo c¨®mico-vocal, Les Charlots.
Conviene no fiarse de los recuerdos: he recuperado las grabaciones de Antoine para el sello Vogue. Confirmo que el primer Antoine era rompedor, entre el folk-rock y el rock de garaje. No apabulla por deficiencias de la producci¨®n y por cierta ?o?er¨ªa heredada de Donovan y la chanson de guitarra ac¨²stica. Pero tambi¨¦n compruebo que lo que hizo en la etapa comercial, con las excepciones de rigor, resulta infumable.
Antoine no era tonto. Quiz¨¢s comprendi¨® que no pod¨ªa competir con talentos mayores, como Jacques Dutronc o Michel Polnareff. De todos modos, ten¨ªa un plan B. A bordo de un barco, se dedic¨® a emprender largas traves¨ªas, que luego transformaba en exitosos libros y documentales.
Otro asunto es su catadura moral. En 1975, se encontr¨® en un puerto canario con otro ilustre navegante. Jacques Brel, aquejado de un c¨¢ncer, hu¨ªa de los periodistas. Invocando la hermandad marinera, Antoine le hizo unas fotos¡que inmediatamente vendi¨® a la prensa sensacionalista. Nada m¨¢s que a?adir: de Dylan galo pas¨® a paparazzo.
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