Cuando Borges era Giorgie
El archivo Lafuente guarda documentos sobre los lazos familiares del autor con su madre
Cada noche, hasta que muri¨® y pese a su agnosticismo, Jorge Luis Borges rezaba un avemar¨ªa. Hay promesas que pueden m¨¢s que la fe. Y esa se la hizo a su madre, do?a Leonor Acevedo. M¨¢s all¨¢ de lo filial, el autor mantuvo con esta mujer un v¨ªnculo que ha dado pie a todo tipo de interpretaciones. Vivieron juntos hasta la muerte de ella, en 1975. Ella le transcribi¨® parte de su obra, le¨ªan juntos e iban al cine, compart¨ªan gastos, conversaciones banales y teologales, viajes, man¨ªas y aficiones que vuelven a rondar teor¨ªas de expertos cuando se han cumplido 31 a?os de la muerte del escritor, ocurrida el 14 de junio de 1986.
Una postal del archivo Jos¨¦ Mar¨ªa Lafuente, en Cantabria, da idea de su relaci¨®n ¨ªntima y po¨¦tica: "El mediod¨ªa me entrega las mejores posibilidades de un pensamiento que no se deja traducir", le escrib¨ªa Borges a su madre desde Punta del Este (Uruguay) en los a?os treinta. "By the way, he llegado a la claridad de una ventana, solo para conversar con usted. Georgie".
El "by the way" es herencia de do?a Leonor. Cuando Borges ten¨ªa 20 a?os, ya era pol¨ªglota. Por empe?o de su madre, y tambi¨¦n de su padre, don Jorge Guillermo, escritor, maestro, anarquista y alentador del genio de su hijo, que ceb¨® a este de lecturas poni¨¦ndole a disposici¨®n su biblioteca. El autor se encerraba all¨ª desde ni?o como preso al tiempo de una c¨¢rcel y una liberaci¨®n. Sal¨ªa, entre otras cosas, para recorrer Europa desde muy joven. A los 20 a?os ya lo hab¨ªa hecho dos veces junto a su familia.
Y el Georgie responde al apelativo familiar del peque?o Jorge Luis, adem¨¢s del t¨ªtulo de una biograf¨ªa de juventud escrita por Alejandro Vaccaro. Para comprender en toda su dimensi¨®n temprana al autor de El Aleph, hay que reparar en la torre de marfil que le fabricaron sus padres. Pero muy especialmente, por duradera en el tiempo, su madre. ?Hablamos de Edipo?
Vaccaro no se siente c¨®modo con el t¨®pico freudiano: "Puede derivar a interpretaciones no deseadas", asegura. Pero lo cierto es que Borges vivi¨® con ella hasta la muerte de esta, ocurrida en 1975. Solo sali¨® de casa dos a?os y medio. El tiempo que dur¨® su matrimonio con Elsa Astete Mill¨¢n, entre agosto de 1967 y junio de 1970. Despu¨¦s regres¨®. "La relaci¨®n, sin dudas, era sumamente estrecha en tanto y en cuanto viv¨ªan en el mismo departamento, bajo la misma econom¨ªa. La madre de Borges atend¨ªa su ropa, sus comidas, iban juntos al cine y cuando Borges comenz¨® a perder su vista se transform¨® en su mano derecha, amanuense y lectora de textos".
La boda fue organizada por la propia Leonor. Le angustiaba pensar qu¨¦ ser¨ªa de ¨¦l cuando faltara. "Poseo en mis archivos algo m¨¢s de 200 cartas de Leonor Acevedo", asegura Vaccaro. "Y en ellas queda claro que estaba muy preocupada por el destino de su hijo, ya mayor, con 67 a?os, ciego, sin hijos".
Borges se mantuvo ajeno a toda la alcahueter¨ªa de su madre: "En el proceso de su casamiento solo visit¨® una vez su nueva casa", agrega el bi¨®grafo. Elsa y Leonor coordinaron todos los detalles y de esta forma, el 4 de agosto de 1967 se casaron en el Registro Civil y el 21 de septiembre por la Iglesia en la capilla de San Nicol¨¢s de Bari, en la avenida Santa Fe de la ciudad de Buenos Aires. La madre de Borges ten¨ªa 92 a?os.
Pero Borges no soport¨® mucho esa relaci¨®n con una mujer culturalmente desigual y a los dos a?os y medio pidi¨® la separaci¨®n. La experiencia de cuidar del genio se torn¨® dura. Implicaba, no solo lo cotidiano, tambi¨¦n su obra. Leonor Acevedo le lleg¨® incluso a sugerir finales de cuentos, como el de La intrusa. "A trabajar, hermano. Hoy la mat¨¦¡". Por eso y mucho m¨¢s, en justicia, Borges le dedic¨® sus Obras Completas: "Vos misma, Madre".
Jos¨¦ Luis Moure, presidente de la Academia Argentina de las Letras y encargado de la edici¨®n de la reciente Borges esencial, asegura que la relaci¨®n con su madre no define en toda su dimensi¨®n su genialidad. Aunque matiza: "Si debi¨¦ramos aceptar esa hip¨®tesis, no deber¨ªamos sino agradecerla". No olvida Moure a su padre, ni a su hermana Norah, tambi¨¦n presente de manera intensa en su vida, obra y relaciones.
"Fue desde ni?o un superdotado, sus intereses no respond¨ªan a los caracter¨ªsticos de su edad. Su naturaleza retra¨ªda, su temprana inmersi¨®n en el mundo de la lectura, su inusual entorno de figuras fuertes y contradictorias ¡ªmilitares c¨¦lebres en los cuadros y en la memoria familiar, abuela inglesa, padre librepensador, madre criolla vieja y cat¨®lica¡ª, su cambio de casas y de pa¨ªses, las limitaciones f¨ªsicas impuestas por una capacidad visual en lento declive, debieron hacer de ¨¦l un ser introvertido, m¨¢s curioso del mundo intelectual que del material", afirma Moure. Pero tambi¨¦n un individuo dependiente y limitado, protegido por los desvelos incondicionales de una madre a lo largo de m¨¢s de setenta a?os, treinta y seis de ellos viuda.
"Adjudicar a esa relaci¨®n la timidez de Borges, sus per¨ªodos de desdicha, su larga solter¨ªa o sus reiterados devaneos y fracasos afectivos o amorosos es casi un clich¨¦, un expediente convencional al que a veces se pide que explique rasgos de personalidad o de conducta surgidos de su mundo ¨ªntimo e intransferible", comenta Moure. Tanto que el propio Borges le dijo alguna vez a su amigo Adolfo Bioy Casares: ¡°Freud es el culpable de que toda obra sea vista como autobiogr¨¢fica¡±. Y la dimensi¨®n ed¨ªpica va impl¨ªcita en ello, seg¨²n Norah Catelli, escritora y cr¨ªtica literaria. Aunque sea una cuesti¨®n sin respuesta: "No se puede contestar, porque lo que llamamos complejo de Edipo trata una red de relaciones inherentes a cualquier sujeto, bien sea Borges, un fontanero o yo? misma. No influye, sino que es condici¨®n necesaria de nuestra existencia. Sobre esa condici¨®n necesaria, Borges invent¨® su figura de autor".
Un archivo puente entre Europa y Latinoam¨¦rica
La riqueza del archivo Lafuente no solo tiende a la vanguardia europea. Sus m¨¢s de 120.000 documentos representan una cartograf¨ªa global que incluye, como punto fuerte, a Am¨¦rica Latina. Las conexiones del siglo XX, sus consecuencias en el presente del XXI, explican a trav¨¦s de sus fondos una red de creatividades y audacias que llevan de Par¨ªs, Berl¨ªn y Madrid a M¨¦xico y Buenos Aires¡ Por eso, el Museo Reina Sof¨ªa se ha interesado en ¨¦l como para hacer una excepci¨®n: crear una sede que lo custodie en Santander. Los fondos los aporta el empresario Jos¨¦ Mar¨ªa Lafuente, que lo ha ido tejiendo desde 2002 como producto de su pasi¨®n por el arte, la literatura y la vanguardia. Tras los atascos que ha sufrido el proyecto en la regi¨®n, parece que la sede que lo acoger¨¢, frente al Centro Bot¨ªn, en lo que fuera el antiguo edificio del Banco de Espa?a en Santander, ya ve clara su instalaci¨®n definitiva. Una joya documental que servir¨¢ de referencia a estudios de todo el mundo con dos ejes principales: Europa y la Am¨¦rica hisp¨¢nica, ese puente rico, robusto e imprescindible.
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