El atractivo perdido de las figuras
Decepcionante actuaci¨®n de El Juli y Talavante con nobles toros de Garcigrande
Ya es preocupante que dos figuras de la talla de El Juli y Talavante, acompa?ados por el joven triunfador del pasado a?o, Jos¨¦ Garrido, no consigan llenar los tendidos bilba¨ªnos.
Pero no es menos alarmante que los dos primeros pasen por la feria sin pena ni gloria con los toros elegidos por ellos; sorprendente, adem¨¢s, que no hayan ilusionado, y no hayan dejado nada para el recuerdo. Quiz¨¢, por eso, la plaza mostraba tantos asientos vac¨ªos; quiz¨¢, la gente est¨¢ ya cansada de tanta aburrida uniformidad.
Complejo asunto, pero ah¨ª queda para la reflexi¨®n, aunque el mundo del toro ¡ªlas figuras, los primeros¡ª prefiera el olvido r¨¢pido y la corta espera de un toro que les devuelva la ilusi¨®n en el pr¨®ximo compromiso.
Pero, ?tan mal estuvieron El Juli y Talavante? No. No estuvieron bien, que es algo distinto. Los dos llegaron con el oficio aprendido, que es mucho, pero ni uno ni otro encontraron el camino para ilusionar y emocionar al p¨²blico norte?o, que est¨¢ necesitado de triunfos que les devuelvan la esperanza.
GARCIGRANDE / EL JULI, TALAVANTE, GARRIDO
Un toro ¡ªel primero¡ª de Garcigrande y cinco de Domingo Hern¨¢ndez, serios, a excepci¨®n del segundo y tercero, justo de presentaci¨®n; mansos primero y segundo y cumplidores los dem¨¢s; sin clase el primero, quinto y sexto, y nobles y con calidad el resto.
El Juli: casi entera baja (silencio); pinchazo, estocada trasera ¡ªaviso¡ª y un descabello (ovaci¨®n).
Alejandro Talavante: estocada baja (ovaci¨®n); estocada baja y dos descabellos (algunos pitos).
Jos¨¦ Garrido:¡ªaviso¡ª pinchazo y estocada contraria (ovaci¨®n); bajonazo (silencio).
Plaza de Bilbao. Sexta corrida de feria, 24 de agosto. Algo m¨¢s de media entrada.
El Juli no tuvo oponente en su primero, corto y sin codicia, que dio la impresi¨®n de embestir por contrato, pero sin inter¨¦s alguno. Pero se encontr¨®, despu¨¦s, con un toro noble, con clase y repetidor, de esos que arrastran el hocico por la oscura arena, y le dio muchos pases, aceptables unos y deslucidos otros; y alarg¨® la faena en vista de que aquello no reclamaba ol¨¦s profundos, y acab¨® con un circular y derechazos desmayados cuando la gente estaba ya un poco cansada. Mat¨® mal y todo qued¨® en nada.
Y a Talavante, todo serio y circunspecto, se le vio prendido de frialdad, como ausente y con escasa motivaci¨®n. Esa fue, al menos, la imagen que transmiti¨®, corroborada, despu¨¦s, con su deficiente actuaci¨®n. Lo cierto es que no se entendi¨® con su primero, otro animal con nobleza, con el que solo destac¨® en las dos primeras tandas con la mano derecha, relajados y templados los muletazos en la primera, y hondos, en consonancia con el buen ritmo del toro, en la segunda. Y no hubo m¨¢s. ?Cambi¨® el toro? S¨ª, porque no embisti¨® igual por el lado izquierdo, pero el transformado fue el torero, m¨¢s pendiente de la postura que de la hondura, despegado y arrollado hasta la derrota final. No se anduvo con filigranas con el quinto, que brind¨® sorprendentemente al p¨²blico, y quince segundos despu¨¦s ya lo estaba preparando para la suerte suprema. Era soso e inc¨®modo, y el torero parec¨ªa estar en otro lugar.
Garrido lleg¨® a por todas y se fue sin n¨¢. Atropell¨® la raz¨®n y la cabeza lo devolvi¨® a la realidad. Sorprendi¨® gratamente en un quite con el capote a la espalda en el primero de Talavante, brind¨® a la plaza el tercero, el mejor toro de la corrida, con el que se mostr¨® muy torero, y dibuj¨® buenos muletazos por ambas manos, templados y hondos. Se le vio hambriento de triunfo y henchido de ilusi¨®n. Pero no encontraba el momento de acabar, se eterniz¨®, son¨® un aviso antes de montar la espada y todo lo bueno se difumin¨®.
Recibi¨® al sexto con dos largas afaroladas, un amago de ver¨®nica con las rodillas en tierra, y una chicuelina, y todo en un visto y no visto. Garrido rob¨® algunos destellos a un animal sin clase, y un bajonazo fue una r¨²brica final muy fea.
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