La revoluci¨®n de la salsa
El rescate del libro de C¨¦sar Miguel Rond¨®n escrito en los setenta ofrece una visi¨®n cr¨ªtica de la historia del g¨¦nero caribe?o
Grata noticia: sale en Espa?a El libro de la salsa, de C¨¦sar Miguel Rond¨®n. Turner se ha ocupado de ponerlo al d¨ªa, gracias a un prefacio-coda que nos sit¨²a en 2017, con el reggaeton y el chavismo como presencias condicionantes.
El libro de la salsa ahora a?ade complementos como un encomio del novelista Leonardo Padura, gran aficionado al g¨¦nero, pero lo esencial es el texto original, de 1979. El autor es un radiofonista venezolano que vivi¨® muy de cerca el boom de la salsa, tanto en Nueva York como en Caracas. Venezuela, recuerda, nadaba en oro tras la crisis del petr¨®leo en 1973 y era parada obligada para las estrellas salseras.
Por entonces, hab¨ªa temas tab¨². Rond¨®n suger¨ªa vagamente las drogas como responsables del deterioro art¨ªstico de H¨¦ctor Lavoe o Ismael Rivera. No pod¨ªa ser m¨¢s expl¨ªcito, explica: ¡°hab¨ªa lazos entre los bajos fondos y la far¨¢ndula. Por no hablar del p¨²blico: en cualquier concierto de salsa, apestaba a marihuana.¡±
Lo que distingu¨ªa a Rond¨®n era su visi¨®n cr¨ªtica. Defend¨ªa ardorosamente su est¨¦tica de ¡°lo bravo¡±, repartiendo palos y alabanzas, en un campo donde apenas exist¨ªa el periodismo musical: los grandes medios desconfiaban del malandraje que supuestamente encarnaba la salsa; la ¨²nica revista especializada, Latin NY, estaba conectada directamente con Fania Records.
Ah, la Fania: lleg¨® a tener un monopolio de facto sobre la salsa grabada, al menos hasta que surgieron competidoras en Puerto Rico, Colombia o Venezuela. Rond¨®n es ¨¢spero con la discogr¨¢fica neoyorquina: funcionaba con listas negras y evitaba pagar a muchos artistas. Tambi¨¦n lamenta sus intentos de crossover, cuando se pretendi¨® seducir al p¨²blico anglo con Fania All-Stars, un combinado que obedec¨ªa al m¨ªnimo com¨²n denominador, al menos en discos. Reconoce, no obstante, la alta calidad sonora de las producciones de Fania, gracias al ingeniero Jon Fausty.
Pecado original
Se enfrenta igualmente al supuesto pecado original de la salsa: que aprovech¨® el embargo estadounidense para explotar los hallazgos cubanos. Aqu¨ª hace una distinci¨®n entre los discos que picaban en la cantera afrocubana, en lo que denomina matancerizaci¨®n (en referencia a la Sonora Matancera), y los trabajos m¨¢s audaces, que se beneficiaban del cosmopolitismo de Nueva York, donde se sent¨ªa el aliento del latin jazz y coincid¨ªan m¨²sicos de todo el ¨¢mbito caribe?o. ¡°Mis simpat¨ªas est¨¢n con la vanguardia¡±, puntualiza Rond¨®n, ¡°pero adoro los discos matanceros que hac¨ªa Johnny Pacheco, por ejemplo. Aunque era vergonzoso que, aprovechando la ruptura con Cuba, muchos sones cl¨¢sicos no llevaran el nombre de sus autores leg¨ªtimos¡±.
Estamos ante uno de esos raros libros donde el autor reconoce sus errores. Atribu¨ªa a la salsa el car¨¢cter de ¡°manifestaci¨®n totalizante del Caribe actual¡±. As¨ª, Rond¨®n celebraba el resurgir del merengue en Nueva York; en 2017, sin embargo, afirma con rotundidad que ¡°no es salsa el merengue, en cualquiera de sus variantes¡±, lo que supone aparcar a uno de sus favoritos, Juan Luis Guerra. Tiene igualmente palabras afiladas para la llamada ¡°salsa er¨®tica¡±: ¡°tremenda redundancia, la salsa es intr¨ªnsecamente er¨®tica. En la interpretaci¨®n y no digo nada del baile, que anticipa un encuentro horizontal.¡±
?Qu¨¦ cosa es la salsa?, preguntar¨ªa un ingenuo. Rond¨®n desmenuza detalles instrumentales como la preponderancia de los trombones o la conformaci¨®n de la secci¨®n r¨ªtmica. Pero enfatiza el componente sociol¨®gico de esa m¨²sica: es la voz del barrio hispano, sin grandes diferencias entre el Bronx y sus equivalentes de San Juan, Caracas o M¨¦xico DF.
Esa ¡°autenticidad¡± le oblig¨® a contorsiones complicadas. Disculpaba el machismo de muchas letras a la vez que abr¨ªa espacio para los textos politizados de su amigo Rub¨¦n Blades, tan discutidas por un medio marcado por las posturas extremistas del exilio cubano. El popular Oscar D¡¯Le¨®n sufri¨® un boicot tras actuar en Cuba en 1983; hasta la afable Celia Cruz se negaba a compartir escenarios con D¡¯Le¨®n.
El subt¨ªtulo del libro es ¡°Cr¨®nica de la m¨²sica del Caribe urbano¡±. Lo de ¡°urbano¡± le exig¨ªa prescindir de las historias y las formas musicales rurales. Hoy le plantea una situaci¨®n inc¨®moda: el reguet¨®n y similares se definen como ¡°urbanos¡± (eufemismo impuesto por la correcci¨®n pol¨ªtica en EEUU, que sirve para no decir ¡°negro¡±).
Ataque del presidente percusionista
Tras cubrir la ascensi¨®n y ca¨ªda de la salsa, Rond¨®n se recicl¨® en exitoso creador de telenovelas, comenzando con Ligia Elena (1982), inspirada por una risue?a canci¨®n de Rub¨¦n Blades. Como periodista de informaci¨®n general, ha chocado con el presidente venezolano, Nicol¨¢s Maduro, que le amenaz¨® v¨ªa Twitter. Tras recuperar el pasaporte, que le fue confiscado, se refugi¨® en Miami, desde donde sigue presentando su programa despertador para Venezuela, en la cadena Circuito ?xitos: ¡°Empieza, como es obligado, con el himno bolivariano. Para no crearme m¨¢s problemas, he renunciado a los editoriales.
?Qu¨¦ ha hecho Rond¨®n para despertar las iras de un presidente que precisamente alardea de ser salsero y percusionista? ¡°En uno de esos programas que emite por los canales oficiales, Maduro se burlaba de m¨ª, dec¨ªa que era un sifrino, un burgu¨¦s incapaz de bailar. Cuando el presidente de la naci¨®n te dedica insultos personales, te inquietas. Cualquier cosa puede ocurrirte¡±.
El libro de la salsa original transmit¨ªa entusiasmo¡y preocupaci¨®n. Ya en 1979, a pesar del fenomenal ¨¦xito de Siembra (el LP de Blades con Willie Col¨®n que inclu¨ªa ¡°Pedro Navaja¡±), Rond¨®n escrib¨ªa que ¡°algo raro est¨¢ sucediendo¡±. Detectaba un declive creativo que se complicar¨ªa con la debacle econ¨®mica de Fania, que de repente deb¨ªa competir con la disco music para atraer a los bailones. Fue una batalla perdida.
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Autor:?C¨¦sar Miguel Rond¨®n
Editorial:?Turner (2017)
Formato: Tapa blanda (576 p¨¢ginas)
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