La excelencia en aforismos
Hay dos opciones para lograr la excelencia: una de gran m¨¦rito consiste en la formaci¨®n de sus miembros; la otra, de m¨¦rito algo m¨¢s dudoso, en la simple selecci¨®n de excelentes
Conozco bien una escuela que se forj¨® un prestigio de excelencia con un proyecto educativo que estimulaba el sentido cr¨ªtico y la conversaci¨®n en varios idiomas. Sus programas hab¨ªan desterrado todo lo que era mera creencia y, con ella, tambi¨¦n todos sus trasnochados s¨ªmbolos de identificaci¨®n colectiva. Los profesores se buscaban por su calidad humana, sus conocimientos y su vocaci¨®n pedag¨®gica. Sin embargo, hab¨ªa tambi¨¦n una trampa evidente para garantizar resultados: del centenar de alumnos que iniciaban la ense?anza primaria solo una docena de h¨¦roes acababan sus estudios en el centro. El sistema era pues un h¨ªbrido entre la excelencia por formaci¨®n y la excelencia por selecci¨®n. Pero tras d¨¦cadas de rutilante prestigio, los nuevos responsables decidieron reintroducir las creencias en el programa, desacreditaron la conversaci¨®n con los alumnos y sus familias y, poco a poco, la genuina excelencia se fue esfumando. ?Pero no renunciaron a la palabra ni al aura cultivada durante tantos a?os! Por ello, en esa escuela, los alumnos de todas las edades se divierten hoy anotando el n¨²mero de veces que su actual director manosea la palabra en sus mensajes unidireccionales a padres y alumnos (?cu¨¢ntas excelencias has contado t¨² esta vez?).
1. Un sistema educativo puede presumir de excelencia si est¨¢ pensado para formar en ella a todos sus alumnos, pero no si se deshace de todos aquellos alumnos que no la alcanzan por s¨ª mismos.
2. En las aulas de prestigio en Occidente pasan de curso los alumnos que alcanzan la excelencia, en las aulas de prestigio en Oriente la tendencia pedag¨®gica es otra: nadie pasa de curso hasta que todos los alumnos han alcanzado la excelencia.
3. La obsesi¨®n por la excelencia corre el riesgo de conducir hacia el pensamiento ¨²nico, desde donde el riesgo es resbalar hacia el pensamiento nulo.
4. La perfecci¨®n existe porque es imaginable, pero no es perfecta porque es inalcanzable.
5. La excelencia es un gran argumento cuando se demuestra en uno mismo y un viejo truco cuando solo se nombra para dudar de ella en los dem¨¢s.
6. No por mucho insistir con la palabra excelencia se gana uno el derecho a identificarse con ella.
7. El camino hacia la excelencia est¨¢ lleno de pedruscos que reclaman experiencia previa.
8. ?Qu¨¦ dif¨ªcil es ganar experiencia en un mundo que no se olvida de reclamarla como condici¨®n previa!
9. Mira que si aquella piedra, en la que los humanos suelen tropezar por segunda vez, fuera justamente la experiencia previa¡
10. La excelencia acaba cristalizando en un conjunto de reglas tan r¨ªgido que la hace inmune frente al cambio con lo que la excelencia se hace cada vez menos excelente.
11. La excelencia como imposici¨®n inicial dificulta la excelencia como resultado final.
12. Yasha Heifetz, el virtuoso; Joahann Sebastian Bach, el genio; Stradivarius, la excelencia.
13. La excelencia es el gran anhelo del especialista y la gran renuncia del generalista.
14. Muchos paquetes de normas se protegen a s¨ª mismas con un grueso barniz de presunta excelencia.
15. La palabra excelencia se esgrime ad nauseam como arma contra posibles competidores.
16. La investigaci¨®n horizontal difunde la excelencia en aras de la eficacia y de la eficiencia, la investigaci¨®n vertical la esquiva para desbrozar nuevos caminos.
17. La excelencia, en sus dos diferentes acepciones (tratamiento de una dignidad o calidad extrema), es una palabra para iluminar lo que no brilla con suficiente luz propia.
18. Una vida dedicada a la excelencia se divide en dos fases ambas muy sacrificadas: la primera se invierte en persuadir a los dem¨¢s de que uno ya la ha alcanzado, la segunda en autoconvencerse de que ¨¦sta a¨²n sigue vigente.
19. La creatividad es una vocaci¨®n, la excelencia una reputaci¨®n.
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