Muere Antonio Isasi-Isasmendi, el gran cineasta al que no estaba bien visto admirar
El creador de pel¨ªculas como 'Vamos a contar mentiras', que recibi¨® un Goya de Honor en el 2000, fallece a los 90 a?os
Recordaba Jes¨²s Franco que, durante el rodaje de Campanadas a medianoche (1965), Orson Welles le confi¨® que las pel¨ªculas espa?olas que realmente le gustaban eran las de Antonio Isasi-Isasmendi, pero que eso no se pod¨ªa decir en voz muy alta si quer¨ªas que en este pa¨ªs te tomaran en serio. Quiz¨¢ todo era una fabulaci¨®n por parte del director de Vampyros Lesbos (1971), pero lo cierto es que encaja a la perfecci¨®n con lo que pod¨ªa esperarse de un cineasta tan inclasificable como Welles, af¨ªn a las emociones y mitolog¨ªas del cine de g¨¦nero y, tambi¨¦n, h¨¢bil prestidigitador de la imagen capaz de transformar cualquier espacio con las estrategias posibilistas de guerrilla de un creador de serie B. Cuando Welles estaba en nuestro pa¨ªs articulando la brillante s¨ªntesis shakespeariana de Campanadas a medianoche, el madrile?o Antonio Isasi-Isasmendi, nacido el 22 de marzo de 1927 y fallecido ayer a los 90 a?os, estaba precisamente consolidando una nueva etapa en su carrera, orientada a la expansi¨®n internacional, con Estambul 65 (1965), una co-producci¨®n hispano-franco-italiana, protagonizada por Horst Buchholz, que casi alcanz¨® los tres millones de espectadores en nuestro pa¨ªs.
Antes de ese destacado punto de inflexi¨®n en su trayectoria, Isasi-Isasmendi hab¨ªa tenido tiempo de pulir un cine que se miraba en modelos americanos para desarrollar un sentido de la narraci¨®n econ¨®mico y din¨¢mico, tan sustentado en el riguroso manejo del montaje ¨Cespecialidad que el cineasta dominaba a la perfecci¨®n- como en el tono de bienhumorada sofisticaci¨®n que imprim¨ªan al conjunto tanto los di¨¢logos como una direcci¨®n de actores m¨¢s orientada a la ligereza que a la enf¨¢tica intensidad. Buen ejemplo de ello fue una pel¨ªcula como La mentira tiene cabellos rojos (1962), quiz¨¢ un t¨ªtulo menor en su carrera, pero tambi¨¦n un delicioso juguete de suspense de inspiraci¨®n hitchcockiana donde Arturo Fern¨¢ndez tomaba el lugar de James Stewart.
Guionista y montador de una pel¨ªcula tan relevante en el ¨¢mbito del cine policiaco barcelon¨¦s de los 50 como Apartado de Correos 1.001 (1950) de Julio Salvador, Isasi-Isasmendi debut¨® como director adscribi¨¦ndose a esa misma filiaci¨®n est¨¦tica en Relato policiaco (1954), para transitar m¨¢s tarde diversos registros de lo popular ¨Cde las aventuras juveniles (La huida, 1956) al western bandolero (Diego Corrientes, 1959), pasando por coyunturales cantos heroicos bajo la sombra del terror rojo (Rapsodia de sangre, 1958)-, antes de cerrar su primera etapa como director con una propuesta a contracorriente que, en su d¨ªa, devino molesta para el poder franquista de puro civilizada: Tierra de todos (1962) fue la primera aproximaci¨®n cinematogr¨¢fica a la Guerra Civil espa?ol que trataba de igual a igual, bajo la misma mirada humanista, a dos combatientes de los bandos enfrentados unidos en una aventura de supervivencia.
Lejos de conformarse con sobrevivir en las zonas marginales del cine de co-producciones para salas de barrio y programa doble, Isasi-Isasmendi aspir¨® alto a partir de La m¨¢scara de Scaramouche (1963), su d¨¦cimo largometraje: el cineasta y productor quiso conquistar mercados internacionales sin entrar por la puerta de atr¨¢s, con trabajos que lograban simular unos planteamientos de producci¨®n m¨¢s ambiciosos que los que ten¨ªan y que, sobre todo, derrochaban sentido l¨²dico, humor y pasi¨®n por las mitolog¨ªas populares del cine de acci¨®n ¨Ceran los a?os de m¨¢xima influencia del modelo 007- sin atisbo de despreocupaci¨®n por el material de partida o condescendencia hacia el p¨²blico. El paso del tiempo les ha sentado muy bien a pel¨ªculas como Estambul 65, Las Vegas 500 millones (1968), Un verano para matar (1972) y El perro (1977), que, en su momento, lograron desembarcar en territorio americano con un gran n¨²mero de copias y que hoy permiten entender por qu¨¦ Isasi-Isasmendi no s¨®lo fue el director espa?ol que Orson Welles admiraba en secreto, sino por qu¨¦ sigue siendo objeto confeso de admiraci¨®n para un cin¨¦filo tan omn¨ªvoro como Quentin Tarantino. Uno de los temas de la banda sonora de Un verano para matar, pel¨ªcula que convert¨ªa en m¨ªtica localizaci¨®n el madrile?o edificio Torres Blancas, se escuchaba en su Kill Bill, Volumen 2 (2004).
Antonio Isasi-Isasmendi, fallecido ayer, recibi¨® el Goya de Honor en la edici¨®n del 2000:https://t.co/1Hb82ZZCeT
— Premios Goya (@PremiosGoya) September 28, 2017
Padre de la actriz Maria Isasi, fruto de su matrimonio con Marisa Paredes, Isasi-Isasmendi supo sortear, a fuerza de criterio, autoridad y buen gusto, esa sospecha que planeaba sobre los directores de cine en co-producci¨®n a lo largo de las d¨¦cadas de los 60 y 70: tener que conformarse con el material de derribo de actores internacionales de capa ca¨ªda. Sus repartos, con presencias como las de Raf Vallone, Karl Malden, Lea Massari, Elke Sommer, Olivia Hussey y Jack Palance, siempre lucieron como un banquete suntuoso al servicio de la aventura y el preciso golpe de efecto. En su carrera figura, tambi¨¦n, una de las pel¨ªculas m¨¢s secretas e ins¨®litas del cine espa?ol: el documental Rafael en Raphael (1975), implacable disecci¨®n del mito narcisista del cantante de Linares que fue retirada de circulaci¨®n a pocos d¨ªas de su estreno. El propio Raphael hab¨ªa participado en la producci¨®n y se hab¨ªa sentido traicionado por su reflejo en pantalla. Una adaptaci¨®n de El aire de un crimen (1988) de Juan Benet puso prematuro t¨¦rmino a una de las filmograf¨ªas m¨¢s singulares de nuestro cine. Sus libros autobiogr¨¢ficos Memorias tras la c¨¢mara y Los a?os grises le sirvieron, en los ¨²ltimos a?os, para recapitular su intensa y f¨¦rtil trayectoria profesional y vital.
Babelia
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