Paco Ure?a, entre la exquisitez y la ¨¦pica
El torero murciano cort¨® una oreja y protagoniz¨® una tarde de torero valeroso y artista
Paco Ure?a vive un largo momento dulce de confianza plena, madurez art¨ªstica y de un valor tan desmedido como inteligente. Lo realizado en Las Ventas es la demostraci¨®n de que se ha convertido en una figura indiscutible, paso a paso y con humildad, hasta ganar la cercan¨ªa del aficionado, que lo espera con inter¨¦s y disfruta con su concepci¨®n cl¨¢sica ¨Cest¨¦tica y ¨¦pica- del arte del toreo.
No sali¨® por la puerta grande porque la manifiesta dificultad del quinto de la tarde le impidi¨® redondear una actuaci¨®n que fue toda una lecci¨®n de torer¨ªa, de sensibilidad y de pundonor. El animal, deslucido desde sus salida al ruedo, con la cabeza siempre en las alturas y empe?ado en soltar tornillazos en cada embestida, no permiti¨® que Ure?a bajara la mano, asentara las zapatillas y dibujara largos muletazos; aguant¨® estoico derrotes directos al corbat¨ªn, lo que no le desinfl¨® el ¨¢nimo, y, por el contrario, le sirvi¨® de acicate para jugarse el tipo de verdad, y colocado siempre en el terreno adecuado, rob¨® a su oponente muletazos de indiscutible calidad.
A pesar de la firmeza del torero, parec¨ªa que era posible evitar que los pitones no engancharan la muleta; de ah¨ª que entre compases de alta escuela surgieran borrones que no impidieron que, mediada su labor, Ure?a le cogiera la medida al toro y dibujara derechazos largos, hondos y bien rematados con largos de pecho, tres naturales extraordinarios, y algunos m¨¢s, sueltos, y emotivos, en una faena ¨¦pica que result¨® larga por la obsesi¨®n del torero en alcanzar un segundo trofeo. Entre medias, una voltereta sin consecuencias y un atropello a la hora de matar que puso en peligro el mano a mano ya remendado del domingo; pero todo qued¨® en el golpe, y el empresario recobr¨® el color del semblante.
Pero donde estuvo bien Paco Ure?a fue en el tercero de la tarde. Un noble toro de escasa codicia y tibia acometividad, al que entendi¨® a la perfecci¨®n. Lo analiz¨® con detenimiento, le dio la distancia justa, midi¨® con inteligencia los tiempos, lo hizo todo con despaciosidad y armon¨ªa, y el resultado final fue una exquisitez para elegidos. No una comida abundante, sino de platos peque?os de alta cocina. No fue una obra para el hartazgo, sino para el deleite.
Del Cuvillo/Castella, Ure?a, Adame
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, desiguales de presentaci¨®n y de feas hechuras y mansos; nobles primero, tercero, cuarto y sexto; muy soso el segundo y deslucido el quinto.
Sebasti¨¢n Castella: estocada ca¨ªda _aviso_ (silencio); estocada (silencio).
Paco Ure?a: estocada _aviso_ (oreja); estocada ca¨ªda _aviso_ y un descabello (ovaci¨®n).
Luis David Adame, que confirm¨® la alternativa: estocada ca¨ªda (silencio); dos pinchazos y media estocada (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas. Quinto festejo de la Feria de Oto?o. 29 de septiembre. Tres cuartos de plaza (16.847 espectadores, seg¨²n la empresa).
Fue una faena sobre la mano derecha, muletazos pre?ados de hondura y temple, de esos que arrancan el ol¨¦ del alma, todo con parsimonia, todo con elegancia, todo con una clase may¨²scula. Hubo al final unos ayudados por alto, un recorte y un pase de pecho de aut¨¦ntica categor¨ªa; y dos naturales hermosos antes de cobrar la estocada. Y ah¨ª quedaron pinceladas del m¨¢s puro arte del toreo.
Confirm¨® la alternativa el mexicano Luis David Adame, quien se dej¨® ir el mejor toro de la tarde, el de su confirmaci¨®n. Nobil¨ªsimo, de gran movilidad y repetidor en la muleta, el animal se encontr¨® con un joven con desparpajo, que conoce la t¨¦cnica y los trucos, que da pases modernos, de esos que dicen poco, y la gente se lo recrimin¨®. Vamos, que se dieron de bruces un toro artista y un torero que no lo es. De hecho, el animal fue despedido con una ovaci¨®n, y al joven torero se le silenci¨® su labor.
Mejor, sin duda, m¨¢s motivado ante el sexto, noble tambi¨¦n, pero no de la calidad del primero. Vistoso y variado con el capote, Adame traz¨® despu¨¦s buenos naturales, y un par de tandas de derechazos templados, m¨¢s asentado el torero, m¨¢s fajado y templado, valent¨ªsimo siempre, y los tendidos se lo reconocieron. Mat¨® mal y la oreja se la llev¨® el toro.
Castella se encontr¨® con un primer toro insufrible por soso y descastado, y ¨¦l se puso a su altura. Entre ambos aburrieron de lo lindo. Lo intent¨® de veras ante el cuarto, de noble condici¨®n, pero el matador no tuvo su tarde y todo su quehacer fue anodino.
En ese cuarto saludaron Rafael Viotti y Vicente Herrera; y en el sexto, Miguel Mart¨ªn. Los tres por deleitar a la concurrencia con buenos pares de banderillas.
La corrida del s¨¢bado
Toros de El Puerto de San Lorenzo, para Miguel ?ngel Perera, Juan del ?lamo y L¨®pez Sim¨®n.
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