La desconocida biblioteca del ¡®president¡¯ Llu¨ªs Companys
El pol¨ªtico que proclam¨® el Estado catal¨¢n en 1934 se llev¨® parte de sus libros a su exilio en Francia. Obras, la mayor¨ªa en espa?ol, cuya existencia no se sospechaba
El retrato del pol¨ªtico impulsivo,buen orador pero no muy cultivado, de discurso incendiario y construido sobre t¨®picos que hacen los historiadores del presidente de la Generalitat de Catalu?a Llu¨ªs Companys se relativiza tras echar una ojeada a su, hasta ahora, desconocida biblioteca. Los escritos de Cicer¨®n, la primera edici¨®n completa del Quijote en franc¨¦s, Las mil y una noches editada en 1858, Le comte de Monte-Cristo en una versi¨®n con ilustraciones de 1852, las obras completas de Lope de Vega, Episodios nacionales de P¨¦rez Gald¨®s, P¨¢ginas escogidas de Azor¨ªn, Jacinto Benavente, Emilia Pardo Baz¨¢n, los poemas de Gabriel y Gal¨¢n¡ son algunos de los 250 libros que pertenecieron a Llu¨ªs Companys (Tarr¨®s, L¨¦rida, 1882-Barcelona, 1940) y que ofrecen un perfil muy distinto del pol¨ªtico que proclam¨® el Estado catal¨¢n dentro de la Rep¨²blica Federal Espa?ola el 6 de octubre de 1934 y, tras ser indultado y volver a ser presidentdurante la Guerra Civil, fue capturado en Francia por la Gestapo y fusilado por Franco en 1940, un d¨ªa como hoy de hace 77 a?os.
Tesoros de papel
Histoire de l'admirable don Quixotte de la Manche, una edici¨®n en cuatro peque?os vol¨²menes (13,5 x 5,5 cent¨ªmetros cada uno) traducida por Filleau de Saint-Martin e impresa en ?msterdam en 1692, es el mayor de los tesoros de papel que perteneci¨® a Llu¨ªs Companys. Adem¨¢s de tratarse de la primera traducci¨®n completa al franc¨¦s que se realiz¨® de la obra de Cervantes, Filleau de Saint-Martin reescribi¨® el final del libro y dej¨® vivo a don Quijote, de forma que a?os m¨¢s tarde ¨¦l escribi¨® las partes 5? y 6? de la novela.
Las mil y una noches, en una cuidada edici¨®n con ilustraciones de 1858, o Le comte de Monte-Cristo, de Alexandre Dumas, impreso en Par¨ªs en 1852 e ilustrado por Staal y Beauc¨¦, son algunos de los ejemplares que conviven con diccionarios, libros de Derecho, de arte y mucha poes¨ªa.
Tan distinto como que las tres cuartas partes de esos t¨ªtulos, seguramente sus libros m¨¢s queridos puesto que Companys tuvo que abandonar Barcelona la madrugada del 24 de enero de 1939 rumbo a Par¨ªs con lo que pudo llevarse en un coche, est¨¢n en castellano y retratan a un hombre culto que apreciaba lo espa?ol. ¡°Son los libros que llev¨® consigo cuando se exili¨® y entonces uno escoge lo que m¨¢s aprecia¡±, comenta la propietaria de la biblioteca, que pide mantenerse en el anonimato. El conjunto lo vendi¨® un sobrino de Carme Ballester, la segunda esposa de Companys, en 2010 en Saint-Malo, en la Breta?a francesa.
Los ejemplares, en buen estado de conservaci¨®n, contienen muchas dedicatorias, entre ellas algunas tan significativas en esos momentos de crisis pol¨ªtica como la del diputado y escritor ?lvaro de Albornoz ¡ªpresidente del Gobierno de la Rep¨²blica en el exilio entre 1947 y 1951¡ª, quien le obsequi¨® con su conferencia El fascismo y las armas y las letras espa?olas, que pronunci¨® en el Ateneo de Barcelona en 1938: ¡°Al presidente Llu¨ªs Companys, en la gran tragedia de la Rep¨²blica, con tantas simpat¨ªas por Catalu?a como amor a Espa?a¡±.
Manuel Aza?a, que le nombr¨® ministro de la Marina en 1933 antes de ser presidente de la Generalitat, le dedic¨® su libro Mi rebeli¨®n en Barcelona (1935): ¡°A don Llu¨ªs Companys, un muy amigo, que le recuerda afectuosamente¡±. De Aza?a es tambi¨¦n una cuidada edici¨®n, encuadernada por Brugalla con tapas de madera, de un discurso que pronunci¨® en Barcelona el 18 de julio de 1938. Es una edici¨®n limitada de 75 ejemplares con dedicatoria impresa al president. En su biblioteca hay lugar tambi¨¦n para la l¨ªrica, y aparecen t¨ªtulos en catal¨¢n como Llibre blanch. Policromi-tr¨ªptic (1905), un poemario de Caterina Albert ¡ªque firmaba con el seud¨®nimo de V¨ªctor Catal¨¤¡ª que Companys le dedic¨® a su mujer: ¡°A la meva doneta estimada i bonica; eternament, tu Llu¨ªs¡±.
¡°La idea que se tiene de este pol¨ªtico cambia radicalmente al conocer su biblioteca. Primero se ve que era un hombre con inquietudes intelectuales y tambi¨¦n que no ten¨ªa aversi¨®n a lo espa?ol¡±, afirma la propietaria, quien revela que en 2010 la persona que adquiri¨® el conjunto en Francia ofreci¨® donarlo a la Biblioteca Nacional de Catalu?a sin que sus responsables mostraran inter¨¦s, y tambi¨¦n al Ayuntamiento de Barcelona, con la misma respuesta.
Ricardo Cayuela, bisnieto de Llu¨ªs Companys, est¨¢ entusiasmado con la idea de que se haya conservado la biblioteca de su antepasado. ¡°En 1936 Companys se divorci¨® de mi bisabuela, Merc¨¦ Mic¨®, y se cas¨® con Carme Ballester, una mujer muy din¨¢mica que tuvo una vida muy complicada. Fue bastante valiente porque, ya viuda, refugi¨® a jud¨ªos en Par¨ªs durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando fusilaron a mi bisabuelo, su segunda mujer lo hered¨® todo y lo que yo s¨¦ es que a su muerte [en Par¨ªs en 1972] cartas, libros, fotograf¨ªas y muebles pasaron a manos de un sobrino de ella a quien le hemos perdido la pista¡±, explica Cayuela por tel¨¦fono desde M¨¦xico. El escritor y editor, que fue redactor jefe de la revista Letras Libres desde su creaci¨®n en 1999 hasta 2012, a?ade: ¡°Mientras que vivi¨®, mi abuela s¨ª que mantuvo una relaci¨®n epistolar con Carme¡±, a?ade.
?La familia mexicana
?Los abuelos de Ricardo Cayuela, Maria de l¡¯Alba Companys y H¨¦ctor Gally, se exiliaron a M¨¦xico tras la Guerra Civil. All¨ª tuvieron tres hijos, uno de ellos Mar¨ªa Luisa ¡ªla madre de Ricardo¡ª, pero ninguno regres¨® a Espa?a. De forma que los descendientes directos del pol¨ªtico catal¨¢n, que solo tuvo dos hijos con su primera mujer ¡ªaunque el var¨®n, Llu?set, siempre estuvo enfermo y muri¨® en Francia¡ª, est¨¢n todos en M¨¦xico. ¡°Mi familia conservaba algunos objetos de Companys, como plumas, gafas, pitilleras, cartas, fotograf¨ªas y hasta el testamento ol¨®grafo que escribi¨® el 15 de octubre de 1940, justo antes de su fusilamiento; pero lo donamos todo a la Generalitat¡±, comenta Ricardo Cayuela (Ciudad de M¨¦xico, 1969).
¡°Yo no conozco cu¨¢les eran sus gustos literarios, s¨ª s¨¦ que fue un gran periodista y fund¨® varios peri¨®dicos. ?l sali¨® de Catalu?a casi con lo puesto, con lo que pod¨ªa llevarse en un coche, pero al ser el presidente de la Generalitat es probable que alguien le ayudara y pudiera hacer una peque?a mudanza. Ser¨ªa muy interesante poder estudiar su biblioteca¡±, a?ade.
Los historiadores coinciden en la idea de que el presidente de la Generalitat que declar¨® la independencia de Catalu?a mostraba un escaso inter¨¦s por la literatura. Opini¨®n que quiz¨¢s, tras conocerse la existencia de esta biblioteca, se modifique:
¡°Ten¨ªa una gran capacidad para conectar con la ciudadan¨ªa. Fue un pol¨ªtico m¨¢s impulsivo que reflexivo. Leer habr¨ªa le¨ªdo pero no se le notaba, no hab¨ªa referencias literarias en sus discursos. Fue un mal estudiante que se dedic¨® a tiempo completo a la pol¨ªtica; adem¨¢s le gustaba mucho la vida nocturna, jugar al billar¡¡±, comenta el historiador Arnau Gonz¨¤lez, autor junto a Enric Ucelay da Cal del ensayo Contra Companys, 1936. La frustraci¨®n nacionalista ante la revoluci¨®n (2012. Universidad de Valencia), un ensayo que analiza un complot para asesinar al presidente.
Un periodista nato
¡°Mi impresi¨®n es que la curiosidad estrictamente literaria de Companys fue escasa. Era un periodista nato, hombre de redacci¨®n con el horario que eso supone, a quien se le intuye una cultura r¨¢pida, pol¨ªtica, poco meditada. Orador de verbo f¨¢cil, efectivo pero reiterativo y lleno de t¨®picos¡±, explica Ucelay da Cal, catedr¨¢tico em¨¦rito de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Idea que tambi¨¦n comparte Josep Maria Sol¨¦, catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Aut¨®noma de Barcelona y el primer director que tuvo el Museo de Historia de Catalu?a, entre 1996 y 2000. ¡°En 1935 estuvo condenado a cadena perpetua en el penal de El Puerto de Santa Mar¨ªa junto a algunos miembros de su Gobierno, hombres cultos, lo que sin duda le influy¨®¡±, afirma Sol¨¦, quien recuerda que Companys era, ante todo, un periodista de raza, m¨¢s preocupado por lo que ocurr¨ªa en la calle que en los libros. La historia tendr¨¢ que reescribirse ahora que la sociedad catalana ha recobrado el inter¨¦s por la figura del pol¨ªtico, y cuando la propietaria se decida a mostrar su tesoro.
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