Hinchas con tablas
'Stadium', protagonizada por 50 forofos reales del Racing Club de Lens, impacta en el Festival de Oto?o
La obra dura lo mismo que un partido de f¨²tbol: dos mitades de 45 minutos cada una. La pr¨®rroga tiene lugar en el vest¨ªbulo del teatro, donde los espectadores debaten sobre lo que acaban de ver sobre el fondo festivo de bombos y trompetas. En el entreacto, el p¨²blico se acerca a un tenderete de cucuruchos de patatas fritas con mayonesa. El espect¨¢culo se titula Stadium y est¨¢ protagonizado por hinchas del Racing Club de Lens, equipo de Segunda que vivi¨® su hora de gloria en los noventa. Desde entonces no han dado pie con bola, pero se enorgullecen de contar con la afici¨®n m¨¢s entregada del f¨²tbol franc¨¦s.
Dan fe de ello los 50 forofos que aparecen en esta obra, estrenada en el prestigioso Th¨¦?tre de la Colline que dirige Wajdi Mouawad, donde ya se ha convertido en la sensaci¨®n del Festival de Oto?o de Par¨ªs. Sentados en una sobria grader¨ªa, este grupo de actores no profesionales llegados del deprimido Pas de Calais explican sus motivos para adorar a este club. Y, de paso, tambi¨¦n relatan sus propias vidas, que no siempre han sido f¨¢ciles. La caricatura inicial deja lugar a un di¨¢logo ¨ªntimo y profundo. ¡°No tenemos nada m¨¢s que el f¨²tbol¡±, dice uno de los protagonistas, en referencia a un contexto de decadencia industrial, paro estratosf¨¦rico y tentaci¨®n ultraderechista (en las ¨²ltimas elecciones, el Frente Nacional obtuvo el 48% en Lens).
El responsable de la obra es Mohamed el Khatib, de 37 a?os. Esta figura ascendente de la escena francesa despunt¨® con varios espect¨¢culos que protagonizaban otros an¨®nimos: un agricultor, una mujer de la limpieza, un par de viejos lobos de mar. Todos ellos narraban sus respectivas existencias ante un p¨²blico, la burgues¨ªa izquierdosa de Par¨ªs, poco acostumbrado a frotarse con la plebe. El Khatib, que fue futbolista semiprofesional antes de decantarse por la sociolog¨ªa y el teatro, intenta reconciliar dos mundos que nunca se ven ni se tocan. Lo novedoso es que no aspira a civilizar a los hooligans. M¨¢s bien al rev¨¦s: persigue una sociedad que se parezca m¨¢s a un campo de f¨²tbol. ¡°El estadio es el ¨²ltimo lugar donde hay una mezcla social, donde se cruzan obreros y burgueses. Incluso la escuela ha perdido ya esta vocaci¨®n¡±, sostiene. En un pa¨ªs donde la representaci¨®n de la clase obrera suele provocar rubor, es l¨®gico que su iniciativa haya sido ruidosamente aplaudida.
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