Las ra¨ªces de un gigante

Introducirse en el interior de la tierra, en las ra¨ªces, en lo que estas tienen de poder¨ªo casi at¨¢vico, para despu¨¦s extraer de ellas su misterio, lo que contienen de irreal, de on¨ªrico, incluso de aleg¨®rico. Y as¨ª hablar de lo que cambia y de lo que permanece, de lo inalterable ante la continua convulsi¨®n del tiempo. De sociedad, de pol¨ªtica, de moral.

En Handia, Jon Gara?o y Aitor Arregi han partido de semejantes bases tonales e hist¨®ricas que Julio Medem en Vacas (1992), para acabar componiendo una pel¨ªcula sobre el enigma de la naturaleza, la que hace crecer las ra¨ªces, y tambi¨¦n a las personas. Una obra que naciendo de hechos reales ¨Dla existencia a mediados del siglo XIX de un hombre aquejado de acromegalia, el llamado Gigante de Altzo¨D, desemboca directamente en lo m¨¢gico, all¨ª donde, como dec¨ªa John Ford, los hechos y las leyendas terminan confundi¨¦ndose.

Como Vacas, Handia tambi¨¦n comienza su periplo hist¨®rico, su relato familiar, con las Guerras Carlistas ¨Dla de Medem, en la Segunda; la de Gara?o y Arregi, en la Primera¨D, pero quiz¨¢ lo que diferencie ambas pel¨ªculas sea su dimensi¨®n pol¨ªtica, mucho m¨¢s clara en la primera, mientras la ganadora del Premio Especial del Jurado en el reciente Festival de San Sebasti¨¢n, a pesar de una muy jugosa secuencia con una adolescente reina Isabel II, prefiere llegar al poder desde una ¨®rbita m¨¢s enigm¨¢tica, fabuladora y, por qu¨¦ no, sombr¨ªa.

El equipo de la preciosa Loreak, esta vez con Jose Mari Goenaga fuera del ojo de la c¨¢mara, en labores de coguionista y producci¨®n, y con la incorporaci¨®n de Arregi en la codirecci¨®n, huye del biopic convencional de una figura ins¨®lita y se acerca a la magia casi po¨¦tica del relato de superstici¨®n, enlazando as¨ª con la obra de otro gran cineasta vasco, el Pedro Olea de El bosque del lobo y Akelarre.

Handia, de exquisito gusto visual, con un formidable aparato formal de fotograf¨ªa, m¨²sica y direcci¨®n art¨ªstica, es bella sin caer en el esteticismo, y rec¨®ndita como su figura protagonista, un ser humano al margen del tiempo que le toc¨® vivir, un hombre elefante expuesto como atracci¨®n de feria en una ¨¦poca convulsa donde, finalmente, lo ¨²nico inalterado es la tierra que le vio nacer y morir.