Las chicas que les volaban los sesos a los nazis
Lyuba Vinogradova revisa la historia de las francotiradoras sovi¨¦ticas en la Segunda Guerra Mundial
Eran en su mayor¨ªa muy j¨®venes, algunas unas cr¨ªas. Proced¨ªan de toda la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El Ej¨¦rcito Rojo las reclut¨® a millares en la Segunda Guerra Mundial para emplearlas como francotiradoras: deb¨ªan apuntar sus armas en la distancia y volarles los sesos a los soldados enemigos, literalmente. Esa era su misi¨®n, ese era el oficio para el que las preparaban meticulosamente, y aunque mataban nazis que hab¨ªan invadido y devastado su pa¨ªs y muchas consiguieron largas listas de v¨ªctimas e incluso algunas llegaron a disfrutarlo, no hubo pr¨¢cticamente ninguna que no se desmoronora y llorara su primera vez, al alcanzar con su arma a un ser humano. Tampoco se libr¨® ni una de ellas, rodeadas de una gran masa de camaradas sexualmente hambrientos, de tener que soportar el acoso y los abusos de sus mandos y compa?eros varones, mayormente ebrios: un verdadero combate en dos frentes. Pese a que varias se hicieron muy populares y hasta consiguieron el t¨ªtulo de Heroinas de la URSS, no pudieron hacer luego carrera en el ej¨¦rcito y a su regreso a casa se las denost¨® a menudo como viragos o prostitutas.
Lo cuenta la investigadora rusa Lyuba Vinogradova (Mosc¨², 1973) en su espeluznante y a la vez conmovedora historia de esas francotiradoras ?ngeles vengadores (reci¨¦n publicada en Pasado & Presente). Vinogradova, reconocida colaboradora de Antony Beevor y Max Hastings y de la que la misma editorial ya public¨® su obra sobre las no menos asombrosas aviadoras sovi¨¦ticas de la misma contienda (Las brujas de la noche, 2016), incluye en su libro los testimonios directos de algunas francotiradoras a las que ella mismo conoci¨® y entrevist¨®. Como Yekaterina T¨¦rejova, de 90 a?os y con una leve cojera resultado de una herida de guerra en Sebastopol, que hab¨ªa abatido a treinta alemanes. Aunque parezca un score tremendo, la cifra palidece ante las de algunas de sus camaradas, como la legendaria Liudmila Pavlichenko, considerada la mejor francotiradora de todos los tiempos, a la que se acreditan 309 v¨ªctimas mortales (Vinogradova cuestiona el dato), la mayor parte con su rifle semiautom¨¢tico Tokarev SVT-40 con mira telesc¨®pica de 3.5 aumentos (la mayor¨ªa de los francotiradores, sin embargo, prefer¨ªan el m¨¢s sencillo rifle de cerrojo Mosin-Nagant, m¨¢s preciso).
Duelos con ases del rifle alemanes
Vinogradova refiere numerosos casos de duelos de francotiradoras con su contraparte alemana (siempre hombres), incluso con ases del rifle. Como el que se le acredita a Pavlichenko, que se habr¨ªa cargado, tras acecharlo 24 horas, a un tipo que hab¨ªa comenzado a cazar en Dunkerque y llevaba (seg¨²n la libreta que se recuper¨® del cad¨¢ver) 500 enemigos cobrados. Ese ser¨ªa uno de los 33 francotiradores alemanes liquidados por la ucraniana.
Tosia Tinguinova tuvo su duelo a los veinte a?os. Dispararon a la vez. Mat¨® al francotirador alem¨¢n. A ella la salv¨® el retroceso del fusil que la apart¨® unos cent¨ªmetros, con lo que la bala del enemigo fue a perforar la culata de su arma en vez de alcanzarla en la cabeza.
Las francotiradoras fueron, con las aviadoras, la ¨¦lite de las mujeres soldado sovi¨¦ticas, de las que el Ej¨¦rcito Rojo, ante la escasez de varones por la sangr¨ªa de la contienda, envi¨® al frente m¨¢s de medio mill¨®n (muchas m¨¢s si incluimos a las partisanas y las milicias civiles) para servir en todos los puestos, desde simple infanter¨ªa a zapadoras, artilleras y tanquistas. La iniciativa contrasta con la oposici¨®n absoluta de Hitler a que las alemanas tomaran las armas.
A las francotiradoras, que obligaron a millares de soldados alemanes a andar a gatas, se las adiestr¨® como a sus colegas masculinos y padecieron como ellos los rigores de una guerra salvaje, a los que se sumaron penurias espec¨ªficas como que les cortaran las trenzas, no disponer de ropas y calzado adecuados, de instalaciones sanitarias espec¨ªficas o de las medidas de higiene que requer¨ªan. La regla era un fastidio cuando cazabas nazis. Muchas, cuenta Vinogradova, llevaban las braguitas y sujetadores que hab¨ªan tra¨ªdo de casa debajo de la ropa interior reglamentaria de hombre. Se las ense?¨® a disparar, a camuflarse, a permanecer inm¨®viles largos periodos de tiempo. Vinogradova cita que algunos estudios apuntaban (valga la palabra) que ellas pod¨ªan tener m¨¢s rendimiento en la caza al ser m¨¢s tranquilas y pacientes. En su contra ten¨ªan la dificultad de encajar el violento retroceso del fusil.
¡°Era por supuesto mucho m¨¢s dif¨ªcil y traum¨¢tico matar a una persona con el rifle que desde un avi¨®n¡±, se?ala. ¡°A 200 o 300 metros, a trav¨¦s de la ¨®ptica, ves perfectamente la cara de tu v¨ªctima, sabes muy bien a qui¨¦n est¨¢s matando. Todas explican que el primer muerto era un gran shock. Algunas se acostumbraban, otras no¡±. Al matar a su primer alem¨¢n, Lida Lari¨®nova salt¨® de la trinchera horrorizada y corri¨® hacia sus filas gritando: ¡°?He matado a una persona!¡±. Tonia Majliaguina, que era hu¨¦rfana, se lament¨® tras abatir al primero de los suyos: ¡°?Era el padre de alguien, y yo lo he matado!¡±. La muerte fue dej¨¢ndolas de impresionar de manara gradual. ¡°?Un cartucho, un fascista!¡±, animaba Roza Sh¨¢nina cuando llevaba ya m¨¢s de veinte alemanes. Muri¨® casi al final de la guerra, con el vientre abierto por la metralla, tratando de contener con las manos los intestinos que se le desparramaban y pidiendo a sus compa?eros que la mataran r¨¢pido. Cuando le entregaron la medalla que hab¨ªa ganado, Bella Mor¨®zova hizo lo posible por ense?ar solo un lado del rostro.Una bala le hab¨ªa entrado por la sien del otro atraves¨¢ndole la cavidad nasal y dej¨¢ndola sin un ojo. Ten¨ªa solo 19 a?os. Y regres¨® al frente. El soldado que se hab¨ªa enamorado de ella no cambi¨® de opini¨®n tras verla desfigurada y tras la guerra formaron una familia y vivieron muchos a?os juntos; un raro final feliz.
Las francotiradoras luchaban en parejas y la muerte de la compa?era, muy habitual, sol¨ªa representar un trauma terrible. Alguna perdi¨® hasta cuatro.
Vinogradova resigue la carrera de un buen n¨²mero de francotiradoras a lo largo de la guerra. Casos muy notables como los de Natasha Kovshova (capaz de darle a sus objetivos en el puente de la nariz, su firma) y Masha Poliv¨¢nova, una de las parejas m¨¢s notables de francotiradoras. En 1942, en Sutoki-Byakovo, prestaban apoyo a un francotirador var¨®n y un ataque los dej¨® aislados a los tres. Fueron heridos y las chicas ¡ªsu compa?ero pudo arrastrarse y escapar¡ª se juramentaron en su pozo de tiradoras para no caer vivas en manos del enemigo (lo que significaba invariablemente para una francotiradora violaci¨®n, tortura y ejecuci¨®n). Quitaron el seguro de sus granadas, esperaron a que llegaran los atacantes y entonces las hicieron estallar mat¨¢ndose y llev¨¢ndose por delante a unos cuantos alemanes.
Hay casos como el de Sasha Shl¨ªajova, a la que la coqueter¨ªa de conservar una bonita bufanda roja durante su sus misiones le cost¨® que la matara un francotirador alem¨¢n. A Tania Baramzin¨¢, elegida como francotiradora aunque era corta de vista y llevaba gafas, la capturaron, torturaron y mataron con un lanzagranadas.
Dedica un cap¨ªtulo Vinogradova a Pavlichenko, que visit¨® EE UU en loor de multitudes, a la que Woody Guthrie le dedic¨® una canci¨®n y que fue admirada por Chaplin, que le besaba los dedos fascinado, dec¨ªa, de que hubieran matado a centenares de nazis. ¡°Encuentro su historia muy extra?a¡±, se?ala la autora. ¡°En realidad considero que cualquier estrella con m¨¢s de 300 muertos, femenina o masculina, es falsa. La propaganda necesitaba h¨¦roes¡±. Vaya, ?y Z¨¢itsev, el gran tirador que aparece en Enemigo a las puertas? ¡°Muchos de los francotiradores que he conocido eran muy esc¨¦pticos con su tanteo. L¨ªdiya Bakieva, que mat¨® a 76 alemanes me dijo: 'Eras super afortunada si le dabas a uno al d¨ªa. Matar diez, bueno, ?eso habr¨ªa requerido que se pusieran en fila esperando a que les dispararas!¡±.
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Autor:?Lyuba Vinogradova.
Editorial:?Pasado y presente (2016).
Formato:?tapa dura (448 p¨¢ginas).
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